Thursday, December 27, 2007
Hacía tiempo que no tenía una conversación de este tipo y la disfruté mucho. Claro que después de dos horas de hablar de un cuento de cinco páginas, ya me aburrí.
Thursday, December 20, 2007
Saturday, December 15, 2007
Thursday, December 13, 2007
(sin título)
Wednesday, December 12, 2007
Tuesday, December 04, 2007
Monday, December 03, 2007
Ayer conocí una persona de mirada única, mirada cíclope, podría decirse. Tan pura que ni pestañas tenía. Era capaz de rescatar un recuerdo del hueco de nuestras costillas pero era lo único que veía, una sola de esas historias.
- Por ejemplo- dijo al tiempo que señalaba una pareja que subía al taxi. - Aquel hombre traicionó a su mejor amigo. La mujer cuando era niña se encerró con su primo en el placard. Hace meses que el taxista perdió el dinero de la hipoteca en el hipódromo, aunque su familia no lo sabe.
- Sí, todo es posible- dije pera no empujarlo con mi incredulidad.
- Y vos… vos quisiste llorar toda la noche.
Me aferré a la satisfacción de saber que su mirada única no distinguía la sonrisa del hombre, que le abría la puerta a la mujer, que se aseguraba de ampliar el escote de su blusa, reflejado en el espejo retrovisor acomodado por el taxista. Colilla aún encendida sobre el asfalto negro. Y tampoco veía mi necesidad de llamarte.
Sunday, December 02, 2007
Sereno trabaja sin descanso en un tren que también lo tiene como único pasajero. El tren, con la locomotora por detrás y toda una maquinaria de infierno y vapor por delante, fabrica y emplaza sus propias vías y durmientes de concreto. Avanza con lentitud pero inexorablemente sobre un campo vastísimo. Sereno sabe que en poco tiempo su invención se quedará sin acero, sin cemento, sin carbón. Cuando llegue ese lugar, a ese momento soñado con un río que lo cruza verde y silencioso, se sentará a beber un té de menta en su nuevo hogar.
Wednesday, November 28, 2007
Monday, November 26, 2007
Friday, November 23, 2007
PD: ahora que pienso, el amor tal vez no es otra cosa que una forma de agradecimiento.
Monday, November 19, 2007
Friday, November 16, 2007
Thursday, November 15, 2007
Tuesday, November 13, 2007
Consigan el cuento.
PD: también me gustó el de Enriquez y el de Oyola
Monday, November 12, 2007
Saturday, November 10, 2007
Friday, November 09, 2007
Tuesday, November 06, 2007
- Papá ¿qué es la política?
- Es una forma en que se relacionan las personas de una sociedad
- ¿?
- Por ejemplo. Yo, que traigo plata a la casa, soy el capitalismo. Tu mamá, que distribuye esa plata de la forma más justa, es el socialismo. Teresa, la mujer a la que le pagamos para que limpie la casa, es el proletariado. Tu abuelo, que nos da consejos para que hagamos mejor las cosas, es el sindicalismo.
- ¿Y yo, papá? ¿Yo qué soy?
- Vos sos el pueblo, que crece con la política. Y tu hermanito recién nacido es el futuro. Ya es tarde, andá a dormir.
- Buenas noches, pa.
El chico se va a dormir pero se despierta en mitad de la noche porque su hermanito llora. El bebé se hizo caca encima. Entonces el chico va al cuarto de los padres, donde encuentra sólo a la mamá, que duerme. Oye ruidos en el cuarto de Teresa. Se acerca y ve al papá que se mueve sobre la mujer y al abuelo que mira atento desde la puerta. El chico decide volver a acostarse.
- Buenos días, hijo. ¿Y? ¿Entendiste lo que es la política?
- Sí, anoche entendí todo. Cuando el pueblo va en busca de ayuda se da cuenta de que el capitalismo se coge al proletariado, mientras el sindicalismo mira y el socialismo duerme. Por eso nuestro futuro está cagado.
Por suerte, cuando uno llega al fondo, sólo queda rebotar. Bueh, eso espero.
Tuesday, October 30, 2007
Sunday, October 28, 2007
Thursday, October 25, 2007
Nada es gratis (12 de marzo al 17 de marzo)
No me interesa/ me aburro: 5 veces
Uy, qué tarado: 8 veces
No quiero ser tu amigo/a: 8 veces
Quiero cogerte: 10 veces
¿Cuándo me vas a dar un beso?: 12 veces
Qué orto/qué tetas/qué lomo: 27 veces
Te quiero/te amo: 28 veces
No me lastimes, por favor: 62 veces
Me dan mucha impresión las operaciones, cortes, inyecciones y ese tipo de procederes pero disfruto de una buena pelea con sangre. Raro eso.
Tuesday, October 23, 2007
Me hizo acordar un poco a Boris Vian, por los personajes y los delirios por los que transita. Aunque, sin haber leído mucho de Vian, me gusta más el trabajo del ruso. De alguna forma, la fantasía parece más ligada ala historia, como algo estructural del argumento, minetras que en Vian siempre me pareció como pegado, más un artificio que una obra.
Esta novela la publicaron como veinte años después de su muerte y al parecer el tipo, en algún momento la había quemado. Después volvió a escribirla de memoria. "Los manuscritos no arden", dice el Maestro.
