Ayer iba en el subte y se subieron cuatro ciegos, dos parejas, todos de las manos. Uno de los tipos, que medía como dos metros, apoyó su mano justo sobre mi cabeza. Viajaban los cuatro parados muy juntos y todavía de la mano y hablaban de no sé qué archivos de dos gigas que tuvieron que comprimir, de lo que iban a cocinar anoche, los otros iban a pedir delivery, de los usb y de no sé qué otras cosas. Tengo que reconocer que me sorprendió que esa parte de sus vidas fuera tan parecida a la mía. Me sorprendió porque no ven. Hago esta aclaración por lo que viene ahora:
El otro día me contaron que había unos fotógrafos ciegos que se habían hecho fama. Y parecía joda, como el personaje que aparece al final de Pecker, de John waters, pero no, no era chiste aunque hiciera gracia. Estuve viendo en la net y las fotos sacadas por ciegos parecen iguales a las de cualquier fotógrafo. Como si alguien más, un no ciego, les ayudara en el oficio. Y así no tiene sentido. Una vez vi a un ciego sentir la luz (creo que ya lo conté). Un viejito iba caminando con su bastón y, cuando dejó la sombra que proyectaba un edificio y se internó en la esquina de sol, se frenó, juntó las manos y miró hacia arriba. Supongo que sentía el calor pero seguro también sentía otras cosas. De alguien que no ve, espero fotos que no podría ni haber imaginado, encuadres locos, fuera de foco, texturas, líneas, volumen, no sé. Pero seguro que no quiero ver otra flor más, ni otro pajarito más, ni nada de eso.
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