Monday, May 31, 2010
Pueblo 2 (Azul). Día 2.
El cielo seguía nublado y daba a los colores un brillo fluorescente. Pensé varias veces en parar para sacar una foto pero cada vez me decía “mejor a la vuelta”. Tardamos como tres horas en llegar a Azul. Cuando al fin vimos la plaza principal, ya era la hora de la siesta y casi todos los negocios estaban cerrados. Estacionamos y caminamos un par de cuadras, pero no había caso: la siesta es sagrada. Lo único abierto era una confitería de lectores de La Nación, al parecer hay una en cada pueblo-ciudad de la provincia. Llamé a L, mi comodín en Azul. Me recomendó La Trattoría y si no estaba abierto que fuera a la confitería de la plaza. Ya de lejos prometía: RABAS Y PASTAS CASERAS.; casi llegando vimos el cartel de ABIERTO y cuando estábamos por entrar nos interceptó un tipo: “Chicos estamos cerrando”. Así que volvimos a la confitería cheta de la plaza. Pollo al verdeo, omelet, 2 gaseosas y cafés: 80 p. Tenían wifi así que aprovechamos para averiguar por hospedaje. Y no estábamos dispuestos a otra noche de carpa. Hubo muchas llamadas: la mitad de los lugares estaban completos. Es que me olvidé de contar que ese fin de semana se hacía el Otoño Azul, un festival de teatro y una de las razones por las que habíamos elegido esa ciudad. Salimos a ver los pocos lugares que nos daban alguna posibilidad. Cruzamos la plaza y vivimos la primera experiencia Salamone. Salamone era un arquitecto-ingeniero nacido en Sicilia pero criado en Buenos Aires. En los años 30, como era amigo del gobernador de la provincia, se le mandó construir una serie de obras públicas: cementerios, plazas, municipios, etc. Lo extraordinario del asunto es que el tipo construyó en un estilo art deco que parece sacado de las primeras películas de ciencia ficción. Así que uno puede estar llegando a un pueblito en medio de la pampa cuando de pronto aparece un monolito en cemento. En el caso de Azul, la plaza está cubierta por unas baldosas dispuestas en forma oblicua, que dan la sensación de que el piso tiene pendientes a dos aguas. Da un poquito de vértigo, el suficiente para hacerlo interesante. Nos dimos cuenta de que el Teatro Español, al parecer el primero de la argentina, estaba ahí en frente. Así que cruzamos a conseguir entradas. Nos explicaron que las entradas se sacaban 15 minutos antes de cada función. ¿Pero se conseguirán?, dijo V y el tipo nos miró como diciendo no-se-preocupen-que-no-viene-nadie.
PD: para las fotos habrá que esperar.
El cielo seguía nublado y daba a los colores un brillo fluorescente. Pensé varias veces en parar para sacar una foto pero cada vez me decía “mejor a la vuelta”. Tardamos como tres horas en llegar a Azul. Cuando al fin vimos la plaza principal, ya era la hora de la siesta y casi todos los negocios estaban cerrados. Estacionamos y caminamos un par de cuadras, pero no había caso: la siesta es sagrada. Lo único abierto era una confitería de lectores de La Nación, al parecer hay una en cada pueblo-ciudad de la provincia. Llamé a L, mi comodín en Azul. Me recomendó La Trattoría y si no estaba abierto que fuera a la confitería de la plaza. Ya de lejos prometía: RABAS Y PASTAS CASERAS.; casi llegando vimos el cartel de ABIERTO y cuando estábamos por entrar nos interceptó un tipo: “Chicos estamos cerrando”. Así que volvimos a la confitería cheta de la plaza. Pollo al verdeo, omelet, 2 gaseosas y cafés: 80 p. Tenían wifi así que aprovechamos para averiguar por hospedaje. Y no estábamos dispuestos a otra noche de carpa. Hubo muchas llamadas: la mitad de los lugares estaban completos. Es que me olvidé de contar que ese fin de semana se hacía el Otoño Azul, un festival de teatro y una de las razones por las que habíamos elegido esa ciudad. Salimos a ver los pocos lugares que nos daban alguna posibilidad. Cruzamos la plaza y vivimos la primera experiencia Salamone. Salamone era un arquitecto-ingeniero nacido en Sicilia pero criado en Buenos Aires. En los años 30, como era amigo del gobernador de la provincia, se le mandó construir una serie de obras públicas: cementerios, plazas, municipios, etc. Lo extraordinario del asunto es que el tipo construyó en un estilo art deco que parece sacado de las primeras películas de ciencia ficción. Así que uno puede estar llegando a un pueblito en medio de la pampa cuando de pronto aparece un monolito en cemento. En el caso de Azul, la plaza está cubierta por unas baldosas dispuestas en forma oblicua, que dan la sensación de que el piso tiene pendientes a dos aguas. Da un poquito de vértigo, el suficiente para hacerlo interesante. Nos dimos cuenta de que el Teatro Español, al parecer el primero de la argentina, estaba ahí en frente. Así que cruzamos a conseguir entradas. Nos explicaron que las entradas se sacaban 15 minutos antes de cada función. ¿Pero se conseguirán?, dijo V y el tipo nos miró como diciendo no-se-preocupen-que-no-viene-nadie.