La verdá que el libro me quitó algunas telarañas que se iban juntando en una parte de mi imaginación. Me refrescó la mente y ahora me gustaría escribir un poco así. Voy a probar con un cuentito cuando termine éste del río.
Friday, October 12, 2007
Sunday, October 07, 2007
Bueh, me voy a dormir. Mañana almuerzo bien, cocina mi viejo.
Thursday, October 04, 2007
Thursday, September 27, 2007
Por suerte, manana salgo para mendoza. Me esperan Guille, Ana y el universo Lila. Así que nada de sentar el culo frente a una pantalla que escamotea companía. Al menos por unos días.
Mientras, los dejo con Fiona Apple y su Across the universe, exquisito chocolate amargo.
Wednesday, September 26, 2007
Wednesday, September 19, 2007
una historia que abunda en humanidad en xenofobia pura.
PD: mi maq está a punto de morirse por un virus que entró por el msn. Venía zafando pero ya no, a formatear otra vez.
Tuesday, September 18, 2007
Bueno, ayer vi Late Spring con la compañía de Ari. Me gustó mucho pero quiero detallar algunas cosas. Empieza con los títulos sobre fondo gris (gris porque es una peli blanco y negro), que ya anuncian, durante unos cuatro minutos que no pasa nada además de letras que no entiendo, "peli lenta como pocas que haya visto". Llegamos a la primera escena: ceremonia del té. Cuatro, cinco mujeres sentadas en ronda que no hablan porque, claro, están en la ceremonia del té. Pero lo que pasa es que esta escena dura otros cinco minutos donde se muestra en detalle la delicadeza de cada gesto. De todas formas, desde el vamos se nota que el Ozu tiene una fotografía muy cuidada. En esta escena donde todas las personas están sentadas o arrodilladas en el piso, la cámara mira desde abajo, como si fuera un nene o alguien acostado contemplando lo que pasa. Mitad de la película está hecha de esta forma, otro tercio con una fotografía muy bonita y sólo me molestaron algunos primeros planos al mejor estilo de telenovela argentina(o sea: primer plano de Personaje Uno que pregunta; primer plano de Personaje Dos que contesta y pregunta; primer plano de Personaje Uno que responde) Otra cosa que me pareció rara es que todos los planos tenían nada de profundidad de campo (la mayor parte de la escena fuera de foco), no sé si por imposibilidad técnica o como recurso, y además el foco nunca se movía (y creo que la cámara tampoco).
A ver, pasemos a lo que me importa. Dejamos de lado otras escenas interminables (como la del teatro Noh) y pasemos al argumento. La historia es muy simple, incluso ingenua, y aún así te lleva y ayuda a atravesar la lentitud, una mirada para nosotros ya caduca y algunas actuaciones desesperantes (no sé si en esa época era así nomás, pero la mina no para de sonreír como si estuviera drogada). La cosa viene así: una mina vive con su padre, que quiere que se case de una vez por todas; pero la mina quiere tanto al padre que no quiere irse. El relato nos hace suponer que no se casa por algo de miedo por la vida que desconoce y, más que nada, por la relación edípica (para nosotros espectadores freudianos) con el viejo. Además, si ella se casa, seguro el padre se vuelve a casar, algo inmoral para la muchacha (y otra vez edipo). Todavía no sé bien por qué me gustó, pero la verdad que me quedé con la sensación de haber visto una muy buena película. Tal vez porque, pese a la actuación de la mina, logró que me creyera todo lo que me contaba.
Además, Ari, como siempre, lloró con la peli. Es algo que me gusta de ella: siempre logra compenetrarse con lo que sea que esté apreciando, sea película, música, libro, pintura. Aunque a veces esa sensibilidad la lleva a no soportar algunas historias porque le hacen mal. La he visto dejar libros por la mitad o salir del cine con la frase: "Te espero en el café de la esquina".
PD: por lo de "uno de los mejores direcotores de la historia", esta peli no me convenció pero sí logró que quiera ver más cosas del chabón. Ya veremos.
PPD: quien quiera ver la peli pero no quiera saber el final deje de leer ahora.
escena de la peli que me ganó el corazón:
La hija al final se casa. El padre está triste porque la hija se va pero feliz porque sabe que es lo mejor para ella (claro que esto no está explicado), entonces el tipo, con una sonrisa, mira por la ventana iluminada por el sol y dice: - Mañana va a ser otro día hermoso.
Sunday, September 16, 2007
Friday, September 14, 2007
Las cuerdas que rodean el ring, que tantas veces vistas desde abajo me habían parecido una jaula, no hacen más que encerrar al resto del mundo. Desde arriba, todo lo demás se ve pactado, transado, sometido al antes y al después. Sobre la lona, los segundos se aferran, se guardan en puños cerrados; el tiempo se mira, se respira, pesa. Mi contrincante, el pobre tipo al que ni siquiera le dejan la compañía de la banqueta, me mira compasivo. Tres asaltos de realidad para enseñarme que todo está tan lejos que la lucha sólo puede ser conmigo mismo. Miro por última vez aquella escalera que me abandonó donde ni siquiera existen enemigos. Suena la campana.
