Acaban de decirme el no más lindo de mi vida.

Hoy me dejaron sin palabras.

PD: y ustedes saben que no es poca cosa.

Ayer a las 4.30 de la madrugada terminé la novelita. Escribí 82 páginas en 22 días. Eso hablaría un poco en contra de la calidad del texto, algo que todavía no puedo juzgar. Pero lo bueno es que tuve un ritmo de trabajo que nunca había tenido en mi vida y que estoy satisfecho. Claro que esto tuvo algunas consecuencias: no saqué fotos, no entrené kung fu, no cociné, pegué panza, no salí y ahora tengo un dolor de espalda que me priva de rotaciones y pligues de la columna. O sea, estoy hecho un playmobil.
¿Vieron? Escribir terminó siendo más dañino que kung fu.

Hace veinte días que escribo esta novelita y ahora, a las tres de la mañana, después de trabajar todo el día, a unas pocas páginas del final, me encontré con esta escena:

Se despertó con el sonido de la puerta que se cerraba. Pestañeó hasta darse cuenta de que el velo que veía era el mosquitero apenas iluminado por el cielo que comenzaba a brillar en el amanecer. Miró por sobre su hombro, hacia la figura que se acercaba. Helena vestida con una remera turquesa y una pollera lila se detuvo a pocos pasos, detrás de aquella niebla blanca que Sergio, todavía atrapado por el sueño, no terminaba de enfocar. Ella levantó el tul y se acercó a la hamaca. Aquellos colores la hacían ver de veinte años, tal vez su edad real. Los hombros, apenas interrumpidos por el bretel, estaban cubiertos por unos músculos finos y marcados. El pelo que ahora descansaba en su espalda, liberaba su cuello de las sombras. En aquellos ojos verdes se concentraba toda la luz del cuarto. Sin dejar de mirarlo, se desvistió despacio. Se acostó junto a Sergio. Cerraron la hamaca para obligarse a permanecer pegados. Cogieron casi sin moverse, suspendidos en el aire, con un vaivén que le agregaba algo de ensueño a aquella otra piel. Después del orgasmo, a pesar de que lucharon con besos contra el peso de los párpados, se quedaron dormidos. Sergio no soñó otra cosa que estar envuelto por ella. Se despertaron al mismo tiempo (imposible llegar solo a la vigilia) y abrieron el capullo. Ella se vistió, levantó el mosquitero y voló fuera del cuarto. Sergio permaneció inmóvil para sentir el balanceo que había dejado en la hamaca la partida de Helena.

A razón de la hijadeputez de converitr américa latina en un campo donde ya no se producen alimentos sino combustibles para que los putos gringos puedan hacer en auto las tres cuadras hasta el gimnasio, salió en la contratapa de Página 12 la frase del día:

"Combata el hambre y la pobreza:
cómase a un pobre"

Dicho por una mujer:

"- No todas las mujeres son unas perras. Pero las que no son perras son idiotas. No sé por qué."

Sólo ahora me doy cuenta de la ironía cruel de Tarantino. Contrata a David Caradine, actor que reemplazó a Bruce Lee (demasiado chino para los estúpidos productores yanquis) en la serie Kung fu, para ser el archienemigo de una mujer que se viste con el traje de Bruce Lee.
Claro que David no tuvo nada que ver con la estafa a Bruce pero igual me pareció demasiado.

Hoy escuché a una nenita de unos site años que hablaba con un adulto, presumiblemente un tío, y le dijo:

- Claro, yo no soy así, pero te entiendo.

Me maravilló la capacidad de comprensión de esta personita.

Pobre blogcito, lo tengo abandonado. La razón es más o menos buena: escribí 47 páginas de una novelita en 17 días y voy a por más.

Volví para decirles que terminé de leer El pasado de Pauls y me gustó. Pero, como había supuesto, le sobran la mitad de las páginas. Igual no pude dejar de identificarme con Rímini y a Ari con Sofía, también muchas cosas de la relación en pareja. La forma de querer que tiene ella, las capas y capas de miedo que arrastra él. También me pasó que se me pegó un poco su prosa, claro que de una forma mucho más concisa. En fin.
Hay ciertas incongruencias en la historia que me molestan un poco. Quien no lo leyó, pare en este punto.



