Día 6:
“Hoy me desperté antes del amanecer. Sí, solo. Me fui al mirador a saludar la salida del sol. Un besito de dios, o de alguien así.”
“Encontré otro lugar increíble, junto al mirador. Flores amarillas y violetas, sauces y pasto suavecito y dos caballos sueltos.”
“Volví a la posada en busca de un mate. Las chicas se levantaban en ese momento. Compartimos mate y galletitas (mazas, le decían ellas) y pan. Fuimos al lugar increíble Nro 1 para descubrir que estaba conectado con el lugar increíble Nro 2. Y surgió esta sospecha: todos los lugares increíbles están conectados. Así que nos sentamos a desayunar en el arroyo, rodeados de flores y de una sensación de paraíso.”
“C es muy linda. Tiene onda, actitud más que nada. O sea, hay que tener mucha onda y mucha actitud para llevar unas calzas tan feas y que igual te queden bien. De todas formas, me enteré más bien pronto que tiene novio. Volvimos al hostal para prepararme para la vuelta. C me pasó un libro porque le había contado que había dejado los míos en Salta. Pero esperá, dije, cómo voy a devolvértelo. Cuando lo termines, dijo, pasaselo a otro viajero. Me gustó eso. Así que doy inicio al libro viajero: El viaje del elefante, de Saramago”
“Volví a la Quiaca y crucé a Villazón. En la aduana, hay un puente por donde sólo pasan coyas cargados de bultos enormes Caminan rápido y vuelven corriendo Es zarpado todo lo que cargan. No entiendo por qué cruzan por otro lado. Villazón es un Once enorme pero sin coreanos ni judíos ni nada, sólo bolivianos. Todavía no logro encontrarle la onda. Me parece que busco la mochila en la Quiaca y empiezo a bajar”
“Estoy en el bondi a Huahuaca. En la aduana, cuando crucé de Bolivia a Argentina, no quisieron creerme que era argentino. Sos residente, me dijo el cana. No, soy argentino, nací en argentina Y el tipo miraba mi dni y me miraba sin entender mucho.”
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