Friday, June 29, 2007
Ayer a las 8.30 vino un amigo de toda la vida, pero que no veía hacía unos meses. Durante muchos años fue el pesimismo hecho persona y siempre me tocaba ser quien le inyectara un poco de luz a su horizonte. Por suerte en el último tiempo venía sintiéndose mejor. En algún momento de la velada la conversación inició un camino donde empecé a contarle penas que había tenido estos meses, en busca de palabras suyas, que en este momento de su vida podían ser luminosas. Pero resultó que no, que el hijoputa seguía siendo el pesimista de siempre y cada cosa que yo le planteaba él la sentía hacía rato y con mayor profundidad, oscuridad. Hijoputa. No puede ser. Alguna vez me tendría que tocar a mí. En fin. Seguimos la conversación que concluyó en que todo es una mierda, que estamos rodeados de mierda y que la mierda está en nosotros. Por suerte mi último pensamiento fue que somos unos tarados. Se fue a las cinco de la mañana.
Thursday, June 28, 2007
Tuesday, June 26, 2007
Sunday, June 24, 2007
¿Saben qué? Ya me hartaron. Son unos hijos de puta y cuando se despierten de la lobotomía en la que duermen espero que se den cuenta y nos hagan el favor de suicidarse.
Friday, June 22, 2007
Estoy en Londres con mi ex (si si, la misma) y bajamos al subte para volver al hotel. Cuando caminamos por el túnel, un viejo hace un comentario muy facho de un pibe que hay por ahí (no me acuerdo bien). No iba a darle bola pero después de unos pasos doy la vuelta para encararlo. Mi ex dice algo así como vamos, yo voy al hotel. Pero ya estoy embalado. ¿Usted se piensa como un facho de mierda?, le pregunto al viejo. Porque si dice algo así, sepa que usted es un facho de mierda. (uh, por dios, qué tarado) La discusión se prolonga varios minutos después de que me doy cuenta de que mi ex ya se fue y de que yo no tengo la menor idea de cómo volver al hotel. Miro una y otra vez los mapas colgados pero no cazo un zulki. No sé el nombre del hotel ni un nro de teléfono al que pueda llamar. Pido dos pasajes y me devuelven una moneda argentina y otra japonesa. También pido un mapa. Camino por los túneles para mirar los carteles mientras pienso que en ese momento me serviría tener celular. De tanto mirar el mapa, me doy cuenta de que una parte es Londres y otra lo que sería Gran Londres, pero eso tampoco es de mucha ayuda. Por fin, en un momento mi ex llama (no sé cómo) para preguntarme dónde estoy. Me da las indicaciones: Estación Independence de la línea azul. Bajo escaleras, miro un cartel que me señala que ahí debo tomarme el subte y justo llega un tren. Me subo y camino por unos vagones muy modernos. Me apoyo en una pared, cerca de la puerta.
Sí, hay mucho jugo que podría sacarle a este sueño pero por suerte no tengo ganas.
Thursday, June 21, 2007
Wednesday, June 20, 2007
Sentada en la cornisa, los pies que cuelgan sobre el vacío,
da una larga pitada al cigarrillo.
¿Cuánto durará el fuego?
¿Cuánto el olor?
Da una última pitada y deja caer la colilla en la noche.
Tuesday, June 19, 2007
Escena previa al inicio de un cuento. O sea, esto no iría en el cuento pero lo necesito pa entender la historia.
