Anoche, en el taller de Ueno vimos un documental de Chris Marker acerca del arte negro, el arte de los pueblos de África. Es un mediometraje de cuarenta minutos en blanco y negro. Una de las cosas que decía era que el arte negro no es arte en la forma que nosotros lo entendemos. Sino que el arte en África era la forma en que vivían, en que morían. La confección de una cuchara, una máscara ritual, una estatuilla religiosa, las ropas que vestían, todo era parte de eso que está detrás de los clichés, detrás de la hoja aparentemente en blanco, detrás de la belleza.
También hablamos acerca de llevar la cámara a todas partes, que se parece a lo que hacen algunos escritores: llevar siempre un cuaderno y una birome. Yo llevo un cuaderno, una birome y una cámara a todas partes. Pero casi no los uso. De todas formas creo que en estos momentos está bien. Ando contemplativo, ¿vio? Creo, lo estoy pensando ahora, que el ciclo pasa por tres etapas. La primera sería la contemplación, la segunda la verborragia y la tercera la búsqueda. La contemplación no sólo es mirar, también leer, escuchar, emborracharse con los amigos. La verborragia es esto mismo: escribir boludeces, sacar fotos a lo pavote. La búsqueda, y es ahí donde te quiero ver, es qué hacer con todo eso.
Siempre pensé que las fotos y las palabras se parecían. Para mí, una foto linda es como una palabra linda o una oración linda. O sea, caca. Una oración linda no es nada. Una foto linda no es nada. En realidad, hay pocas oraciones que solas llegan a internarse en las sombras del bosque, en las luces del bosque. Y ahora no se me ocurre ninguna. Es que si uno quiere, está bien, si yo quiero llegar a lo que está detrás de la belleza, de las palabras, de las fotos, no puedo quedarme sentado, satisfecho con lo lindo que salió todo. El sentido no está en las palabras ni en las fotos, incluso son las fotos, son las palabras las que nos esconden la vida, eso que late. Ahora, ¿cómo usar las fotos, las palabras, para que nos cuenten lo que tapan? Oh dilema. Cosa rara, esta gente en África parecía conocer el camino. Muchos de los pueblos que llamamos primitivos parecían conocerlo. Creo que Juan L Ortiz hablaba de esto en una entrevista. El Zen parece conocerlo. Y supongo que mucha gente más. Pero nos llenamos tanto de palabras, de imágines, de ropa, de televisión, de guita, de cosas que cada vez parece más lejos. Lo que sospecho es que en realidad no son las palabras ni las fotos lo que tapan la verdad sino nosotros mismos. Oooohhh, chocolate por la noticia. Sí, no soy original. Entonces, la forma de hacerlo es como se viene haciendo desde siempre: hay que buscar en el espacio entre las palabras, entre las fotos. A veces, cuando uno pone dos fotos juntas pasa algo. No pasa en las fotos, sino entre ellas: una alquimia. Amor, tal vez, a veces. Mierda. No pensaba llegar a esto. Así que el amor tiene algo que ver con la verdad, ¿no? Hmmm. Decía, después de contemplar, después de escribir y de sacar fotos a lo pavote, llegamos a la búsqueda, a la búsqueda de lo que está detrás de la belleza. Y para llegar a lo que hay detrás de las fotos, detrás de las palabras, tenemos que poder ver la alquimia que hay entre ellas.
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