Tengo que decirlo. Por dios que duele pero tengo que decirlo. Así va a ser mejor. Sí, coraje, carajo.
No me gustó Hapworth 16, 1924 de Salinger. Ahí está, lo dije. Igual duele.
Cierto es que la traducción que pensé que no era mala del todo era mala sobre todo. Pero, por una vez, no es culpa de la traducción. Tal vez por algo Salinger no quiso publicarlo en un principio. Es que en realidad no es una novela. No quiero catalogarlo, en realidad. Es la carta de Seymour Glass a su familia, mientras él está de campamento. Una carta que deambula por todas y cada una de las cosas que piensa este personaje (entrañable, por cierto). Parece uno de esos anexos que uno escribe para conocer mejor a su personaje, donde surgen intimidades, pensamientos, anécdotas. Pero no son historias propiamente dichas y por eso no suelen publicarse. Y creo que Salinger tenía razón cuando decidió no ponerlo entre tapas y que sólo quedara la versión que ya había salido en un diario.
Pensaba extenderme pero prefiero dejarlo acá.
1 comment:
tarde o temprano hay que dejar a Salinger atrás, mi querido saltamontes
Post a Comment