¿Cómo puede ser que la muerte de una novia frente a sus propios ojos no tenga ninguna consecuencia emocional? ¿Cómo es que sólo recuerda al hijo al final, en una línea amarreta? Además, hay tres muertes importantes y me pareció demasiado. Como que la cantidad diluye el efecto que podría tener una sola muerte. Lo del Riltse se prolonga demasiado y aburre, como lo de la maestra depresiva. También me molestó un poco que se volviera tan servicial y dócil con Sofía y sus Mujeres que Aman Demasiado (MAD). Deja una última imagen del amor algo mojigata.

Tuve dos sueños, o dos partes de un mismo sueño:

Vivía en una ciudad apocalíptica, con edificios derruidos y en un permanente estado de sitio. Estaba embarazado. Sisi. No sabía bien cómo, los doctores decían que existían casos de embarazos espontáneos masculinos, y yo era uno de ellos. Mi papá me llevaba a la consulta médica.

Por momentos era el piloto novato de un avión de pasajeros, por momentos el copiloto que trataba de enseñar al piloto y por momentos un narrador testigo fuera de los dos. El piloto volaba muy mal, casi choca un par de veces y atravesó un cartel en el despegue. En un momento el copiloto se queda dormido y se despierta porque está cagado de frío, mira a su alrededor y se encuentra casi fuera de la atmósfera. El altímetro ya ni marca ninguna altura. Le dice al piloto que baje. Desde afuera veo cómo el avión cae en picada sobre la península de Corea. No logra estabilizar el vuelo y se estrella contra el piso. El copiloto, que vuelvo a ser yo, sobrevive y el piloto, que también soy yo, también. Están sobre la costa, junto a un mar paradisíaco.

Hoy dormí siesta por primera vez en mucho tiempo. Soñé que iba en un auto, sentado en la parte de atrás, con otra gente. Íbamos junto a un acantilado, abajo podía verse el mar con unas olas enormes y la playa que también tenía sus olas. La arena se movía como si fuera agua: subía hasta romper sobre sí misma y salpicar más arena hacia todos lados. En un momento, el que conducía frena de golpe pero no puede evitar que el auto caiga por el acantilado hacia la playa. Empezamos a andar por la playa, paralelos al mar, cuando una ola enorme subió sobre nosotros y cayó con toda la fuerza. Pensé que el agua nos iba a llevar pero no, el auto aguantaba. Así cayeron olas tras olas que justo rompían donde estábamos andando. Cuando me sentí seguro le pedí al acompañante que me cambiara de lugar para sacar unas fotos, ni siquiera sé si tenía la cámara. Cuando al fin pude sentarme, ya salíamos de la playa. Pedí que diéramos otra vuelta pero jamás sucedió.

Acaban de pasar dos cosas extraordinarias. De adelante para atrás: acabo de conectarme al msn y no hay nadie, nadie, de ningún país, conectado; un chabón me dijo algo bonito. Fui a la pizzería, de camino de regreso nos interceptaron y entramos a un boliche para tomar un poco más de birra y mirar a una rubia que tenía bastante onda. Al fin logré liberarme del alcohol y el jolgorio y caminé a la parada del bondi, donde sólo esperaba una pareja. Pasaron varios bondis pero ninguno me llevaba. Me cansé y paré un taxi. ¿Los llevo?, dije, voy a Bulnes y Rivadavia. Bueno, dijo ella. No hablamos en los diez minutos de trayecto. La pareja se bajó a dos cuadras de mi casa. Iba a darte cinco pesos, dijo él, pero me doy cuenta de que no es nada y que ya te lo pagaron. Eso me dijo, no me dejó ni un peso y se fue con la novia.

Me dejaron feliz.

Según el cronograma para novelita que estoy escribiendo, en las siete horas que quedan de este día tengo que escribir ocho páginas. Así que bajé con Dorita a la mejor heladería del mundo, que casualmente queda debajo de mi casa, y pedimos helado de mascarpone con frutos del bosque, chocolate amargo y dulce de leche con dulce de leche y bolitas de chocolate. Así que en este momento, escribir es un placer pleno, cremoso, que me derrite con el universo.

Algún día voy a tener que hacerle un monumento a mi ventana. Por ahora, le voy a dedicar un ensayo fotográfico.



PD: y no la hice posar, ella sostiene el vaso así.

