Wednesday, October 22, 2008

Estaba en París (sí, Francia; sí, Menemlareconchadetumadre), cerca del Arco del Triunfo. No me acuerdo qué hacía pero estaba esperando algo, tal vez en las oficinas de una línea aérea, cuando una mujer (creo que era china) me preguntó si podía ayudarla. Claro, dije en inglés. Me llevó a la calle y me preguntó si podía comprarle una cartera, que no sabía por qué no le quisieron vender. ¿Qué habré pensado en ese momento? Estos franchutes racistas de mierda o algo así. ¿Y no me daba cuenta de que yo también me veía medio chino? En fin. Claro que puedo ayudarla. Caminamos una cuadra hasta el negocio. La mujer me dio un catálogo de carteras Louis Vuitton y un fajote de billetes (en ese tiempo todavía Francos). No era una sino como diez carteras las que quería comprar. Entré al negocio super cheto, una mina hermosa me guió hasta una sala con un sillón, me preguntaron si quería un café (dije que no) y después se acercó un tipo en traje. Me atendió con toda la amabilidad. Le señalé con el catálogo todas las carteras que quería comprar. Me dijo que lo esperara un segundo, se fue y llegó otra mina hermosa que me también me preguntó si podía servirme algo (esta vez dije que sí, un café). El tipo de traje volvió con otro tipo de traje para decirme que lo lamentaban pero que no podían venderme las carteras. OK, dije y salí del negocio antes de que trajeran mi café. En la calle miré para todos lados pero no veía a la mujer china. Tenía toda esa plata, ni quiero calcular cuánto era, y la mujer no aparecía. Al final apareció, casi que me quitó la plata de la mano y se fue sin decir nada.




Sí, todavía con insomnio.

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