La cama me está empezando a dar miedo. En la última semana hubo tres días que dormí como doce horas. No preocupa tanto la cantidad sino diluirme. Como si la cama quisiera hacerme parte de ella, mi cuerpo se ablanda y a pesar de que ya logré despertar y un estado de conciencia casi pleno vuelvo a caer en el sueño.
Encima me pone de muy mal humor.
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