Wednesday, September 12, 2007
Tuesday, September 11, 2007
Saturday, September 08, 2007
Lo único que cuenta es hacerse cargo; ser cagón es todo lo contrario. Odio ser cagón. Y puedo asegurarles que no quieren cruzarme cuando me estoy odiando.
En algún momento será otro día, esperemos que sea pronto.
Friday, September 07, 2007
Nos dábamos un beso, dijiste que vos también me querías.
No podíamos entender todo ese tiempo…
Pero anoche el tiempo no importaba.
Daban ganas de llorar que pareciera un sueño dan ganas de llorar.
Ahora, no sé si estoy triste, enojado, feliz o es toda esta solidez que me duele.
Respiro profundo en busca de respirar ese sueño, comer de ese aire que se escapa entre los párpados.
Cierro con fuerza los ojos pero el agua siempre cae del puño.
No sé cuándo pueda volver a soñarte, amor.
Thursday, September 06, 2007
Acostado solo en la cama, con todos los recuerdos que no quiero en una espiral que cae conciéntica, me doy cuenta de que a veces el tiempo, rodillas cada vez más cercanas, también se hace un ovillo.
Y me cubro, me tapo con la esperanza de que todo eso pase de largo. Pero eso espera, parece no tener otra cosa que hacer, así que espera hasta que, solo, derrotado, en la madrugada, me destapo los oídos: eso me dice su nombre.
Wednesday, September 05, 2007
Tuesday, September 04, 2007
Brindo por ello. Porque birra hay una sola.
En un momento apareció santaolalla, algo desubicado con su tango, y vicentico, gordo, pálido, paralizado, rascándose (corrección después de comentario de pau) el culo. Por favor que alguien le alcance cianuro al pobre hombre que ya no quiere más de la vida.
Friday, August 31, 2007
Thursday, August 30, 2007
Wednesday, August 29, 2007
Tuesday, August 28, 2007
Lo que saco de esta lectura es la confirmación de que hace un tiempo elegí un camino en mi literatura, la que leo y la que escribo. Necesito sentir algo para que un libro me guste; no me alcanza si las palabras sólo llegan a mi mente.
Sunday, August 26, 2007
Vicky le regaló a Paula una foto donde estamos todos, foto que no conocía y que ayer vi por primera y, supongo, por última vez. La miré mucho tiempo. Me sorprendió algo: somos todos lindos. Vicky dice que es porque nos queremos. No sé. La foto es linda y se nota el cariño, sí. Pero además somos todos lindos. No sabía eso.
Cierto es que la capacidad de razonamiento de los tipos es algo limitada pero nos hacen trampa si se presentan con estos elementos: dos adolescentes rusas, rubia y morocha, uniforme de colegialas, lluvia torrencial, beso en primer plano. Difícil era que no fuera un éxito.
Además, el tema me gusta.
PD: ahora me doy cuenta de que después de hablar de tatu, ni pensamos en una combinación literaria.
Saturday, August 25, 2007
Master Blaster
Con gilberto gil
Thursday, August 23, 2007
Wednesday, August 22, 2007
"todo cielo"
Sunday, August 19, 2007
Saturday, August 18, 2007
Me extiendo con el libro de Oe y el que no lo haya leído no lea más. Está bueno que el tipo, después de buscar una forma de escaparse de su hijo, después de hundirse y estar a punto de zafarse, elija hacerse cargo de la situación. Lo que me parece que no funciona es que después de la operación, se haga expreso que el nene tiene la posibilidad de tener una vida normal y feliz. Tal vez, si se hubiese dejado la duda, una duda con esperanza (por ejemplo terminarlo cuando el doctor entra a la sala de cirugía), me gustaba más, porque de esa forma el protagonista se estaría haciendo cargo a pesar de saber también que lo más probable es que se condene con esa decisión. Me dejó la sensación de que al final se lo premia por hacerse cargo, algo que no funciona con el resto del argumento.
Ahora que pienso, me desagrada el gusto a moralina que te deja en la boca. La misma moralina de la que algunos me acusan.
Wednesday, August 15, 2007
Tuesday, August 14, 2007
Monday, August 13, 2007
Una vez más, en El Entenado, Saer demuestra lo groso que es y aún así no me termina de gustar. Es que los protagonistas de Saer pocas veces son realmente protagonistas de sus novelas, ese rol lo cumple más que nada la prosa impecable del tipo. Muchas veces da la impresión de que los personajes están ahí sólo para ver lo que Saer quiere contar y eso me hincha las pelotas. Claro, soy de esos anacrónicos que les gusta las novelas centradas en personajes. Y también, me canso de tener que buscar los sujetos de sus oraciones de diez líneas.
Mil grullas, pequeña novela de Kawabata, es un despliegue de japonesidad. Tiene estas relaciones cruzadas que tanto gusta este autor y que tan bien le sale. Ahora que pienso, Old Boys también tiene algo de esto pero en kawabata no está forzado. Tal vez porque no espera hasta el final para develar la trama de relaciones. La necesidad de una última escena explicativa es lo que me molesta de la película coreana. En cambio, en Mil grullas, uno puede ver cómo se van formando la trama de relaciones y cómo pesan las miserias, los deseos y la humanidad de los personajes.
