El inodoro de la conciencia
Después de dos años de estudio y siete de encierro, científicos perdidos en Parque Chas concibieron un dispositivo que permitiría a los usuarios deshacerse de todo vestigio de conciencia. La máquina, construida en titanio, revistas Gente, vino en tetrabrick, conservas vencidas y un inodoro, fue pensada para cinco usuarios simultáneos. "Cuando hablamos de conciencia" explicó uno de los sobrevivientes "no nos referimos al estado de vigilia sino a toda la mezquindad impuesta". Miedos, culpas, tabúes, estéticas, proporciones, toda literatura podría diluirse y ser arrastrada con sólo tirar la cadena. "Por ahora hemos logrado un lapso de cinco minutos", aseguró el otro sobreviviente. Trescientos segundos de sinceridad extrema causaron tres muertes (un suicidio, un parricidio y una muerte súbita), dos violaciones, un poema -considerado el mejor de las letras castellanas-, un álbum de punk rock, la primera República Marxisista de Parque Chas, intoxicación por duraznos en almíbar, una declaración de amor y el fly que provocara la muerte súbita del enamorado.
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