Hoy me levanté todo dolorido por el entrenamiento de Kung Fu de ayer. Estuvo intenso pero no tanto como para haber terminado así. Hace semanas que volví a entrenar, cierto es que no con la misma constancia, pero ya tendría que haber recuperado mi estado físico. Además, la acidez vuelve a atacarme. Sin contar que a veces, los fines de semana, llego a la madrugada y le cuento cosas a mi amiga Paula (despierta en Barcelona) para después no recordarlas.

El otro día me contaron que, medicamente, es abuso de alcohol beber más de 14 tragos semanales. Un trago equivale a 100 cc de vino, 200 cc de cerveza, dos medidas de bebida blanca (que considero injusto porque dos medidas es un montón).

Sí, estamos todos en el horno.

Les cuento todo esto para que entiendan mi resolución y mi necesidad de dejar alguna constancia de la misma:

Voy a beber menos.

Hoy me gustaría recordar lo que soñé anoche

pero no.

Llega el otoño,

y
todo
tan
desnudo.

Tenía que caminar un par de cuadras, estaba decidido a sentarme en un bar a escribir. Pero no entendía cómo cada paso chocaba contra el piso, tan sólido. Algo que no se correspondía con mi sensación de vértigo. Entré en un bar, pedí una cerveza y encendí a Dorita. Pero hay algo en esta mesa de mármol, en esta luz amarilla, en este vaso casi vacío que incomoda. Como si las cosas no quiseran estar acá, o ser acá y ahora. Como si el tiempo y el espacio fueran molestos, un cuarto tan pequeño que no alcanza.

Acá, ahora, ningún lugar, ningún momento podría abarcarme.

Es cierto, le estoy dando poca bola al blog. Pero es por una buena razón: estoy escribiendo mucho. Así que sepan disculpar. Mientras lo piensan, les dejo a Los Hermanos con Ana Julia. Un tema que me recordó el blog de trampaxxx, que pueden ver en mi zapin. Pasen y vean, qué lindas chucherías.






PD: éste es EL tema de los pibes en el brasilero.

Es un invento

pero es ella:

La contratapa de Fresán en Página 12, que pueden mirar acá habla de un librito que salió que se llama "Not quite what i was planning". Es la recopilación impresa de un espacio que se abrió en una página de internet para escritores (www.smithmag.net/sixwords). Ahí puede escribir cualquiera. Única regla: hacerlo en seis palabras.

Mi pequeño aporte:

No sabía hacer nada, entonces escribió.

Hoy me desperté seis y media y no pude volver a dormirme. Mala suerte, porque hoy es un día largo. Lo bueno es que tenía a dorita durmiendo conmigo. Paula estaba conectada y me acordé que había soñado con ella. Le conté el sueño recién salidito del horno.

Estoy con ganas de viajar. Son como ganas de llorar.

Qué extraño, de un día triste surgieron muchas horas productivas. Hacía meses que no escribía tanto y que me gustara. Cierto es que la tristeza no tenía que ver directamente conmigo, era como si el universo mismo estuviera triste. Recién ahora entiendo que triste no es la palabra. Desnudo, tal vez.

En fin, agradezco por todas las palabras que me depositaron el día de hoy.

Hoy estoy así.

Hay algo triste en el aire.

Ayer vino mi amiga Vicky a casa y estuvo muy bien. Cerveza, kung fu y película. Hacía mucho no que compartíamos un momento así.
La película fue El arco, otra vez de Kim ki duk.
Me gustó. Linda historia, lindos personajes, lindo final. Además está todo filmado en un barco en medio del mar. En toda la película no se ve tierra firme. Debe haber sido un kilombo hacerla. Lo único que tengo parar reprocharle es que hay un personaje importante, aunque secundario, que es demasiado sonso. Entiendo que no tiene que robar escena a los dos protagonistas. Pero me pareció tan insulso que me daba ganas de que lo mataran.
La línea sigue: antes de Primavera,..., etc las historias son heavy metal; después, bonitas.

Ésta es vicky por la mañana.... (lo demás es silencio)

PD: Para los que vieron ésta y La isla: ¿vieron que en El arco hace lo que pensé que tendría que haber hecho en la otra? Cuando se va su amor, la soga que está atada a la lancha lo va ahoracando a medida que se aleja.

PPD: Mi ventana es lo mássss.