Wednesday, May 13, 2009

Qué extraño conocernos así, dijo y sonrió. Todo es cuestión de timing, dije. Ella me miró y su sonrisa se convirtió en sorpresa, casi asco. Vos estás mal, dijo. No sé qué habrá querido decir pero como era el primer desayuno que compartíamos decidí no hacer caso y servirme otra taza de café. No me estás escuchando, te digo que estás mal. Su insistencia empezaba a desagradarme. ¿Mal en qué sentido? Mal, no sé. Hay algo que está mal y no soy yo. Miró por la ventana, la luz llegaba blanca, como si de pronto el verano se hubiese convertido en otoño. Parece que va a hacer frío. ¿No tenés frío? Recién levantado de la cama, todavía estaba en cueros tratando de alejar el calor de mi cuerpo. No respondí, había algo en su tono de voz que no me gustaba. Me miró como si yo hubiese dicho algo, una mentira. ¿Por qué no tenés frío? Porque no, mujer, ¿qué te pasa? No estarás casado vos, ¿no? ¿Pero qué tiene que ver? Y, además, ya te dije que no, que acabo de terminar con mi novia. Mejor me voy, dije sin siquiera terminar de untar la tostada. No, no te vayas, perdoná, es que tengo esta sensación. Perdoná, no te jodo más, quedate, me gusta estar con vos. La verdad era que a mí también me gustaba, nos entendíamos como si nos conociéramos de siempre. Incluso esas conversaciones sin sentido me resultaban familiares. Miró otra vez por la ventana y movió la cabeza como si quisiera sacudirse algún pensamiento. Sonrió, sonrió para mí, se levantó de su silla y se sentó en mis piernas. Sus manos heladas recorrieron mi cuerpo. Tenés mala circulación, dije. ¿Cómo? Mi ex tenía las manos frías y decía que era por eso. Sí, tengo mala circulación, dijo y otra vez cambió su expresión. Ahora era pura tristeza. ¿Cuánto tiempo salieron con tu ex? Del otoño al verano, nueve meses. ¿Fuiste feliz con ella? No quise mentirle. Sí, fue la época más feliz de mi vida. ¿Por qué cortaron? Pensé en todos los desacuerdos, las discusiones, en la necesidad del otro y supe que todo había sido por falta de timing. No, mejor no me cuentes. Nunca me digas por qué cortaron. Prometeme que nunca me vas a contar. Asentí. Las lágrimas volvieron sus ojos transparentes; a través de ella vi la ventana, la calle, las personas abrigadas contra el frío del otoño y la certeza de que nos quedaban nueve meses de felicidad.

2 comments:

Anonymous said...

Da nostalgia con sólo pensarlo...

Anonymous said...

nueve meses tarda en hornearse un bebé...