Thursday, August 09, 2007
"Como las cosas que nunca se alcanzan"
Wednesday, August 08, 2007
Una vez más, me gusta que no haya buenos ni malos, que la historia se apoye en la búsqueda del protagonista.
No me gustó el final. Y lo malo es que los finales influyen demasiado sobre la calidad de las películas. Muchas veces historias masomenos pero que tienen un buen final me dejan una sensación agradable. En cambio, un mal final después de hora cincuenta de buena película te puede arruinar todo. ¿Qué onda? ¿Por qué pesan tanto esos últimos diez minutos, esas últimas páginas, esas últimas semanas de una relación? En fin, les dejo una escena:
Esa es la felicidad que siento ahora.
Tuesday, August 07, 2007
Friday, August 03, 2007
Thursday, August 02, 2007
Wednesday, August 01, 2007
Un tipo ambienta una cabaña como si fuera del lejano oeste. Se fija en cada detalle y no deja ni rastro de algo que pudiera darle indicio de que en realidad vive en otra época. Así se pasa los días, haciendo tareas que serían del lejano oeste, hasta que sale de la cabaña y se encuentra en el lejano oeste. Vive un par de idas y venidas, chica incluida, hasta que un día llega con la chica a la cabaña dispuesto a ponerla. Empiezan a desvestirse y la mina le pregunta ¿qué es eso? El tipo se mira la muñeca, ve su reloj pulsera y se da cuenta de que no está en el lejano oeste. Y la mina desaparece.
Bien, tal vez soñé la historia, no sé, pero ésta fue la primera vez que comprendí que la percepción de las cosas determina la realidad.
Todo esto para contarles que ayer llegaron Martín y Paula, dos amigos de mi corazón. Verlos a los dos juntos me provocó un pequeño viaje al lejano oeste. Me había olvidado cuánto los quiero. Me siento de veinte años y por suerte no uso reloj.
Monday, July 30, 2007
Ella es Asako, una amiga japonesa. Conversamos de muchas cosas, entre ellas, acerca de nuestra adolescencia. En japón, la etapa más exigente de la vida es la niñez y la juventud. Ya desde la primaria y hasta finalizar la secundaria, los chicos sufren una gran presión. En la primaria, hay que ser buen estudiante para poder entrar en una buena secundaria; en la secundaria, hay que ser buen estudiante para poder entrar en una buena universidad. Sólo si entraste en una buena universidad te podés relajar. Después, todo está tan ordenado que es casi automático el conseguir un trabajo en una de las tantas megacorporaciones. Claro que tu trabajo no va a tener nada que ver con lo que estudiaste. Ahora tal vez no tanto, pero hasta hace diez años, era probable que a los 22 años uno empezara a trabajar en la misma empresa de la que se iba a jubilar.
En fin, toda esta explicación para contarles que, según Asako, yo en japón hubiese sido visto como un chico malo. El rebelde al que todos los demás estudiantes hubiesen visto como la manzana podrida. Porque para la percepción de la sociedad de ese país, ser buen estudiante, buen ciudadano y buena persona están directamente relacionados. Al parecer no importa que un buen estudiante pueda ser un hijoputa que sólo espera la oportunidad de cagar a los demás, porque hace lo que la sociedad espera que haga. Sí, lo sé, esto pasa en todo el mundo pero supongo que este orden se potencia en un país recontrasuperpoblado, sin recursos propios y con la segunda economía del mundo. Por suerte mi amiga Asako no quiere vivir más en Japón.
Friday, July 27, 2007
Todos tenemos que tener las mismas oportunidades porque todos somos seres humanos: eso es democracia, armonía y justicia. Pero decir que somos todos iguales y quedarse en esas palabras es sólo hacerle más fácil el trabajo a quienes nos quieren encajar a todos el mismo celular.
Ahora, porque tengo todavía algo de esa cultura por mis venas, sé que los japoneses se toman la danza de una forma distinta a los argentinos y también sé que la mitad del auditorio no conocía la música que sonaba en ese momento. Con "reticentes" me refería a que no van a bailar cualquier cosa. Por eso me alegré al ver a la gente bailando, porque me di cuenta de que los parraleños eran tan buenos que llegaron al núcleo de la música, ese núcleo que desarrolló el baile en todas las culturas, aunque de manera distinta.
Yo soy argentino decendiente de japoneses y me gusta bailar.
Thursday, July 26, 2007
Wednesday, July 25, 2007
Sábado por medio, me levanto con toda la noche del viernes encima, me baño, como algo y salgo en bicicleta para la práctica de Kung Fu. Lo hago de forma casi automática, como cuando iba al secundario. Tan automática era que una vez me desperté asustado porque me había quedado dormido, me vestí, bajé las escaleras de casa, vi a mis viejos en la cocina (¿qué hacen todavía en casa?) y corrí las seis cuadras hasta el subte. Cuando bajaba al andén me pregunté por qué había tan poca gente, hasta que comprendí que era sábado. Cuando volví y abrí la puerta de casa, toda mi familia se meaba de la risa. En fin, cuando practico kung fu los sábados y estoy a punto de desmayarme por la combinación de excesos, pienso que es el sexto día seguido de entrenamiento, que dormí cinco horas, que bebí demasiado y me pregunto qué mierda estoy haciendo ahí. Entonces, gracias a la meditación Zen, comprendo que todo se debe a que se ha sumado otra semana de no coger.