PD: para las fotos habrá que esperar.
Friday, May 28, 2010
Pueblo 2 (Monte-Azul). Día 2.
Me desperté antes del amanecer y me vestí con cuidado. Es que el colchón garpa pero cualquier movimiento se multiplica como olas. De todas formas V se despertó y se giró para el otro lado. Salí de la carpa. Quería ver la salida del sol pero el cielo sólo pasó de blanco a blanco brillante. Di unas vueltas, saqué unas fotos pero no estaba inspirado. Así que me fui a dormir al auto para no volver a despertar a V. Dormí, pero de a puchos. En un momento golpearon la ventanilla, por suerte no era la policía. Pensé que me habías dejado, dijo. V me había buscado en el camping, dio un par de vueltas, se fue hasta la despensa pero no me encontraba. Hasta que se dijo, si están las cámaras este tipo no se fue lejos. Y, claro, ahí estaba yo, durmiendo junto a mi Minolta.
V se duchó pero a mí me dio fiaca. Además, el baño de minas era mucho más top que el de chabones. Desarmamos la carpa, preparamos mate, metimos las cosas en el auto y arrancamos. Dos personas, un auto: 45 p. Dimos otra vuelta al lago y encontramos un lugar maravilloso: una pasillo junto al agua, formado por hileras de árboles que cantaban y bailaban con el viento y ese color-olor a otoño. Nos quedamos buen rato, con los asientos reclinados y el techo del auto abierto.
Después partimos hacia Azul.
Me desperté antes del amanecer y me vestí con cuidado. Es que el colchón garpa pero cualquier movimiento se multiplica como olas. De todas formas V se despertó y se giró para el otro lado. Salí de la carpa. Quería ver la salida del sol pero el cielo sólo pasó de blanco a blanco brillante. Di unas vueltas, saqué unas fotos pero no estaba inspirado. Así que me fui a dormir al auto para no volver a despertar a V. Dormí, pero de a puchos. En un momento golpearon la ventanilla, por suerte no era la policía. Pensé que me habías dejado, dijo. V me había buscado en el camping, dio un par de vueltas, se fue hasta la despensa pero no me encontraba. Hasta que se dijo, si están las cámaras este tipo no se fue lejos. Y, claro, ahí estaba yo, durmiendo junto a mi Minolta.
V se duchó pero a mí me dio fiaca. Además, el baño de minas era mucho más top que el de chabones. Desarmamos la carpa, preparamos mate, metimos las cosas en el auto y arrancamos. Dos personas, un auto: 45 p. Dimos otra vuelta al lago y encontramos un lugar maravilloso: una pasillo junto al agua, formado por hileras de árboles que cantaban y bailaban con el viento y ese color-olor a otoño. Nos quedamos buen rato, con los asientos reclinados y el techo del auto abierto.
Después partimos hacia Azul.