Desperté a Andrea, aunque no estaba seguro de que estuviera durmiendo. Después de nuestra discusión y de que le dijera que ya no tenía ganas de hablar, apoyó la cabeza contra la ventanilla y cerró los ojos. En la última hora apenas se había movido. El micro se detuvo en una playa de estacionamiento enorme con una pequeña construcción en uno de sus extremos. An, dije mientras me paraba para buscar nuestras mochilas, bajamos acá. Ella se levantó y comenzó a guardar algunas cosas en bolsas. Salí del micro, di dos pasos y miré a mi alrededor. A mi izquierda, la ladera bajaba cubierta de casas hasta un valle rocoso; a la derecha, se apilaban tantas construcciones que no podía distinguirse la cima del monte. La ruta principal por donde habíamos venido cortaba el relieve en dos y se perdía en el horizonte montañoso. Nos entregaron las otras mochilas que cada día parecían más pesadas. Cada uno con dos mochilas a los hombros, comenzamos a caminar.
No tardé mucho en extrañar la chatura de Buenos Aires. La montaña parecía empujarte y a veces daba la impresión de que era inveitable caer de espaldas. Por suerte, no tardamos mucho en encontrar la oficina de turismo. Nos quitamos las mochilas y nos sentamos en los escalones que se extendían algunos metros. El local estaba lleno de otros turistas, aunque era improbable que hubiera más argentinos. ¿Querés esperar acá?, mis únicas palabras para Andrea en los últimos veinte minutos. ¿Seguro?, preguntó, ella siempre fue muy correcta con ese tipo de cosas. Sí, todo bien, me quité las mochilas y abrí la puerta. Uno lindo, dijo Andrea antes de que la puerta se cerrara. Adentro, formé fila detrás de un rubio alto que sostenía el mapa con los brazos abiertos. En todas las paredes se abrían ventanas que mostraban el vértigo de aquel pueblo. Casas amontonadas de tal forma que parecían en un equilibrio inestable, casi inquieto. De pronto, me sentí en la punta de esa torre tambaleante y tuve que aferrarme a la columna de piedra. ¿Está bien?, preguntó alguien detrás de mí. Tardé unos segundos en recuperarme, respiré profundo y alcé la vista. Sí, respondí a la chica que se había preocupado, gracias.
Monday, June 18, 2007
Thursday, June 14, 2007
Hola, dije desde la cocina, media cebolla atrapada debajo de mi mano izquierda. Pero ella siguió camino, tal vez hasta el cuarto. Cuando se acercó para saludarme, ya tenía un cigarrillo encendido en la mano. Un beso, apenas, de sus labios cerrados. ¿Todo bien?, dije. Tenía que afilar el cuchillo, hacía semanas que pensaba lo mismo. Sí, bien. ¿Te ayudo? Apoyada en el marco de la puerta soplaba el humo hacia el comedor. No, dejá, después te toca lavar, dije y sonreí aunque ella ni siquiera me miraba. Igual, dijo, siempre lavo yo. Sabía que Andrea buscaba pelea, así que elegí otra cebolla para picar y el sonido de un tren habló por mí. Por dios, dijo mientras se acercaba con pasos violentos hasta la ventana, estoy en casa y quiero tranquilidad. El sonido del golpe me hizo levantar las cejas. Cuando venía en el tren, empezó a contar sin que pudiera verla, había una nena sentada frente a mí. Era de esas nenas rubias que parecen de publicidad, con sus trenzas y vestidito celeste. Tenía una muñeca de unos ojos horribles. Te lo juro, horribles, parecían los ojos del diablo. La nena me miró un minuto, nada más, pero me puso incómoda, dijo y fue a buscar algo. Me sequé las lágrimas y dejé caer la cebolla picada en la sartén. Después, dijo y con el cenicero en la mano dio una pitada al cigarrillo, se dedicó a no mirarme. Te juro que la pendeja no me miraba a propósito. Yo tampoco la miraba. Apoyé mi cabeza contra la ventanilla, pero viste cómo te pega todo el tiempo. Tren de mierda. Después me di cuenta de que la muñeca sí me miraba, me miraba fijo. Claro, ya sé que la muñeca no me miraba pero la pendeja, pendeja de mierda, hacía que hablaba con la mamá mientras sostenía la cabeza de la muñeca hacia mí. Andrea apagó la colilla en el cenicero. Agregué el resto de las verduras a la sartén y busqué los condimentos. Como en el libro que me leíste el otro día, siguió después de ir a buscar el atado de cigarrillos. No sé qué puden ver de hermoso en una muñeca que te mira. Vos también dijiste hermoso, me acusó. Es horrible. Sal, pimienta, comino, orégano y ají molido.
