Estoy sentado en la cama. La almohada de Pucca hace de respaldo y si dejo de teclear puede escucharse el hielo romperse dentro del whisky. No, no se preocupen que no soy alcohólico. En la puerta cerrada puede verse una L de luz que llega del comedor. Mi hermana habla con su ex por teléfono. La pantalla en blanco llena todo el cuarto. Es que si dejo de mirarla no hay nada, al menos por nos segundos (disculpen, un trago de whisky).
La ficción se me cae a pedazos.
Eso quería decir.
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