Thursday, May 27, 2010
Pueblo 2 (Azul). Todavía día 1:
Bueh, me colgué, pero la razón es buena, tal vez la cuente más tarde. Retomo (o rebebo): entramos al camping de Moyano. Estaba vacío salvo por unos pescadores que se habían instalado tremenda luz para tirar línea. La noche estaba tapada por esas nubes rojizas. Armamos la carpa (cierto, al final fue oportuna). Elegimos un lugar al fondo de todo, entre unos árboles. Cuando terminamos, me fui a caminar con la cámara en mano y volví al rato. V había inflado su colchón (hasta inflador se trajo) y quedó una cama de plaza y media. Groso. Otra vez salimos con lás cámaras pero ahora con trípode, 6x6, 6x9, nikon, minolta, canon, digis, todo. El lago parecía un vidrio, una superficie pulida. Me acerqué a los pescadores, uno justo había pescado en ese momento. ¿Puedo sacarles una foto? Me miraron. ¿A mí o al pez? (sostenía orgulloso un pez gordo que todavía coleteaba) A vos, a los dos. Bueh, total somos igual de feos. Mientras yo sacaba de cerca con la minolta, V, unos metros alejada, cubría la escena con su canon. Pronto se olvidaron que nosotros estábamos ahí y siguieron con sus historias y sus chistes. Che, ¿y vos seguís con esa mina? Sí. Se te nota, estás hecho mierda. Es que encima es grandota mide como metro setenta y cinco. Es omo ese cuento del Monito. Y entonces el tipo sabe que tiene toda nuestra atención, y la del lago también. El Tigre un día se encuentra con el Monito y lo ve muy cansado. Che, Monito, ¿vos estás ben? Sí, muy bien, ¿por? No sé, te veo ojeroso, pálido, flaco. Ah, eso es por culpa de la Jirafa que me tiene de arriba a abajo. Que ahora chupame la concha, que ahora las tetas, que ahora la concha, que ahora las tetas. No pude contener mi risa y me alejé hacia V que también se estaba riendo. Sacamos un par de fotos más y nos fuimos a dormir.
Me tiré en el colchón y tuve que reconocer que estaba muy bien. Nos metimos en las bolsas y apagamos la luz. Ahora, muchos pensarán: solo en una carpa, con una mina copada y bonita, y no hace nada: este pibe es un dormilón incurable. ¿Y saben qué? Tienen razón.
Bueh, me colgué, pero la razón es buena, tal vez la cuente más tarde. Retomo (o rebebo): entramos al camping de Moyano. Estaba vacío salvo por unos pescadores que se habían instalado tremenda luz para tirar línea. La noche estaba tapada por esas nubes rojizas. Armamos la carpa (cierto, al final fue oportuna). Elegimos un lugar al fondo de todo, entre unos árboles. Cuando terminamos, me fui a caminar con la cámara en mano y volví al rato. V había inflado su colchón (hasta inflador se trajo) y quedó una cama de plaza y media. Groso. Otra vez salimos con lás cámaras pero ahora con trípode, 6x6, 6x9, nikon, minolta, canon, digis, todo. El lago parecía un vidrio, una superficie pulida. Me acerqué a los pescadores, uno justo había pescado en ese momento. ¿Puedo sacarles una foto? Me miraron. ¿A mí o al pez? (sostenía orgulloso un pez gordo que todavía coleteaba) A vos, a los dos. Bueh, total somos igual de feos. Mientras yo sacaba de cerca con la minolta, V, unos metros alejada, cubría la escena con su canon. Pronto se olvidaron que nosotros estábamos ahí y siguieron con sus historias y sus chistes. Che, ¿y vos seguís con esa mina? Sí. Se te nota, estás hecho mierda. Es que encima es grandota mide como metro setenta y cinco. Es omo ese cuento del Monito. Y entonces el tipo sabe que tiene toda nuestra atención, y la del lago también. El Tigre un día se encuentra con el Monito y lo ve muy cansado. Che, Monito, ¿vos estás ben? Sí, muy bien, ¿por? No sé, te veo ojeroso, pálido, flaco. Ah, eso es por culpa de la Jirafa que me tiene de arriba a abajo. Que ahora chupame la concha, que ahora las tetas, que ahora la concha, que ahora las tetas. No pude contener mi risa y me alejé hacia V que también se estaba riendo. Sacamos un par de fotos más y nos fuimos a dormir.
Me tiré en el colchón y tuve que reconocer que estaba muy bien. Nos metimos en las bolsas y apagamos la luz. Ahora, muchos pensarán: solo en una carpa, con una mina copada y bonita, y no hace nada: este pibe es un dormilón incurable. ¿Y saben qué? Tienen razón.
Tuesday, May 25, 2010
Pueblo 2 (San Miguel del Monte, Azul). Día 1:
Estoy escuchando a Elvis en un cuarto del hotel Blue. Por alguna razón combinan muy bien. El hotel es de esos donde uno se ve obligado a quedarse, donde paran personas que nunca tuvieron la intención de visitar la ciudad y si pudieran se irían esta misma noche. El cuarto es un ambiente alargado con cuatro camas, dos espejos en sus extremos y un televisor en el medio que apunta hacia el único lugar donde no hay camas y donde no va haber nadie para mirarlo: la ventana. La ventana es otra cosa que le agrega a la onda decadente. Pero rebobinemos.
