Acabo de llegar de kung fu, volví a mi antigua escuela. Estoy todo roto. Mientras tecleo esto me tiembla la mano derecha. Me había olvidado del calentamiento que ya te mata en los primeros 15 minutos, de las 400 abominables, del agotamiento que parece que te desmaya, de la sangre en los nudillos y de lo placentero que es dar una buena patada.
Tuesday, April 06, 2010
Acabo de llegar de kung fu, volví a mi antigua escuela. Estoy todo roto. Mientras tecleo esto me tiembla la mano derecha. Me había olvidado del calentamiento que ya te mata en los primeros 15 minutos, de las 400 abominables, del agotamiento que parece que te desmaya, de la sangre en los nudillos y de lo placentero que es dar una buena patada.
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