Párrafo de un cuento:
Demian y Andrea se conocieron jóvenes, casi niños. Ella tenía dieciocho años y él veinte. Como todas las historias que se conjuran a esa edad, se convirtieron en la única representación del amor que conocerían. Todas las otras relaciones que iban a llegar, que llegaron, debían pasar por aquel agujero; sólo que en este caso el vacío tenía una forma determinada, como un juego de encastre, donde los ángulos hacían fracasar cualquier intento por no parecerse en nada a su Andrea, a su Demian, o por parecerse demasiado pero no serlo del todo. Antes de Demian, Andrea había dicho muchas veces "te amo". Antes de Andrea, Demian no creía que tal cosa existiera. Aún así, fue él quien a pocos meses de conocerla, después de salir apurados de una fiesta en busca de un lugar donde coger, dijo el primer "te amo". Te amo, dijo después de un beso que comenzaba a dejarlos sin aire. Creo que te amo, dijo Demian. Un año más tarde, la misma noche en que se mudaron juntos, Andrea utilizaría este recuerdo para argumentar su teoría de “valiente cobarde”. Según ella, Demian era capaz de actos de valor sorprendentes, tan increíbles que él mismo no podía reconocerse en ellos y se asustaba de no haber tenido miedo antes. Nos mudamos juntos, dijo él, acostado en la cama con el teléfono sobre el pecho y el tubo apoyado en su oreja. Demian estaba harto de que sus padres odiaran a Andrea y Andrea estaba harta de su padre, que en el fondo odiaba. ¿Estás seguro?, dijo ella mientras intentaba que la felicidad y el terror no se filtraran en su voz. Creo que sí, dijo él.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment