Pueblo 2 (Monte-Azul). Día 2.
Me desperté antes del amanecer y me vestí con cuidado. Es que el colchón garpa pero cualquier movimiento se multiplica como olas. De todas formas V se despertó y se giró para el otro lado. Salí de la carpa. Quería ver la salida del sol pero el cielo sólo pasó de blanco a blanco brillante. Di unas vueltas, saqué unas fotos pero no estaba inspirado. Así que me fui a dormir al auto para no volver a despertar a V. Dormí, pero de a puchos. En un momento golpearon la ventanilla, por suerte no era la policía. Pensé que me habías dejado, dijo. V me había buscado en el camping, dio un par de vueltas, se fue hasta la despensa pero no me encontraba. Hasta que se dijo, si están las cámaras este tipo no se fue lejos. Y, claro, ahí estaba yo, durmiendo junto a mi Minolta.
V se duchó pero a mí me dio fiaca. Además, el baño de minas era mucho más top que el de chabones. Desarmamos la carpa, preparamos mate, metimos las cosas en el auto y arrancamos. Dos personas, un auto: 45 p. Dimos otra vuelta al lago y encontramos un lugar maravilloso: una pasillo junto al agua, formado por hileras de árboles que cantaban y bailaban con el viento y ese color-olor a otoño. Nos quedamos buen rato, con los asientos reclinados y el techo del auto abierto.
Después partimos hacia Azul.
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