Ayer, después del laburo, pasé a buscar a V. Además de la carpa (al pedo), trajo otro bolso aún más pesado y voluminoso. ¿Y esto? Mi colchón inflable. (Ah bueno) Arrancamos para San Miguel del Monte. Viaje que al principio se hizo denso por todo el tránsito pero que después fluyó por autopistas. En Monte dimos unas vueltas, sacamos fotos y nos sentamos a cenar unas pastas caseras y un benjamín: 70 p. En el restaurante nos dieron un vale para tomar el café en otro negocio de los mismos dueños, así que cruzamos la plaza poblada de adolescentes. No había nadie por debajo de los 12-13 ni por encima de los 17-18. Pregunté a unos que estaban en la escalera de la iglesia si podía sacarles unas fotos y se coparon, tanto que después pasaron otros gritando: Eh, una foto pa los pibes. Con V tomamos nuestros cafés y nos pusimos a charlar. Nos colgamos. Cuando al fin arrancamos para encontrar techo para esa noche ya era la una. Dimos un par de vuelas al lago, nos bajamos a sacar fotos y otra vez nos colgamos. Cuando al fin dijimos, bueh, basta, que vamos a dormir en la calle, eran pasadas las dos. Y nadie quería hospedarnos. Más bien, no había nadie despierto que nos atendiera. Así que optamos por un camping, con la única persona que se apiadó de nosotros: Juanita, del camping del Sindicato de Camioneros. Hugo Moyano conducción.
PD: ya subiré fotos cuando me las revelen. Abandoné la digital.
Estoy escuchando a Elvis en un cuarto del hotel Blue. Por alguna razón combinan muy bien. El hotel es de esos donde uno se ve obligado a quedarse, donde paran personas que nunca tuvieron la intención de visitar la ciudad y si pudieran se irían esta misma noche. El cuarto es un ambiente alargado con cuatro camas, dos espejos en sus extremos y un televisor en el medio que apunta hacia el único lugar donde no hay camas y donde no va haber nadie para mirarlo: la ventana. La ventana es otra cosa que le agrega a la onda decadente. Pero rebobinemos.
Ayer, después del laburo, pasé a buscar a V. Además de la carpa (al pedo), trajo otro bolso aún más pesado y voluminoso. ¿Y esto? Mi colchón inflable. (Ah bueno) Arrancamos para San Miguel del Monte. Viaje que al principio se hizo denso por todo el tránsito pero que después fluyó por autopistas. En Monte dimos unas vueltas, sacamos fotos y nos sentamos a cenar unas pastas caseras y un benjamín: 70 p. En el restaurante nos dieron un vale para tomar el café en otro negocio de los mismos dueños, así que cruzamos la plaza poblada de adolescentes. No había nadie por debajo de los 12-13 ni por encima de los 17-18. Pregunté a unos que estaban en la escalera de la iglesia si podía sacarles unas fotos y se coparon, tanto que después pasaron otros gritando: Eh, una foto pa los pibes. Con V tomamos nuestros cafés y nos pusimos a charlar. Nos colgamos. Cuando al fin arrancamos para encontrar techo para esa noche ya era la una. Dimos un par de vuelas al lago, nos bajamos a sacar fotos y otra vez nos colgamos. Cuando al fin dijimos, bueh, basta, que vamos a dormir en la calle, eran pasadas las dos. Y nadie quería hospedarnos. Más bien, no había nadie despierto que nos atendiera. Así que optamos por un camping, con la única persona que se apiadó de nosotros: Juanita, del camping del Sindicato de Camioneros. Hugo Moyano conducción.
PD: ya subiré fotos cuando me las revelen. Abandoné la digital.
Wednesday, May 19, 2010
Tuesday, May 18, 2010
Cuando escribo ficción logro esquivarme y llegar a lugares que de cualquier otra forma me son vedados. Escribiendo descubrí muchas cosas de mí mismo. Ahora, con los guiones, estoy entendiendo las formas de amor que mi ser (andá a saber qué parte) puede distinguir. Por el momento hay dos categorías claras: amor pendejo y amor adulto. Tal vez no sean categorías sino diferentes etapas de madurez de la persona y del amor. Pero bueh, tanta teorización embola.
