Tuesday, September 09, 2008

Ayer escribí un cuento de una sentada. Lo mejor de todo fue que logré apartar al escritor de la historia. Es decir, permití que las cosas sucedieran por sí mismas. Tengo un principio que me es muy difícil de respetar: Escribir como si sacara una foto. Cuando uno saca una foto, lo que hace en realidad es encuadrar algo que ya existe. Es decir, elige lo que queda dentro del rectángulo y, más importante aún, lo que queda afuera. También considera dónde va a poner el foco, en qué velocidad, qué película va a usar y en qué momento realiza la toma. Bueno, contar una historia es lo mismo. La historia preexiste a uno, la humanidad y el universo ya están ahí antes de que nos sentemos a escribir. Lo que se hace es encuadrar, elegir el pedazo de universo vamos a contar y, después, elegir el foco, la velocidad, las palabras. Hacer esto es difícil porque me creo escritor. Entonces, muchas veces al puto escritor, al artista de mierda, se le ocurre que él es más importante que lo que está contando y hace cagadas.

En Japón, antes de la llegada de los gringos, no existía el “arte”. Ni siquiera tenían una palabra que designara ese concepto. Lo más parecido que podía encontrarse era “oficio” / “habilidad” o “camino”. Pero, en Japón, estos conceptos eran inherentes el acto de tomar el té, cocinar, arreglar el jardín, acomodar flores, crear espadas, escribir, pintar, tirar con arco y flecha, trazar una sola palabra sobre el papel y todas las actividades cotidianas. Los oficios eran el camino para llegar a la esencia de las cosas, de uno mismo y del universo. Cualquier acto podía ser (lo que nosotros llamamos) "arte" si respetaba esa búsqueda.

11 comments:

Anonymous said...

hola amigo narrador, rival ping-ponguero, permitame enfrentarme a usted una vez más, ahora sobre esta mesa, y decirle que no existe ABSOLUTAMENTE NADA anterior al texto, ni siquiera usted mismo en tanto autor, porque las palabras no recortan nada, no hay un mundo pre-existente al cual hacer una supuesta referencia; por el contrario, lo que llamamos realidad es una construcción verbal que cada uno hace según sus propias posibilidades o patologías. Del mismo modo, en el plano deportivo, que la práctica del ping-pong.

saludos!

Mata said...

amigo poeta: es cierto, la realidad es una construcción verbal, pero aún así lo que quiero contar preexiste en la humanidad antes de que a mí siquiera se me ocurra contarlo. Lo que uno aporta con las palabras es la mirada, no la cuestión en sí.

ausencia! said...

coincido con el ahora celebre poeta paginadocesco, pondreme budista: supongamos que escribis acerca de un pajaro que se poso en tu ventana(tantas veces fotografiada por cierto), el pajaro, el texto y vos empiezan a existir con la primera letra. creo...

Mata said...

el pájaro y vos empiezan a existir cuando mirás al pájaro

pero ya fue, poetas, vayan con sus palabritas a otra parte

Anonymous said...

me encantó lo que contás acerca del oficio en japón.

Es muy parecido al concepto del artesano en la edad media.

un beso.

Mata said...

v: no sabía eso de los artesanos de la edad meida (la invito a unirse en la gresca poeticanarrativa que mis archiamigos poetas quieren plantearme)

Anonymous said...

"el pájaro y vos empiezan a existir cuando mirás al pájaro"

perfecto, pero que tiene que ver eso con la literatura? me pierdo en esa parte!

saludos saque-loco!

Vivian said...

no, gracias.

dejalos solos con sus pajaros racionalistas, porque no coincido para nada.

Para mí primero está la existencia. Primero está el pájaro, el mundo, y su propia corporalidad. Después tus palabras no son más que eso: tu cuerpo en el mundo, en relación con el pájaro y con lo que sea.

Mi enfoque con respecto a la literatura, a la naturaleza y a la vida es fenomenológico.

Bueno, esto da para mucho.

Pero me gustan muchos los pájaros y los defiendo.

Y soy muy mala en el ping-pong.

paulenka said...

dudé antes en meterme a comentar, porque ésta es una discusión larga que tenemos hace tiempo con mata.

donde él ve el pájaro en la ventana y decide "fotografiarlo" por escrito, otros probablemente vean la antena del edificio de enfrente, las nubes que pasan por detrás, o los piojos en el cuello del pájaro, y decidan hablar de eso.

más allá de si existe o no antes de que lo veamos, creo que lo interesante es que sólo el lenguaje es lo que podemos trabajar: no se puede acceder a nada que nos "preexiste en la humanidad" (el uso de esta palabra me saca canas verdes, matín!)

creer que algo preexiste nuestro nombrarlo es una cuestión de fe- y nuestro cuerpo no es ajeno a las palabras, muy por el contrario, las palabras fundan también tu propio cuerpo.

lo que me interesaría de todo esto es que no se asocie la visión de mata con el narrador y la de trampa con el poeta, porque no tiene nada que ver con eso.

Mata said...

a ver a ver a ver

t: lo del pájaro y la ventana era una respuesta para martín h. El pájaro y la persona existen cuando la persona ve al pájaro. La literatura surgirá, después, de esa experiencia.

a todos: uno siempre escribe acerca del mundo. Cuando empezás a escribir elegís (quieras o no, salvo que te vuelvas un enciclopedista insoportable e imposible, y aún así estás eligiendo) qué parte del mundo vas contar. Aunque inventes un mundo nuevo, esa invención va a surgir de lo que ya existe.

Y ya me harté de este tema, así que me voy.

Anonymous said...

La expresión "ji-had" (mal traducida siempre como guerra santa)quiere decir en árabe algo parecido. La Ji-had es una cruzada personal, para auorrealizarse.

Obviamente cuando ellos hablan de su búsqueda de de liberarse de la opresión occidenatl usan esa palabra, pero la usan también para expresar el desarrollo de una experiencia educativa o artística etc.

Respecto de los pájaros... el debate recuerda el viejo enigma de árbol en el bosque. Bart Simpson ya lo resolvió genialmente por ustedes:
Lisa: si un árbol cae y no hay nadie cerca, ¿hace ruido?
Bart: Claro; hace yyyyyy... ¡PUM!