Saturday, August 23, 2008
Friday, August 22, 2008
Thursday, August 21, 2008
Quien quiera verla y no la vio deje de leer acá.
Pequeñas joyitas:
- la dualidad que deben enfrentar protagonista y antagonista debido a su oficio y a su paternidad.
- cuando el protagonista le dice al cana que no quiere convertir la mafia en algo familiar, que quiere que su hijo sea doctor o abogado, le pega una trompada y el cana se levanta; le pega otra y otra, como cinco veces y el cana queda en pie; después de pegarle la última trompada el que cae rendido ante la realidad, ante el futuro que se creó, es el protagonista, sentado en el piso, llorando entre sus rodillas.
Wednesday, August 20, 2008
Demian y Andrea se separaron dos veces, como si rebotaran. Nunca discutieron, sólo se lastimaron con paciencia. Bastaba con que alguno opinara cualquier cosa acerca de un tema para que el otro opinara lo contrario. De a poco, los recuerdos que tenían en común se distorsionaron hasta volverse opuestos. El departamento era cada vez más chico, las lecturas silenciosas de Demian se prolongaban y las conversaciones se acortaban. Se rindieron como quien se duerme de cansancio: sin oponer resistencia, concientes de que habían perdido la batalla hacía tiempo, aunque aún ahora no saben cuándo. ¿Y? ¿Supiste algo de Raquel?, preguntó Andrea mientras cebaba otro mate. No, nada. A Demian todavía le incomodaban aquellas preguntas; él nunca quería saber nada de los tipos con los que ella salía. Dos formas de masoquismo. ¿Pero la llamaste? Demian buscó la cámara de fotos, se arrodilló, encuadró la ventana, la mesa, el sol que caía sobre el pelo de Andrea y le dibujaba media máscara de sombra, el ojo izquierdo brillaba como el ámbar. Ella lo miró con cansancio. No seas pesado, dijo. Él escondía cajas y bolsas repletas de fotos de Andrea. Muchas veces, cuando intentó extirparla, aunque sólo fuera de su mente, aunque sólo fuera de su casa, o cuando creía que la relación con alguna mujer podía prosperar, pensó en regalárselas, tirarlas a la basura o quemarlas pero siempre eran salvadas por la nostalgia o la justificación del arte. Dejó la cámara sobre la mesa y tomó el mate que le ofrecía Andrea. No, no la llamé.
Tuesday, August 19, 2008
Con este libro me pasó algo que no me pasaba hacía mucho tiempo: leí caminando. Me bajaba del bondi con el libro abierto y caminaba a donde tuviera que ir sin dejar de leer.
Saturday, August 16, 2008
Otro párrafo del cuento:
Después de ver setenta y ocho departamentos, encontraron en el número setenta y nueve, dos ambientes, planta baja, a una cuadra de Plaza Cortázar, un lugar donde vivir juntos. Al principio comieron sobre una gran caja de cartón, orgullo de Demian, que soñaba con ser artista, siempre imaginado en buhardillas de París. Pero Andrea no tardó en desalojar la caja que ya había ganado varias manchas de comida y una pendiente hacia el centro. Los ecos del departamento fueron silenciándose con una mesa, sillas, la biblioteca, fotos tomadas por Demian, que comenzaba a ser un buen fotógrafo. De a poco aquel hogar se convertía en el refugio donde él descubrió cómo ser feliz y donde ella se permitió estar triste. Andrea, cada vez más sombría, el pelo cada vez más corto, lloraba por las noches tras sábanas y dientes apretados. Ahora, frente a su taza de café, Demian miraba a la gente cruzar Rivadavia mientras pensaba que en aquel tiempo no había sabido comprender que las personas no siempre están listas para ser felices. Sonó el timbre. Subo, dijo Andrea. Hacía tiempo que tenía llave de la puerta de calle. Le había quedado de una vez, años después de haberse separado, en que había tenido que mudarse de su departamento. Demian debió insistirle para que aceptara quedarse en su casa unas semanas. Hasta que encuentres algo. Durante aquellos días vivieron como si nunca hubiese habido un corte. Cocinaban, comían y a veces, aunque nunca volvieron a coger, dormían abrazados. Bailaban cada noche, recibieron varias quejas de la vecina de abajo. Andrea dejó de contestar los llamados de Diego y Demian, escudado por un helado de chocolate amargo y menta granizada, le dijo a Alejandra que era mejor que ya no lo intentaran. Andrea rescató dos plantas que agonizaban en un rincón oscuro y les hizo lugar en la biblioteca. De pronto, Demian nunca supo cómo ni cuando, había cinco plantas con macetas nuevas en la biblioteca de su sala y era como si siempre hubiesen estado ahí. O, más bien, esto pensaba mientras oía el ruido del ascensor que acercaba a Andrea, como si fuese una obviedad del destino.
Thursday, August 14, 2008
Wednesday, August 13, 2008
Demian y Andrea se conocieron jóvenes, casi niños. Ella tenía dieciocho años y él veinte. Como todas las historias que se conjuran a esa edad, se convirtieron en la única representación del amor que conocerían. Todas las otras relaciones que iban a llegar, que llegaron, debían pasar por aquel agujero; sólo que en este caso el vacío tenía una forma determinada, como un juego de encastre, donde los ángulos hacían fracasar cualquier intento por no parecerse en nada a su Andrea, a su Demian, o por parecerse demasiado pero no serlo del todo. Antes de Demian, Andrea había dicho muchas veces "te amo". Antes de Andrea, Demian no creía que tal cosa existiera. Aún así, fue él quien a pocos meses de conocerla, después de salir apurados de una fiesta en busca de un lugar donde coger, dijo el primer "te amo". Te amo, dijo después de un beso que comenzaba a dejarlos sin aire. Creo que te amo, dijo Demian. Un año más tarde, la misma noche en que se mudaron juntos, Andrea utilizaría este recuerdo para argumentar su teoría de “valiente cobarde”. Según ella, Demian era capaz de actos de valor sorprendentes, tan increíbles que él mismo no podía reconocerse en ellos y se asustaba de no haber tenido miedo antes. Nos mudamos juntos, dijo él, acostado en la cama con el teléfono sobre el pecho y el tubo apoyado en su oreja. Demian estaba harto de que sus padres odiaran a Andrea y Andrea estaba harta de su padre, que en el fondo odiaba. ¿Estás seguro?, dijo ella mientras intentaba que la felicidad y el terror no se filtraran en su voz. Creo que sí, dijo él.
Monday, August 11, 2008
PD: no me gusta la última oración pero todavía no encuentro una buena forma (que no sea mojigata) de decir que no se le para.
Wednesday, August 06, 2008
Tuesday, August 05, 2008
Voy a usarlo para un cuento.
Monday, August 04, 2008
Encima me pone de muy mal humor.
En fin, muy recomendable para quien quiera ir al San Martín esta semana.