Hace unos años, sentado en lo alto de una duna, miraba el atardecer. Me acompañaba una chica de la que me había enamorado y quien ya me había roto el corazón. Claro que todavía ninguno era conciente de esto. Sólo disfrutábamos de un cielo maravilloso, dejábamos escapar arena entre las manos y hablábamos de los camarones que íbamos a cocinar aquella noche.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
3 comments:
Me gusta la imagen de la arena escapando entre los dedos, como la chica...
Saludos.
sí, maldita maldita arena que siempre se escapa
Los nenes no dejan de intentar contenerla. Los nenes saben.
Post a Comment