Ayer fui a ver El Artista de Gastón Duprat y Mariano Cohn, con la actuación de Sergio Pángaro y Alberto Laiseca. Me gustó mucho. Trata de un enfermero que gracias a los dibujos que le roba a un enfermo mental se convierte en el artista del momento. La fotografía está bastante bien, aunque a veces parece un poco dura, no sólo porque las cámaras son siempre fijas, como fotografías, también porque los planos son siempre cerrados. Las actuaciones están bien y a Laiseca el papel de enfermo mental le queda como traje a medida. Me encantó verlo actuar. También me gustó la forma en que trabajan el sarcasmo. Es que a pesar de que uno se ríe, no deja de sentir la soledad de los personajes.
Quiero pasar a hablar de los planos y de la historia pero para eso tengo que adelantar cosas del final, así que los que no la vieron dejen de leer ahora.
Me gusta la historia porque supieron resolver el final. Es una historia bastante simple que ya se ha contado varias veces pero lo bueno de esta versión es que el tipo, a pesar de ganar montón de plata, levantarse a una mina (supuestamente) linda y hacerse famoso, nunca logra salir de su soledad. En un momento trata de redimirse, de contarle a la mujer, que en realidad no quiere, que él no es quien hace los dibujos pero no le dan bola. Ante del final, cuando se muere el viejo, yo había pensado que el tipo se iba a quedar tan solo que la locura iba a pasarle a él y me imaginé una última escena con Jorge en el psiquiátrico. Demasiado circular mi suposición. Cuando terminó me di cuenta que ese final con el tipo viajando solo a italia, casi escapándose, y quedándose solo en una ciudad que no conoce, en un idioma que no habla, era mejor. Porque el protagonista se había condenado sin haber sacado un provecho real de todo el asunto. La soledad seguía con él.
Acerca de los planos, me gustan los primerísimos planos sobre el viejo, favorece mucho a la actuación de Laiseca, pero después abusan. Lo usan sobre el protagonista y sobre personajes secundarios. Si lo hubieran sólo usado con el viejo, la sensación de soledad sería mayor. Tal vez podrían haberlo dejado para el final, para la soledad final del protagonista para ganar significado. Pero al usarlo en tantos personajes tantas veces se diluye el efecto. Me gustó también cómo resolvieron no mostrar los dibujos en las muestras, con un cartón recortado que hacían de marco-pared, como si los dibujos estuvieran viendo a los espectadores.
Y claro, algo de Baccarat: Hippie en Constitución
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