Estoy por aceptar una definición de escritor, surgida de mi lectura de Salinger: escritor es aquel capaz de escribir la historia que le gustaría leer. Bueh, ta, no es la definición de escritor sino más bien lo que necesito yo para sentirme escritor. Supongo que es tener la capacidad de hacerlo todo el tiempo, o al menos la mayor parte. Lo logré alguna que otra vez pero por ahora se siente más casualidad que capacidad. Nono, no es modestia. No soy modesto. Si especulamos un poco, un gran escritor sería aquel capaz de escribir una historia aún mejor que la que le hubiese gustado leer.
La cuestión es que estoy escribiendo un cuento que no logra ser el que me gustaría leer y eso me pone espinoso. Ahora que me doy cuenta, me gusta la fotografía porque sé realmente poco del tema y no tengo la menor idea de qué es lo que me gustaría ver. Tal vez por eso me siento satisfecho más seguido con mis fotos que con mis textos. Una vez más, la ignorancia hace a la felicidad.
En fin, volvamos al trabajo.
Tuesday, June 12, 2007
"Hacia allá"
No sé bien qué quiere decir esto, pero por ahora, suena muy bien. Ya trabajaré mi opinión mañana, cuando me levante recuperado o me empastille un poco más.
Monday, June 11, 2007
El sábado tuve una fiesta de reencuentro con mis compañeros de secundaria. Hace un par de semanas decía que no quería ir pero en el medio me encontré con mi amigo Manuel y tuve una sensación tan patente de que lo extrañaba (con él nos vemos muy poco) que me convenció para que fuera. Y la verdá que estuvo muy bien. Generosidad con la comida y la bebida, pogo noventoso, conversaciones a los gritos, juegos boludos que no tuvieron ningún éxito y un poco de baile. Me divertí mucho pero más que nada sentí cariño hacia todos, algo que no sentía cuando éramos compañeros. Lo que antes se había repartido en amistad, indiferencia o incluso molestia se convertía en ganas puras de compartir ese momento con ellos. No es que ahora sean todos mis amigos pero me alegra que me haya quedado esta sensación cálida. No sé qué cambió, o tal vez no cambió nada. Supongo que crecimos.
PD: nos mantenemos bastante bien, eh.
PPD: para el resto de las fotos hagan click en la foto de arriba y naveguen por la pag de flickr
Friday, June 08, 2007
"Detrás de"
Seguimos con cuento del tren. Si no lo leyeron, lean primero el post de abajo porque esta es la segunda parte.
Regresé junto a Tomás que se despertó cuando me senté. Dejé las tazas de sopa y los sánguches en la tabla que hacía de mesa. ¿Ya llegamos?, preguntó. No todavía no, dije y tomé un sorbo de una de las tazas: en contraste con el resto de la comida, la sopa era muy buena. Tomás quitó el celofán del sánguche y le dio un mordisco y otro. Al parecer su paladar todavía no despertaba del todo. Por la ventana podía adivinarse la luna detrás de las nubes y una sombra negra que debían ser montañas. ¿Cuánto falta?, dijo él al tiempo que yo me lo preguntaba. Poco, nos dije pero ninguno de los dos me creyó. ¿Cómo es mamá?, mientras pensaba una respuesta la sopa me quemó la garganta. Ya te dije, busqué algo en el bolso en un intento de ganar tiempo, es hermosa. Tiene tus ojos y tu nariz chiquita, el pelo negro y lacio. Al final decidí que no había encontrado lo que buscaba. ¿Se parece a Lorena? Sólo ahora me daba cuenta: mi ex mujer y mi mujer se parecían mucho. Tengo miedo de no reconocerla, dijo él. Las nubes se abrieron un poco para dejar ver la luna creciente. Fueron sólo unos segundos.
