Leyendo boludeces que escribí, me encontré con esto. Ja, usaba tres puntos.
Ayer conocí una persona de mirada única, mirada cíclope, podría decirse. Tan pura que ni pestañas tenía. Era capaz de rescatar un recuerdo del hueco de nuestras costillas pero era lo único que veía, una sola de esas historias.
- Por ejemplo- dijo al tiempo que señalaba una pareja que subía al taxi. - Aquel hombre traicionó a su mejor amigo. La mujer cuando era niña se encerró con su primo en el placard. Hace meses que el taxista perdió el dinero de la hipoteca en el hipódromo, aunque su familia no lo sabe.
- Sí, todo es posible- dije pera no empujarlo con mi incredulidad.
- Y vos… vos quisiste llorar toda la noche.
Me aferré a la satisfacción de saber que su mirada única no distinguía la sonrisa del hombre, que le abría la puerta a la mujer, que se aseguraba de ampliar el escote de su blusa, reflejado en el espejo retrovisor acomodado por el taxista. Colilla aún encendida sobre el asfalto negro. Y tampoco veía mi necesidad de llamarte.
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