Tuesday, July 24, 2007
Salinger nos muestra cómo sus personajes intentan algo, sus voluntades llegan a realizar un gesto pero que por falta de timing, de intensidad o de determinación sólo son percibidos por ellos mismos. Eso hace que queden en la intención y que no afecten el argumento sino sólo a sus almas, raíces que no crecen hacia la tierra o el cielo sino hacia el interior de ellos mismos. No cambian en nada la historia, sólo nos dejan la sensación de una soledad, dolor, tristeza o, pocas veces, una felicidad mayor.
No sé, tal vez Salinger, ermitaño perdido en el bosque, hace esto para demostrarnos que la compañía es sólo una ilusión.
En fin, todo esto para advertirles que suelo homenajear (a veces conciente, otras inconcientemente) a este gran escritor con pequeños plagios, acciones imperceptibles y gestos mínimos.
Monday, July 23, 2007
"cumbia poder"
Punto y aparte para los Parraleños. Son muy buenos. Casi todos sus temas son covers en ritmo reaggae cumbiero metaloso de otros temas conocidos para cuaqluiera que tenga más de veinte años (a veces se necesitan por los menos treinta). La banda suena bastante bien (algo que me sorprendió) y el tipo canta bien, además de tener carisma. Pero lo que hace que todo funcione es que creen en lo que están haciendo: se visten de kimono, con cinturón de tachas; se maquillan a lo kiss y llevan pelos largos largos; le ponen actitud y cuando están arriba del escenario son LA BANDA DE CUMBIA METAL SAMURAI. Un hecho que resume bastante lo que quiero decir: la mayoría de los concurrentes eran japoneses o decendientes de, personas reticentes a la hora de bailar pero que en los últimos temas bailaban la cumbia, el reggea y el metal como si lo escucharan de toda la vida.
Friday, July 20, 2007
Wednesday, July 18, 2007
PD: sé que el soporte le quita toda la onda pero de todas formas dejo Seda y Ciudades Invisbles en marxisismo.
Tuesday, July 17, 2007
La alegría es líquida, la felicidad es sólida.
Hacía una hora que escuchábamos música. Aquel bar de Callao tenía una computadora en cada mesa con miles de discos grabados y dos auriculares: un buen lugar para llevar a una chica. Casi sin hablarnos, con Andrea nos turnábamos para elegir los temas. La porción de torta de chocolate y chocolate nos duró un café con leche, un café doble y dos cortados. Salinger dice que la alegría es líquida y la felicidad sólida, dije. Esto es como tener todo junto, comenté al tiempo que comía un poco de torta y tomaba mi café. Andrea no parecía escucharme, agarró mi zippo de la mesa y encendió un cigarrillo. Yo había puesto un tema de Gieco que me recordaba un verano que pasé con mi familia en San Bernardo. Por alguna razón, de Ushuaia a la Quiaca era el único casete que habíamos llevado. Andrea escuchaba con atención y parecía mirar algo detrás de mí. Giré pero no había nada más que gente, autos y la plaza. Casi sin dejar que terminara el tema, puso otro de Gieco, del mismo disco. De pronto, ya no se escuchó música y Andrea se quitaba los auriculares. Me hace acordar a mi vieja, dijo. En ese tiempo sabía que la relación con la madre era compleja, dolorosa y llena de pequeñas violencias. Pero no sabía mucho más y tampoco estaba seguro de querer enterarme. ¿Vamos?, dijo, estoy un poco aturdida. Pedimos la cuenta, juntamos las cosas y cruzamos a la plaza.
Nos sentamos en los escalones de mármol del monumento. Ella tenía esa mirada que empezaba a conocer: sus ojos marrones parecían grises de tan duros y fríos. Ahora yo me sentía aturdido. Ya vuelvo, dije y crucé al kiosco. El tipo que atendía ni siquiera se daba cuenta de que había sacado un agua de su heladera, no dejaba de hablar con dos pendejas, las dos hermosas, las dos con risas insoportables,. ¿Quién me manda a meterme con esta mina?, me pregunté mientras miraba hacia el monumento. Comprendí que estaba enojado y encima tenía que esperar que ese boludo me hiciera caso. Respiré profundo y traté de calmarme. Miré al tipo, a las chicas, la calle y otra vez al tipo: dudé si llevarme la botella sin pagar. Que se mate, yo me voy, me dije. Un peso, dijo cuando estaba a punto de decidirme. Caminé despacio por la plaza, necesitaba tiempo, necesitaba respirar. Varios metros antes de llegar, vi que Andrea buscaba algo en mi mochila. ¿Qué buscás?, pregunté. El encendedor, respondió sin dejar de revolver mis cosas. Acá, dije y le pasé el zippo que guardaba en mi bolsillo. Sabés que no me gusta que revisen mis cosas. No sé por qué dije eso. En realidad no me importaba y nunca le había dicho nada por el estilo. Perdón, no sabía, necesitaba fumarme un pucho. Aunque parecía a punto de llorar no pude dejarlo ahí. Bueno, ahora sabés, dije para no abandonar mi estupidez en una sola frase. En silencio, dio una pitada al cigarrillo. Me senté en el escalón, a una cartera y una mochila de distancia. No tenías por qué decírmelo así, dijo y las lágrimas le daban toda la razón.