<>PD: me encanta esta foto.
Thursday, June 07, 2007
(inicio de cuento)
Hacía horas que miraba por la ventana como si fuera una película blanco y negro: el cielo gris sobre la tierra blanca. Tomás hacía pasar frente a sus ojos un tren de juguete rojo y amarillo, tal vez los únicos colores en varios metros a la redonda. Chucún chucún, se anticipaba al sonido de las ruedas contra los rieles. Papá, dijo, ¿a mamá la saludo con un beso como a la tía Hilda o con un abrazo como a Lorena? Ajusté la bufanda alrededor del cuello y cerré un poco más las solapas de su abrigo. ¿A vos qué te gusta más?, pregunté. Con el frío, cada palabra parecía partir labios y piel. Asomé la cabeza al pasillo, donde la luz era transportada por una neblina que diluía sombras. Una mujer caminaba hacia nosotros, entre sus manos una taza humeante. El abrigo negro se abría para cada uno de sus pasos, botas que sonaban a mujer. Al pasar le sonrió a Tomás y tal vez también a mí. No sé, dijo él. ¿Qué cosa, hijo?. No sé qué me gusta más, si un beso o un abrazo.
Anocheció pronto. En la ventana sólo podía verse un reflejo que apenas pude reconocer como mío. Tomás dormía bajo una manta. Caminar por el pasillo en el sentido inverso que avanzaba el tren daban ganas de correr y no detenerse nunca. La mayoría de los asientos estaban vacíos, muchas personas habían bajado en la última estación. Seguí hasta el comedor, dos mesas, la barra con sánguches de la semana anterior y un hombre que hacía un día que leía el mismo diario ocupaban sólo la mitad del vagón. Pedí un café y volví a leer la carta de mi ex mujer. Siete líneas eran suficientes para hacerme viajar miles de kilómetros. Las únicas palabras que me escribía después de diez años, la anterior habían sido sólo tres líneas. Busqué un cigarrillo pero me había olvidado del encendedor. En este sector está prohibido fumar, dijo el hombre que había dejado su diario para acercarme un fósforo encendido. Encendía su propio cigarrillo, armado con abundante tabaco que escapaba por los extremos del papel,con el mismo fósforo: los ojos verdes entrecerrados y su cara reseca que se arrugaba como un pergamino.
Monday, June 04, 2007
"Nunca nada es como siempre" (Ana Cecchi)
Me olvidé de contarles, tengo reservada mi entrada de The Police. No sé bien cómo funca, pero tuve que gatillar 180 mangos adelantados para que me den un papel que después cambiaré por mi entrada al campo. Sólo queda esperar.
Mientras tanto lean los comentarios del mismísimo copland (qué tipo groso) de la primera fecha en Vancouver en este link.
" - ¿Lo creerás, Ariadna? El minotauro apenas se defendió "
Sunday, June 03, 2007
(sin título)
A ver, gente, ¿qué mierda les pasa que votan a un zorete como Macri? Un tipo que se forró de guita gracias a que su papi le robó al estado, un tipo que siguió robando como su papi le enseñó, un tipo que le debe al estado millones de pesos de multas y deudas por concesiones y contratos incumplidos, un tipo que casi entierra nuestro sistema postal, un tipo que es un flor de hijo de puta impresentable no puede sacar más de cuarenta por ciento. No pueden darle más poder a alguien así. El poder de hacer, con nuestra plata, negociados para sus empresas y la de sus amigos, el poder de aplicar su política de exclusión social, el poder de arruinar esta ciudad que adoro. La clase mierda está a punto de quedarse sin redención posible. En un par de semanas tienen otra oportunidad. Por favor, no vuelvan a ser tan zoretes y pelotudos.