Thursday, February 05, 2009

Vine al bar de la esquina de honduras y salguero, Gerónimo se llama. La luz del atardecer se cruza en varios puntos, es que enfrente hay unas ventanas de vidrios espejados. Sobre la mesa, el vaso de agua proyecta un racimo de luz líquida. A veces está bueno no tener la cámara.
Acá, en la mesa que tengo en frente, escribí las últimas líneas de Gaijin. Las escribí a mano sobre las hojas impresas. Ya sabía el final, lo conocía desde hacía tiempo. Así que escribí medio poseso, como si me dictaran. Puse punto final y levanté la mirada. Todo estaba demasiado lejos y demasiado cerca. Estaba solo pero con toda la piel pegada a algo más. Me acuerdo que me dieron ganas de llorar.

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