Pueblo 2 (Azul). Día 2.
El cielo seguía nublado y daba a los colores un brillo fluorescente. Pensé varias veces en parar para sacar una foto pero cada vez me decía “mejor a la vuelta”. Tardamos como tres horas en llegar a Azul. Cuando al fin vimos la plaza principal, ya era la hora de la siesta y casi todos los negocios estaban cerrados. Estacionamos y caminamos un par de cuadras, pero no había caso: la siesta es sagrada. Lo único abierto era una confitería de lectores de La Nación, al parecer hay una en cada pueblo-ciudad de la provincia. Llamé a L, mi comodín en Azul. Me recomendó La Trattoría y si no estaba abierto que fuera a la confitería de la plaza. Ya de lejos prometía: RABAS Y PASTAS CASERAS.; casi llegando vimos el cartel de ABIERTO y cuando estábamos por entrar nos interceptó un tipo: “Chicos estamos cerrando”. Así que volvimos a la confitería cheta de la plaza. Pollo al verdeo, omelet, 2 gaseosas y cafés: 80 p. Tenían wifi así que aprovechamos para averiguar por hospedaje. Y no estábamos dispuestos a otra noche de carpa. Hubo muchas llamadas: la mitad de los lugares estaban completos. Es que me olvidé de contar que ese fin de semana se hacía el Otoño Azul, un festival de teatro y una de las razones por las que habíamos elegido esa ciudad. Salimos a ver los pocos lugares que nos daban alguna posibilidad. Cruzamos la plaza y vivimos la primera experiencia Salamone. Salamone era un arquitecto-ingeniero nacido en Sicilia pero criado en Buenos Aires. En los años 30, como era amigo del gobernador de la provincia, se le mandó construir una serie de obras públicas: cementerios, plazas, municipios, etc. Lo extraordinario del asunto es que el tipo construyó en un estilo art deco que parece sacado de las primeras películas de ciencia ficción. Así que uno puede estar llegando a un pueblito en medio de la pampa cuando de pronto aparece un monolito en cemento. En el caso de Azul, la plaza está cubierta por unas baldosas dispuestas en forma oblicua, que dan la sensación de que el piso tiene pendientes a dos aguas. Da un poquito de vértigo, el suficiente para hacerlo interesante. Nos dimos cuenta de que el Teatro Español, al parecer el primero de la argentina, estaba ahí en frente. Así que cruzamos a conseguir entradas. Nos explicaron que las entradas se sacaban 15 minutos antes de cada función. ¿Pero se conseguirán?, dijo V y el tipo nos miró como diciendo no-se-preocupen-que-no-viene-nadie.
PD: para las fotos habrá que esperar.
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1 comment:
Uf, Salamone en blanco y negro... Vendrías a ser una especie de Lemmy Caution fotografiando Alphaville. ¿Falta mucho para que subas las fotos?
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