Agarré mi mochila y me levanté. ¿Te vas?, preguntó ella cuando estaba a punto de despedirme. Sus ojos ya no parecían grises, sino de ámbar. No, no quiero irme, dije y abrí mi mochila. Primero saqué los tres libros que estaba leyendo en esos días y los dejé en el escalón. También saqué la cámara y el cuaderno, las biromes que guardaba en el bolsillo, monedas, envoltorios vacíos, papeles, volantes, llaves, hasta dar vuelta la mochila y dejar que cosas que había olvidado o que creía perdidas cayeran al piso. ¿Qué llevás en la cartera?, pregunté. Ella, los ojos que dudaban entre la risa y el llanto, dio vuelta su cartera: celular, maquillaje, atado de cigarrillos, agenda, libro y un encendedor cayeron sobre el escalón de mármol. Tenías un encendedor, dije. Andrea se decidió por la risa. Después de separar la basura de las cosas útiles, comencé a guardar mis cosas en su cartera. Era una tarea difícil, pero por suerte en aquella época ella usaba una cartera grande de cuero. Sólo la cámara quedó con el lente el aire. Andrea guardó sus cosas en mi mochila y se la puso al hombro. Qué incómodo que es usar cartera, dije y caminamos hacia una zona de la plaza donde había sol y pasto verde. Por ahora, dijo ella y me tomó del brazo, me conformo con una felicidad líquida.
Monday, July 16, 2007
Sunday, July 15, 2007
Saturday, July 14, 2007
Micro cuentos:
Nunca entendí por qué me dejó su mate. Ella lo quería mucho, yo lo odiaba. Ahora no puedo dejar de usarlo.
De rodillas, aquel hombre me pidió perdón. Piedad, reclamaba. Pero yo, atado y amordazado, no pude aliviar su pena. Cuando me clavó el cuchillo sus lágrimas me entristecieron.
Lo saludé a él, después a ella. Te quiero, le dije al oído. Sólo quedaba salir de ahí, para dejarme solo.
En fin, mi aporte a la asquerosa postmodernidad.
Friday, July 13, 2007
Wednesday, July 11, 2007
Acá les presento a la chica, Marie Digby:
Tuesday, July 10, 2007
Continuamos con el cuento de la vecina. Hubo algunos cambios en el primer párrafo así que lo vuelvo a poner.
Conocí a Mariela en el ascensor de nuestro edificio. Hacía pocas semanas que me había mudado y todavía era amable con todos los vecinos. Abrí las dos puertas tijera de metal negro y esperé que levantara la rueda delantera de su bicicleta y la acomodara en un espacio reducido. No va a entrar, pensé pero era obvio que ella vivía en aquel lugar desde hacía más tiempo que yo, y que conocía los rincones más coloridos. Después de un par de movimientos, giró sobre sí misma, me miró, la mancha rosada que cubría más de la mitad de su cara también me miraba, y dijo: - Entramos los dos. Quise no pensar en su cara, no preguntarme hasta dónde llegaría ni si le dolía o si la piel de ese color se sentía diferente. De todas formas, durante los cinco pisos de recorrido no hice otra cosa que buscar una carambola en el pequeño espejo alargado de las esquina del ascensor. Ella tarareaba un tema, tal vez Calamaro. Abrí las puertas con demasiada fuerza, salí al hall y me aparté para que ella sacara la bicicleta. Gracias, dijo. Quise esperar a ver en cuál de los cuatro departamentos vivía, pero los segundos comenzaban a excederse. Chau, dije al fin. No me escuchó, llevaba auriculares puestos.
Abrí los ojos y miré la biblioteca, el sol leía a los latinoamericanos: todavía era temprano, o al menos no era tarde. La hora límite estaba marcada por un diccionario Larousse de tapas blancas: cuando los rayos del sol llegaban a este punto eran pasadas las once. Antes estaban los latinoamericanos y la madrugada la habitaban los clásicos. El límite entre podría levantarme y ni a palos me levanto estaba marcado por Cuentos Completos de Julio Cortázar y Obras completas de Oscar Wilde, dos libros gordos y bien visibles. Los otras obras en los estantes de abajo sólo cumplían su función de libros. Me levanté con cuidado de no despertar a B. En principio podría parecer una tarea fácil, pero en ese tiempo todavía usaba un colchón de dos plazas tendido en el piso del cuarto, contra una de las esquinas. Por alguna razón, en los meses que llevábamos de conocernos, se había establecido que mi lado de la cama era contra la pared. Algo, como mínimo, mal analizado si se piensa que yo siempre me despertaba a mitad de la noche y me levantaba antes. Me incorporé despacio, caminé por la cama, con cuidado de no pisar ninguna parte del cuerpo de B., que cada noche insistía en arrinconarme, y al fin llegué a tierra firme. Salí del cuarto.
