Fui con mis viejos a un lugar que se llama Villa Ventana, al toque de Sierra de la Ventana, claro. Es un pueblito onda Cariló: cheto y con bosquecitos. Hacía mucho tiempo que no me iba con mis viejos a algún lugar, menos sólo nosotros tres. Y no estuvo mal. La buena bebida y la buena comida siempre ayudan, pero convivimos en una armonía que no esperaba encontrar.
Hablé bastante con ellos aunque no de las cosas importantes. Qué tarado (qué cobarde), era una buena oportunidad y la dejé pasar. En fin. Una vez más sorprendió cómo llevan una ideología más o menos progre mientras pueden tener reacciones de lo más fachas. Ejemplo: están a favor de las retenciones y de la muerte de las afjp pero mi viejo puetea cuando viene el chabón con el trapito amarillo y le dice ¿le cuido el coche?; están en contra de la baja de la edad imputable pero no pueden evitar los prejuicios, miedos y reacciones contra los pobres pibes que se fuman un porro al lado de su casa; creen que los barrios privados y countries son una mierda, que no se puede vivir aislado de la sociedad, pero su casa parece una fortaleza llena de rejas por todos lados. Y así.
Algo que me parece facinante de mis viejos, tal vez una de las mayores contradicciones del universo, es que se adoran. Llevan 40 años de casados pero todavía se adoran.
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