Tuesday, July 28, 2009
Sunday, July 26, 2009
29 de julio - 19 hs. MIÉRCOLES DE POESÍA. CCEBA Paraná 1159 |
Participan: Martín Gambarotta y Oscar Fariña. Este ciclo se plantea como un punto de encuentro entre poetas de diferentes tendencias, edades y recorridos. Los recitales tendrán una frecuencia mensual y contarán con la presencia de al menos dos poetas: uno de trayectoria reconocida y otro de menor nivel de visibilidad. Ambos leerán fragmentos de su obra y, posteriormente, establecerán un diálogo entre ellos y con el público asistente.
Oscar Fariña (Asunción, 1980). De pequeño se trasladó con su familia a Buenos Aires. Publicó Pintó el arrebato (No soporto verme feo, 2006; Colección Chapita, 2008) y Mamacha (Felicita Cartonera, 2008). En el último número de la revista digital El Interpretador se incluye una selección de su actual proyecto, Un ballet de policías en el agua. |
Cuando Buenos Aires llueve es más Buenos Aires. No sólo porque se duplica en sus calles o porque se fríe en el sonido del caucho contra el asfalto y ni siquiera porque las gotas la devuelven a su lugar de ensueño, sino porque Buenos Aires, como cualquier porteño sabe, es la lluvia que alguien está recordando frente a un vaso casi vacío.
Me parece que la historia cae con la llegada de Elías. Pero vamos por partes: ¿qué es esa carrera con la que tanto molestan? No se entiende por qué la carrera gana tanto protagonismo. ¿Por qué Ariel se la pasa corriendo? Sí, ya sé, trata de huir de su pasado y bla bla bla pero si me lo hacen correr tres veces el sentido se diluye. Y lo que no cierra para nada es el final. Un final donde un personaje secundario, la madre en este caso, tenga que explicar la historia (además de que es una explicación pedorra) no puede ser bueno.
Thursday, July 23, 2009
Tuesday, July 21, 2009
Thursday, July 16, 2009
Con X desarrollamos una costumbre matinal que se convirtió en el mejor momento de mis días. El despertador suena 15 min antes de lo que podría sonar, sólo para disfrutar un tiempito en vigilia el abrazo que dura toda la noche. Después ella se va a duchar mientras yo me quedo remoloneando en la cama. A veces, no tarda nada en volver, se tira encima mío y nos cubrimos hasta que gana calor. Después me cambio rápido, bajamos y busco la cámara. Entonces empieza la sesión diaria de fotos. Ella elige la ropa, se la prueba y vuelve a cambiarse hasta encontrar la combinación justa para ese día. Mientras, aprovecho la luz de las ocho de la mañana que, descubrí hace poco, es mi preferida y saco infinidad de fotos. Salimos. Caminamos juntos, ella se toma el bondi y yo, el subte. Así seguirá, al estilo de los haikus de Shiki, todos los días que nos queden.
Monday, July 13, 2009
Friday, July 10, 2009
Con respecto a la boludez de acá abajo me olvidaba una categoría:
Ex (retirado, despedido, renunciado): persona con quien se ha tenido alguna de las relaciones anteriores y con quien se establece un nuevo vínculo permanente en el tiempo hasta que la muerte los mate, de carácter social, con posibilidades afectivo-sexuales, sin derechos y con obligaciones (no contar jamás nada acerca de esa noche, no se te ocurra decirle a nadie de esto, si publicás esto te mato, etc).
Tema encontrado en este blog: My Enemy de Soko.
A ver si entendí,
Chongo/a: (relación informal o en negro) persona con quien se establece un vínculo intermitente, de carácter puramente sexual, sin derechos ni obligaciones.
Chico/a: (contratado o proveedor de servicio) persona con quien se establece un vínculo, sostenido en el tiempo, de carácter afectivo-sexual, con algunos derechos (salidas, comidas, derecho a ponerse celoso/a, etc) y algunas obligaciones (devolver llamados, no desaparecer el fin de semana, no escapar después del coito, etc).
Novio/a (de planta): persona con quien se establece un vínculo sostenido en el tiempo y con proyección a futuro, de carácter social-afectivo-sexual, con derechos (verse feo, oler mal, llamar al otro gordo/a, etc) y obligaciones (lavar si el otro cocinó, pagar cuentas, soportar maltratos, etc).
Huesito (suplente): persona con quien se ha tenido alguno de los vínculos anteriores y con quien se establece un vínculo sostenido en el tiempo, aunque con intermitencias en cuanto a su intensidad, de carácter sexual con posibles huellas afectivo-sociales, con algunos derechos (olvidarse el cepillo en el baño, hacer que el otro vaya a comprar las facturas, abrazos) pero sin obligaciones.
Wednesday, July 08, 2009
Nunca voy a ese barrio. Si por casualidad tengo que cruzar por ahí para ir a casa de amigos, indico a los taxistas que den un rodeo y hasta llego a tomarme dos colectivos para no tener que pasar cerca de esa esquina. No me molestan los recuerdos, si son mi único refugio. No, es otra cosa. ¿Qué, entonces?, se preguntarán ustedes. No sé, yo también me lo pregunto. Pero cuando no me queda otra que cruzar alguna de esas calles, y, señores, hablo de este lado de Rivadavia, donde ni los nombres les quedan, siento como si alguien me la quisiera robar. Sí, eso mismo, alguien me la quiere quitar.