Era más temprano de lo que creía, tal vez era tiempo de reacomodar la biblioteca. La cocina no tenía puerta ni pared que la separara del resto de la casa. En ese momento pensé que al menos debía poner una cortina, para evitar que una de las primeras imágenes de las mañanas fuera el desorden y los platos sucios de la cena anterior. Caminé hasta el baño para mear y lavarme los dientes. Una de las mejores cosas de aquel departamento era que cada espacio tenía su ventana y que estaba en el último piso del edificio, donde la luz llegaba hasta que caía la noche. Volví al cuarto en busca de un pantalón y de una remera. Me vestí sentado en la cama del otro cuarto, que siempre estaba vacío. Cuando me mudé, pensaba que ahí iba a estar mi estudio -computadora, libros, escritorio- separado de mi habitación. Al final puse todas mis cosas juntas, tal vez no estaba listo para disponer de tanto espacio. Me puse las zapatillas y salí de casa.
Cuando llegué abajo, del otro ascensor salía Mariela. Buen día, dije. Hola, dijo ella y cerró las puertas. La mancha era, en aquella mañana, una laguna rosada con un brillo violento. El contrate con uno de sus ojos, recién entonces me daba cuenta de que eran azules, saturaba aún más el color. Comencé a caminar por el pasillo larguísimo. Al fondo, a través de las dos puertas vidriadas, se veía la calle, la gente y los autos. Sin darme vuelta, escuchaba sus pasos a pocos metros. Pasos suaves, no de zapatos. Llegué a la primera puerta y abrí para dejarla pasar. Gracias, dijo. Abrió la puerta de calle y salió. Comenzó a caminar hacia el mismo lado que yo me dirigía. Por alguna razón, pudor acaso, ¿pudor de qué?, reduje el paso para dejar unos metros entre nosotros. Dobló en la misma esquina que yo y entró en la panadería a la que yo quería ir. La atendieron primero. Pidió pan y bizcochos. Pagó, le trajeron el vuelto y me preguntaron qué iba a llevar. Chau, dije a Mariela. Si me seguiste hasta acá, dijo, al menos voy a esperarte. No, no te estaba siguiendo, comencé a explicarme pero por suerte me callé. Pedí media docena de facturas: dos churros con dulce de leche y cuatro de hojaldre con dulce de leche.
Volvimos juntos. Allá, a una cuadra, su dedo señalaba hacia Medrano, tenés Las Violetas. Las facturas son más caras pero valen la pena, dijo y estaba seguro de que la laguna había vuelto a cambiar de color. Entramos al edificio. El otro día te vi con una cámara, ¿sos fotógrafo?, preguntó. No, dije, no todavía. Quise saber dónde me había visto, qué hacía ella ahí, si cuando no se miraba en el espejo sentía aquella mancha, en qué departamento vivía, cómo se llamaba. ¿Cómo te llamás?, preguntó. Yo me llamo Mariela, dijo. Subimos al ascensor, la luz de la mañana que se filtraba por las ventanas y el enrejado parecía de algodón. Mirá esto, dije. Apagué el interruptor de la luz y mientras subíamos, los rayos del sol avanzaban como si el tiempo saltara una y otra vez sobre un disco rayado. Ella extendió su mano en un intento de atrapar aquellos fantasmas, hasta que el ascensor se detuvo en el quinto piso. Me sonrió, abrió las puertas y buscó sus llaves. Que tengas un lindo día, dijo.
Cuando llegué a casa B. salía del cuarto. ¿Qué hora es?, miró el reloj colgado en la cocina. ¿Por qué no me levantaste?, dijo y entró apurada al baño. Te dije que me levantaras, su voz se deslizó justo cuando cerraba la puerta. Soplé el aire que pensaba usar para responderle. Dejé la bolsa con las facturas en la mesada y puse agua a calentar. El calefón se encendió al tiempo que el sonido de la ducha salía del baño. Encendí la computadora que hacía años se sacudía como un lavarropas. Un golpe en uno de los lados la silenció por pocos segundos. Volví a la cocina, cambié la yerba del mate y tiré el agua fría del termo. Abrí el paquete de facturas y elegí una de hojaldre. Estaba deliciosa. No creo que las de las Violetas sean mejores, dije. Puse la bombilla en el mate y agregué lo último que quedaba de miel. ¿Me pasás una toalla?, B. gritaba desde el baño.
Llevé el mate, el termo y las facturas a la mesa del comedor. Desde la ventana podía verse la avenida y el movimiento perezoso de un sábado por la mañana. El churro no era tan bueno como la factura de hojaldre. Después de considerar si el esfuerzo valía la pena, fui a la cocina a buscar el pote de dulce de leche. En ese momento, B. salía del baño. Buen día, dije, atento a sus piernas desnudas, bombacha blanca y musculosa negra. Hola, dijo y entró al cuarto. Volví a la mesa, me senté y puse dulce de leche extra sobre el churro. Serví un mate que tomé despacio. En el cruce de la avenida, cinco colectivos trataban de adelantarse por un espacio donde apenas cabía uno. Los bocinas comenzaron a sonar a los pocos segundos. Serví otro mate y se lo llevé a B., que se maquillaba sentada en la cama. ¿Estás bien?, dije. Sí, estoy bien, dijo mientras me devolvía el mate. Bueno, ¿entonces qué te pasa? Era tarde cuando me di cuenta de que en realidad no quería saber. Nada, dijo. Me apoyé en el marco de la puerta, B. sostenía el delineador cerca de su ojo. No llego al casting. Nunca entendí cómo las mujeres hacían para no cerrar el párpado. Bueh, no es tan grave, le aseguré. Para vos nada es grave, dijo. Volví a la mesa, me serví un mate y terminé de comer el churro con extra dulce de leche.