Amor pendejo llamo a esos amores que a los escritores les gusta contar. Amores que son como estallidos de luz o de oscuridad. No sólo es la pasión que te arrastra sino una necesidad, un hambre de sentir. Pero hay algo en ellos que son pura mentira. No sé, tal vez porque lo que leemos, lo que vemos en las pelis, está basado en este tipo de amor, nuestra cabeza crea un imaginario de que el amor es eso.
Amor adulto llamo a esos amores que pocas veces se escriben. Y si alguna vez se hace es para contar una tragedia que los cruza. Son amores que además de pasión y cariño requieren esfuerzo y dedicación. Son amores que no brindan ningún espectáculo, sólo el cansancio y la satisfacción de un día de trabajo.
Ahora, la mayoría de las veces fui tras los amores pendejos. Hay algo en mí que busca el amor abandonado, el amor imposible, el amor como fulgor, como implosión de agujero negro, el amor que como consecuencia siempre tiene la infelicidad. ¿Por qué esa parte de mí no puede concebir un amor feliz? ¿Por qué no puedo construir un amor? ¿Será que hasta el amor me da fiaca? Qué pajero, ¿no? O qué cagón, más bien.
Amor pendejo llamo a esos amores que a los escritores les gusta contar. Amores que son como estallidos de luz o de oscuridad. No sólo es la pasión que te arrastra sino una necesidad, un hambre de sentir. Pero hay algo en ellos que son pura mentira. No sé, tal vez porque lo que leemos, lo que vemos en las pelis, está basado en este tipo de amor, nuestra cabeza crea un imaginario de que el amor es eso.
Amor adulto llamo a esos amores que pocas veces se escriben. Y si alguna vez se hace es para contar una tragedia que los cruza. Son amores que además de pasión y cariño requieren esfuerzo y dedicación. Son amores que no brindan ningún espectáculo, sólo el cansancio y la satisfacción de un día de trabajo.
Ahora, la mayoría de las veces fui tras los amores pendejos. Hay algo en mí que busca el amor abandonado, el amor imposible, el amor como fulgor, como implosión de agujero negro, el amor que como consecuencia siempre tiene la infelicidad. ¿Por qué esa parte de mí no puede concebir un amor feliz? ¿Por qué no puedo construir un amor? ¿Será que hasta el amor me da fiaca? Qué pajero, ¿no? O qué cagón, más bien.
Sunday, May 16, 2010
Ayer, con V fuimos a ver La playa de Agnes de Agnès Varda. Me conmovió. Esa señora es pura magia. La película es una especie de documental que recorre toda su vida y su obra. Y es una vida larga y una obra que parece reproducirse sola. Al terminar la película, la sensación que me quedó fue: "Contame lo que quieras que te creo todo" Es que Varda es real. Tan real que a veces miraba por sobre mi hombro para ver si no estaba sentada ahí, cagándose de risa con nosotros. Tan genuina que no importa si es en una foto, en una película o en sólo tres palabras juntas, siempre te está mostrando su alma, tu alma. Y creo que ahí está la clave de todo: dice yo pero quiere decir nosotros.
Se supone que los artistas tienen egos enormes, que necesitan de esos egos para desarrollar su oficio, que no sé qué. Pero los cineastas, fotógrafos, escritores, músicos que más me gustan son esos que me demuestran que yo no existo, que él no existe y que sólo existimos nosotros.
Agnès Varda logra eso. Te abraza con su película y no te suelta hasta que te das cuenta de que claro, que es obvio, que somos uno y entonces te dan ganas de abrazar.
Se supone que los artistas tienen egos enormes, que necesitan de esos egos para desarrollar su oficio, que no sé qué. Pero los cineastas, fotógrafos, escritores, músicos que más me gustan son esos que me demuestran que yo no existo, que él no existe y que sólo existimos nosotros.
Agnès Varda logra eso. Te abraza con su película y no te suelta hasta que te das cuenta de que claro, que es obvio, que somos uno y entonces te dan ganas de abrazar.
Saturday, May 15, 2010
Hoy por primera vez en mucho tiempo me leí algunos diarios enteritos. Antes lo tenía como costumbre que acompañaba el primer mate del día pero dejé de hacerlo. Creo que ahora entiendo por qué. Porque dan ganas de romper todo. Cada página acentúa la indginación. Macri que se hace la víctima, mitad de un pueblo que culpa a una nena abusada, gobiernos de países ricos de europa que eligen otra vez robarle guita a la gente para dársela a los bancos, la justicia española que echa al único juez dispuesto a hacer justicia, los medios de derecha (casi todos) que inyectan miedo en la gente, gente que usa ese miedo para justificar su hijaputez.
