Wednesday, May 30, 2012


Como decía, hace unas semanas que vengo rumiando mi visión de la fotografía. Otra cosa que comprendí, es que hay que dejar de ser encantador. El otro día en la pizza, después de una noche de hablar acerca de lo dormilones que éramos, me di cuenta de que había un punto de encuentro entre dormir y hacer sólo fotos encantadoras. Esperen, me explico, hay una primera etapa por la que la mayoría de los artistas pasan al practicar su arte: necesitar ser halagado. Es así, nos da seguridad para seguir en algo que es básicamente inútil. La cristalización más común de esto es "aprendí guitarra para garchar". Sí, es más complejo que eso. Sí, no es así en todos los casos. Decía, uno va a aprendiendo su oficio y llega un punto en que sabe exactamente cómo armar las oraciones, qué luz buscar y cuándo tirar una nota para ser encantador. Los dormilones también saben ser encantadores. Con el tiempo, algo que nos costaba mucho encontrar se vuelve en un mecanismo. Un engranaje que nos atrapa. Y acá quiero llegar. Se siente tan bien ser halagado que dar el siguiente paso te inmoviliza de terror. Eso es lo que les pasa a los dormilones. Logran atraer a la otra persona pero no pueden dar el siguiente paso por miedo a dejar de ser encantadores. Estoy en la etapa de querer dejar de hacer fotos encantadoras. No tengo nada contra ellas pero me cansaron y no me permiten dar el siguiente paso. Además, tengo la certeza de que despojarse del encanto es mucho más seductor. Si no, pregúntenleng a un tipo despojado de encantos como Bukowski.


"Hay cosas peores que
estar solo,
pero a menudo toma décadas
darse cuenta de ello,
y más a menudo
cuando esto ocurre
es demasiado tarde,
y no hay nada peor
que un demasiado tarde."

2 comments:

Eugenia Corriés said...

necesito leer un poco más

Anonymous said...

psss, mezclás la histeria con el narcisismo y con la malcrianza y
flojera de tu círculo social, psss, cualquier cosa, aunque encantadora, verdad