Ayer flashié varias horas junto a la ventana: nevaba en buenos aires. Justo el otro dí ahabía ido a la muestra de Oesterheld que hay en la biblioteca nacional. No sé si se acuerdan o lo leyeron, pero la invasión alienígena empieza con una nevada zarpada en buenos aires. Toda esa belleza antes del cataclismo. De eso hablaba con Moi: si viene el cataclismo que al menos sea con belleza. Algo que me hizo recordar Bananafish, un cuento de Salinger (el que no lo haya leído, no siga porque voy a contar el final), donde hay una escena preciosa de un tipo que juega con una nena en la playa antes de que vaya a su cuarto de hotel a pegarse un tiro. Siempre me pareció (acabo de releerlo) que el protagonista no logró soportar tanta belleza.
Otra cosa que vi en ese cuento es que el protagonista es Seymour, hermano de los protagonistas de otras dos novelas de Salinger, hermano que se menciona una y otra vez, al que todos idealizan pero que nunca hace acto de presencia salvo a través de sus cartas, poemas o diario. Creo que voy a hacer homenaje (plagiar) esa metaestructura. Que los protagonistas de un cuento sean personajes no presenciales de otro, que influyan en el argumento aunque no estén en la escena.
Thursday, July 05, 2007
Conocí a Mariela en el ascensor de nuestro edificio. Hacía pocas semanas que me había mudado y todavía era amable con todos los vecinos. Abrí las dos puertas tijera de metal negro y esperé que levantara la rueda delantera de su bicicleta y la acomodara en un espacio reducido. No va a entrar, pensé pero era obvio que ella vivía en aquel lugar desde hacía más tiempo que yo, y que conocía los rincones más coloridos. Después de un par de movimientos, giró sobre sí misma, me miró, la mancha rosada que cubría más de la mitad de su cara también me miraba, y dijo: - Entramos los dos. Fueron cinco pisos de buscar una carambola en el pequeño espejo alargado de las esquina del ascensor. Ella tarareaba un tema, tal vez Calamaro. Abrí las puertas con demasiada fuerza, salí al hall y esperé que ella sacara la bicicleta. Gracias, dijo. Quise esperar a ver en cuál de los cuatro departamentos vivía, pero los segundos comenzaban a excederse. Chau, dije al fin. No me escuchó, llevaba auriculares puestos.
Monday, July 02, 2007
Hacía un tiempo largo que no me pasaba: dormí once horas seguidas. Otra vez soñé con estar en en otras tierras. Es obvio que necesito viajar, agarrar una mochila y despegar. Ya veremos. Por ahora toy aprendiendo a disfrutar de leer en la compu, disfrutar de esos viajes que dan un poco de aversión de tan digital, pero que igual funcan. Está muy bien levantarse, prepararse un café, leer una par de noticias importantes y mecharlas con un cuentito de Chejov. Es como si los grosos de la literatura te explicaran la actualidad mientras te recuerdan que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.
(Nota mental: bajar a Nabokov.)
En fin, releyendo estas pocas línes me doy cuenta de que a esta hora no puedo coordinar ideas, así que mejor lo dejo así.
PD: si se les ocurre autor o libro indispensable, lo pueden mandar a marxisismo y dejarme un comentario para que yo lo baje y lo mande.
Sunday, July 01, 2007
y échate a morir.
Friday, June 29, 2007
Ayer a las 8.30 vino un amigo de toda la vida, pero que no veía hacía unos meses. Durante muchos años fue el pesimismo hecho persona y siempre me tocaba ser quien le inyectara un poco de luz a su horizonte. Por suerte en el último tiempo venía sintiéndose mejor. En algún momento de la velada la conversación inició un camino donde empecé a contarle penas que había tenido estos meses, en busca de palabras suyas, que en este momento de su vida podían ser luminosas. Pero resultó que no, que el hijoputa seguía siendo el pesimista de siempre y cada cosa que yo le planteaba él la sentía hacía rato y con mayor profundidad, oscuridad. Hijoputa. No puede ser. Alguna vez me tendría que tocar a mí. En fin. Seguimos la conversación que concluyó en que todo es una mierda, que estamos rodeados de mierda y que la mierda está en nosotros. Por suerte mi último pensamiento fue que somos unos tarados. Se fue a las cinco de la mañana.
"la mayoría de los concurrentes eran japoneses o decendientes de, personas reticentes a la hora de bailar pero que en los últimos temas bailaban la cumbia, el reggea y el metal como si lo escucharan de toda la vida
!!!!!!!!!!!!!??????????????????????????????
me suena autodiscriminativo.
12:10 PM
jaja, autodiscriminatorio.
perdon, es que los japoneses tratamos de hablar el castellano como si fuera nuestra lengua!!
12:11 PM