Estoy ansioso, eso sí, pero de tristeza nada.
Friday, January 29, 2010
Thursday, January 28, 2010
Monday, January 25, 2010
Sunday, January 24, 2010
En el cine del que hablo acá abajo, había una señora que tenía todas las perder. Sentada a tres asientos a mi derecha, abría bolsa tras bolsa, paquetito tras paquetito y no dejó de hacer ruido durante los primeros quince minutos de peli. Todo el mundo le chistaba, le decía por favor señora y así. A mí también me molestaba pero también me daba un poco de pena. Imaginaba que trataba de pasar lo más desapercibida posible pero su torpeza no se lo permitía. Después de esos quince minutos de bardo, inmediatamente después de que dejó de hacer ruido se quedó dormida. Y, por supuesto, roncaba como un rinoceronte, y uno de los bien gordos. Otra vez chistidos, bufidos y quejas. Además, pobre señora, olía bastante mal. En fin, pasamos toda la primera película con la orquestación onírica de la señora. Ahí sí ya me estaba molestando pero también me molestaba la gente que no paraba de quejarse, así que estábamos a mano. Por suerte, cuando empezó la peli de los Woodabe la señora se despertó y se rescató un poco. Es más, en un momento me cayó bien porque mientras todos se reían de cosas bellísimas de la tribu (esa risa nerviosa de quien no sabe que existen otras culturas) la señora se mantuvo callada y atenta. Hasta que abrió la boca. Qué horror, dijo indignada cuando una chica woodabe contaba cuánto le gustaba su chico. Qué horror, repetía. Y ahí sí que me dieron ganas de que se comiera una granada.
Ultimamente me está pasando eso. Termino estando de acuerdo con algo que en principio rechazo.
Ultimamente me está pasando eso. Termino estando de acuerdo con algo que en principio rechazo.
Ayer fui a ver el ciclo de Herzog que están dando en el San Martín. Primero que nada, vayan. Es muy recomendable, además de ser un buen refugio para el verano de mierda de Baires. Decía, fui a ver a Herzog, a su Lecciones de oscuridad y Woodabe, Pastores del Sol. Peliculones. La primera es un documental acerca del trabajo sobre los últimos pozos encendidos que quedaban en Kwait. Las imágenes son de un dramatismo zarpado y con una música (ahora no recuerdo el compositor) que se aseguraba que te entrara bien profundo lo que te estaban mostrando: lagos de petróleo, terrenos enormes pintados de negro, fuego y humo, las víctimas de la guerra. La segunda es otro documental. Trata acerca de los woodabe, una tribu nómada del desierto de sahara. Y éste es pura belleza. Los woodabe se consideran el pueblo más bello del mundo y creo que no le pifian por mucho. Herzog documenta una festividad en particular en la que se reúnen todas las tribus y los hombres jóvenes se preparan para desfilar y seducir a las mujeres. Los tipos se maquillan se preparan y bailan y las mujeres son las que eligen. Eligen un día a uno y otro día a otro y así. En esta película, uno se enamora de Herzog. ¿Cómo no enamorarse de alguien que ama tanto a la humanidad? Eso es lo que transmite Herzog: la belleza del amor, el dolor del amor, la pasión del amor, el amor del amor. Para volver a los woodabe, estos tipos dicen que la tierra no pertenece a nadie, sólo podría pertenecer a los humanos si éstos fueran pastores del Sol
PD: muy bien el San Martín por traer estas pelis y también por armar este díptico.
PD: muy bien el San Martín por traer estas pelis y también por armar este díptico.
Thursday, January 14, 2010
y están esas otras ex, esas que te conocen de verdad. No suele haber más de una, como mucho dos, en cada vida. Son de las pocas personas que tienen un poder real sobre uno. Real en el sentido de realidad. En el sentido de que pueden hacerte cambiar tu forma de inventar la realidad. Es un poder que me da miedo. Porque a diferencia de la persona con la que estás, ya no tienen que hacerse cargo de nada y no tienen nada que perder. O sea: pueden decirte la más cruda verdad sin que se les mueva un pelo. Eso mete miedo. No saben cuánto. Aún así, y tal vez por esto mismo, a mí me gusta encontrarme con esas ex (en mi caso son dos). Vamos, nos tomamos un café y charlamos. Y, como con las películas de terror, cuando están por decirme una de esas verdades que no tienen vuelta atrás, aterrado, me cubro con las manos pero con los dedos bien abiertos para no perderme detalle.
Ayer escuché algo interesante. En realidad, alguien expresó de una forma interesante algo que yo le decía. Eso de que al escribir hay que buscar los miedos. Que la marca de lo que te cruza, de lo que realmente querés contar, está justamente donde te da más miedo. Después hay que luchar porque el mismo miedo te quiere echar de ese lugar. Dijeron: "Es que hay que aferrarse a esa primera oscuridad." Me gustó eso.
Sunday, January 10, 2010
Saturday, January 09, 2010
Me desperté con esta sospecha: amar también es una decisión. No sé si uno puede elegir de quién enamorarse pero sí está en uno permitir que ese amor suceda o no. Algo así como que la semilla se siembra y hasta puede germinar sola, sacar brote y crecer pero hay que decidir si regar la plantita o pisotearla, cuidarla o dejarla morir. O arrancarla de cuajo.
Subscribe to:
Posts (Atom)