Wednesday, May 02, 2007

Estos días estuve charlando acerca de esa costumbre de pedir deseos. Me contaban que hay un par de trucos que (yo soy un boludo) no conocía. Uno es pedir, no sé, cincuenta deseos más y así hacerlo infinito. Otro es pedir que cuando de verdad se necesite que se cumpla un deseo, que se cumpla en serio. Me pareció un poco trucho, además de que me dio un poco de bronca porque no se me había ocurrido a mí. Sí se me ocurrió algo con una tradición japones: se trata de hacer mil grullas para que un deseo se cumpla. Hay un cuento muy bueno, "Mil Grullas", de elsa bornemann que trata de esto. Cuando yo me enteré, empecé a hacer grullas con un proceso bien fordista. Primero corté mil cuadraditos, después hice mil veces el primer paso, mil vece el segundo y así. En realidad hice todo 999 veces, porque no sabía qué pedir. Tuve guardadas en dos cajas de zapatillas 999 grullas por, tal vez, un par de años. Cuando al fin supe qué quería, me di cuenta de que era una truchada. Que toda la magia sucedía cuando uno hacía 1000 grullas para ese deseo; yo iba a hacer una sola. Así que quemé las 999 grullas. Y, claro, el deseo nunca se cumplió.

5 comments:

ViRGINIA said...

como me gusta leerte.

paulenka said...

lo sé lo sé... el valor está en hacerlo en una sola noche, como en el cuento que creo haberte presentado...
yo también hice grullas pidiendo un deseo, pero nunca terminé, y el deseo medianamente se hizo realidad... tal vez es una forma de decir tiempo al tiempo que aquí no hay milagros...

Mata said...

V: gracias, disfruto mucho escribirnos.

P: me presentaste muchas cosas del universo pero no este cuento, lo leí en la primaria. No, no hay milgros. Supongo que el único milagro es creer en uno mismo.

c é c i l e said...

impecable!

ViRGINIA said...

Mata:si!!!