El otro día mi amiga Paula me mostró unas fotos. Eran fotos de ella, fotos que yo le había sacado hacía ocho nueve años. En ese tiempo recién empezaba a estudiar algo de fotografía y las fotos tienen la torpeza de la ignorancia. Y también su frescura. La misma frescura que recién ahora puedo volver a producir. Cuando encuentro cosas que escribí hace tiempo me pasa lo mismo que me pasó con estas fotos: me conmueve el camino que hay que recorrer para volver a ser uno mismo.
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