Thursday, October 25, 2007

Cerca de Constitución, a espaldas de la estación de trenes, desde donde pueden verse los camiones que suben a la autopista, hay un pasaje largo que no cruza ninguna calle. En estos adoquines, que algunos llaman el Mar, uno puede pasarse la vida sin tomar decisiones. O, lo que es mejor pero lo mismo, uno puede decidirse por todo. No es necesario descartar las pastas porque ya se ha elegido milanesas con fritas; vino, cerveza y fernet conviven en el mismo vaso; Lucía y Julieta acceden a salir al cine, al teatro y a cenar; el puesto de diarios tiene un cambiador para probarse todas las prendas y juguetes que uno quiera llevarse y un beso es amor, es caricia y mentira. No hay nada que deba descartarse, nada que quede fuera, salvo las decisiones siguientes. Porque en aquel pasaje, la vida, en busca de no perderse de nada, se ahoga antes de llegar a la esquina.

2 comments:

paulenka said...

matayo, te me estás sofisticando, eh?

Mata said...

p: seeehh, ahora al vino le pongo un solo cubito.