Siento como si a una parte de mi cerebro lo estuvieran despertando de una siestita.
Y se está levantando de pésimo humor.
Y se está levantando de pésimo humor.
Thursday, May 13, 2010
Hay una chica que viaja en el 141, a eso de las 7:30 de la matina. Se sube antes que yo y siempre va vestida con ese guardapolvo que usan las enfermeras o las veterinarias, de un azul opaco. La primera vez que la vi, viajaba con su novio. En ese momento no me llamó tanto la atención. Sí, es linda, es pelirroja y tiene los ojos verdes. Otras veces que dejé la bici en casa y me subí al bondi la vi sola y entonces sí me sorprendió. Es que la mina atrae la luz. Parece una escenificación de película, donde la protagonista es la única a la que se ilumina. Es zarpado. A esa hora no hay mucha luz y la poca que llega es la que rebota contra los edificios pero la mina se mueve y la luz la sigue. Muchas veces quise sacarle fotos pero el bondi siempre va hasta las manos y me da un poco de vergüenza pelar cámara y empezar a decir, che ¿te movés para allá así le saco foto a esa chica? Hoy salí con la minolta, que tiene un lente de 40mm y 1,7 de apertura. O sea, esperaba subir, pararme a un metro y medio y matarla a fotos sin ningún tapujo. Pero no me la encontré. De todas formas, no estoy seguro de que me hubiese animado. Quiero creer que sí. Porque, es cierto, podría preguntarle si le molesta que le saque fotos o invitarla a desayunar y explicarle pero me da la impresión de que le quitaría toda la magia.
Wednesday, May 12, 2010
Hay veces que a uno le pasa que se queda sin yerba y justo, justito, el día anterior, antes de irse a dormir, había tomado sólo la mitá del termo. Entonces, en lugar de bajar a comprar otro paquete, mira con cariño ese mate que incluso tiene algo de yerba verde reluciente, verde nueva, verde sin mojar. Y piensa: "¿acaso voy a tirar ese mate que apenas está usado? eso sería un crimen". Claro que lo que uno está pensando es "qué paja bajar ahora que el mundo está tan fresquito". Y como quien no quiere la cosa, ponés a calentar agua y, mientras esperás con el mate ya listo junto al teclado, escribís una boludez como ésta. Ni en pedo les cuento cómo salió el mate.
Sunday, May 09, 2010
Hoy fui testigo de toda una epopeya. Mi amigo Monchi me llevó a la cancha de Argentinos a ver el partido contra Independiente. A mí me gusta el fútbol como una maravillosa expresión de la humanidad, como una obra de arte, pero nunca fui un hincha. Hoy, no puedo decir que me convirtieron en hincha del Bicho pero sí creo que llegué a sentir algo de "la locura que no se puede explicar"
PD: una pena que no llevé cámara pero, una vez más, el celu se la bancó bastante bien.
Wednesday, May 05, 2010
Tuesday, May 04, 2010
La pregunta es: ¿Por qué mierda me llevo bien con mis ex? El poeta Fariña (Trampa, para todos los que no somos poetas), una vez que me vio con una ex, dijo: - Mata, ¿por qué tanta desprolijidad? Y andá a saber. Nunca terminé mal con una mina; sigo hablando con casi todas; veo de vez en cuando a algunas y a unas pocas las considero buenas amigas. Supongo que los cortes limpios son más saludables pero es obvio, hace un tiempo ya, que lo saludable no me cabe tanto. Ahora que quiero mandar fotos a un concurso de retratos, me vuelvo a cruzar con todas esas miradas. Porque, claro, los mejores retratos (las mejores fotos que saqué) son de ellas. ¿Que qué me pasa cuando las miro? Por lo general digo "Qué buena foto, la puta madre" o "Mierda, qué linda mina", pero a veces sólo me sale "Mierda" o "La re puta madre que la parió".
Sunday, May 02, 2010
Hoy estuve viendo fotos viejas, fotos que saqué antes de mi parate que duró como cuatro años de no tocar una cámara. Mientras miraba los negativos pensaba qué hubiera pasado si en lugar de insistir con la literatura me hubiese dejado llevar por la fotografía. No es que me arrepienta ni nada por el estilo. Pero me da curiosidá.
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