Fragmento de cuento de boxeador, aunque supongo que no va a quedar así. Tu mach y demasiado explicativo pal resto del cuento que viene más sequito y austero.
Las cuerdas que rodean el ring, que tantas veces vistas desde abajo me habían parecido una jaula, no hacen más que encerrar al resto del mundo. Desde arriba, todo lo demás se ve pactado, transado, sometido al antes y al después. Sobre la lona, los segundos se aferran, se guardan en puños cerrados; el tiempo se mira, se respira, pesa. Mi contrincante, el pobre tipo al que ni siquiera le dejan la compañía de la banqueta, me mira compasivo. Tres asaltos de realidad para enseñarme que todo está tan lejos que la lucha sólo puede ser conmigo mismo. Miro por última vez aquella escalera que me abandonó donde ni siquiera existen enemigos. Suena la campana.
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