Tuesday, July 07, 2009
Ayer fui a ver El Artista de Gastón Duprat y Mariano Cohn, con la actuación de Sergio Pángaro y Alberto Laiseca. Me gustó mucho. Trata de un enfermero que gracias a los dibujos que le roba a un enfermo mental se convierte en el artista del momento. La fotografía está bastante bien, aunque a veces parece un poco dura, no sólo porque las cámaras son siempre fijas, como fotografías, también porque los planos son siempre cerrados. Las actuaciones están bien y a Laiseca el papel de enfermo mental le queda como traje a medida. Me encantó verlo actuar. También me gustó la forma en que trabajan el sarcasmo. Es que a pesar de que uno se ríe, no deja de sentir la soledad de los personajes.
Quiero pasar a hablar de los planos y de la historia pero para eso tengo que adelantar cosas del final, así que los que no la vieron dejen de leer ahora.
Me gusta la historia porque supieron resolver el final. Es una historia bastante simple que ya se ha contado varias veces pero lo bueno de esta versión es que el tipo, a pesar de ganar montón de plata, levantarse a una mina (supuestamente) linda y hacerse famoso, nunca logra salir de su soledad. En un momento trata de redimirse, de contarle a la mujer, que en realidad no quiere, que él no es quien hace los dibujos pero no le dan bola. Ante del final, cuando se muere el viejo, yo había pensado que el tipo se iba a quedar tan solo que la locura iba a pasarle a él y me imaginé una última escena con Jorge en el psiquiátrico. Demasiado circular mi suposición. Cuando terminó me di cuenta que ese final con el tipo viajando solo a italia, casi escapándose, y quedándose solo en una ciudad que no conoce, en un idioma que no habla, era mejor. Porque el protagonista se había condenado sin haber sacado un provecho real de todo el asunto. La soledad seguía con él.
Acerca de los planos, me gustan los primerísimos planos sobre el viejo, favorece mucho a la actuación de Laiseca, pero después abusan. Lo usan sobre el protagonista y sobre personajes secundarios. Si lo hubieran sólo usado con el viejo, la sensación de soledad sería mayor. Tal vez podrían haberlo dejado para el final, para la soledad final del protagonista para ganar significado. Pero al usarlo en tantos personajes tantas veces se diluye el efecto. Me gustó también cómo resolvieron no mostrar los dibujos en las muestras, con un cartón recortado que hacían de marco-pared, como si los dibujos estuvieran viendo a los espectadores.
Y claro, algo de Baccarat: Hippie en Constitución
Monday, July 06, 2009
El amanecer no llegaba nunca, la lluvia estiraba la noche y el rayo de luz que Martín esperaba ver sobre la biblioteca se diluía en grises azulados. El reloj estaba a sólo un giro de cabeza, tal vez ni siquiera eso, pero, ahora, cualquier movimiento parecía una proeza. Escuchó las gotas que repiqueteaban contra la ventana, quiso distinguir cada una, adivinar las trayectorias y las líneas puntuadas que dejaban sobre el vidrio. Pensó en que todavía tenía que planchar la camisa y se preguntó por qué nunca podía aprovechar las horas de insomnio. Algo que debería hablar con su analista. Aunque tampoco aprovechaba esos cuarenta minutos ni los doscientos pesos que le costaba cada sesión. Cuando se sentaba en aquel sillón negro, siempre le entraba sueño, como si de pronto lo hundieran en agua tibia. Alguna vez, su analista lo había despertado para decirle que se veían la semana siguiente. En cualquier momento suena el despertador, se dijo y lo invadió un terror que le cerró los puños sobre la almohada. Sabía que, antes del chillido de la radio, se escuchaba un clack. Y ese sonido era lo más triste del mundo. Me levanto, mejor me levanto antes. Basta, levantate. Levantate, chabón. Dale. Contá hasta diez y levantate. Siete, ocho. Dale. Nueve, diez. Dale, ahora, arriba. Dale, levantate. La radio voló por el aire y se estrelló en la otra pared. Martín miró los restos caidos en el piso, volvió a acostarse y se quedó dormido.
Saturday, July 04, 2009
Thursday, July 02, 2009
Wednesday, July 01, 2009
El Arruga, así lo llamabábamos. Repartía los diarios de Rubén, laburaba antes de que el mundo se despertara y cuando terminaba volvía a esconderse en la pieza que ocupaba en la pensión. Yo lo oía llegar – tengo el sueño ligero- , los pasos apurados en la escalera y el pasillo, las llaves –tenía un montón de los edificios donde dejaba los diarios- y después sí la puerta. Rara vez se lo veía, suponíamos que guardaba un balde en su cuarto porque ni siquiera al baño iba. Doña Elvira decía que a ella no le importaba, que después de todo era su mejor inquilino, que siempre le pagaba a principios de mes y entonces dejábamos de hacer preguntas y nos íbamos con las manos en los bolsillos. Las pocas veces que lo vi, iba con una capucha que apenas dejaba ver la nariz. Pero sólo con eso uno sabía que el nombre estaba bien puesto. Tenía la piel como pergamino viejo, daba la impresión de que se lo podía pelar todito y dejar la cáscara en una sola pieza.
En alguna noche de borrachera, con los muchachos hablamos del Arruga. Nos dio pena su soledad y pensamos que teníamos que ayudarlo. Se nos ocurrió abirrle la puerta y ahí, de un tirón, hacerle el favor de dejarlo planchadito. Así que salimos al pasillo, caminamos despacio pero seguro las risas y nuestros pasos torpes lo despertaron porque cuando entramos, la pieza estaba vacía. En el perchero colgaban su abrigo y su piel.