Tuesday, January 20, 2009

Cierro los ojos, mis párpados mastican y mastican pero no hay forma de deshacer la masa que se formó. Cuando era chico a veces me metía bocados demasiados grandes en la boca y tardaba todo el almuerzo en comer uno solo, en especial si era asado. Cierro con fuerza los ojos, vuelvo a abrirlos y espero que nadie me mire, pero no hay lágrimas que escupir. El agua tampoco ayuda a tragar toda esta mierda. Cierro los párpados, con las pupilas intento disolver ese resplador que me empuja para adentro. Cuando era chico a veces comía ocho, nueve sugus a la vez y también era imposible de masticar. La saliva se acumulaba hasta ahogarme. Busco en la cocina. No hay nada. Sí, hay pan. Pan negro. Me meto un bollo entero en la boca, meto otro. ¿Entra otro más? Entra. No mastico, me seco. Cierro los ojos, me trago.

3 comments:

Marian said...

Cuando era chica hacía muchos sanguchitos de sugus y después, con la boca llena y las manos pegoteadas me ponía a tocar en el piano de mi abuelo.
Tu blog es hermoso, saludos!

Mata said...

M: sí, eso, sanguchitos de sugus y manos pegoteadas.
Gracias, hermoso el piano pegoteado del abuelo.

{ maría } said...

dicen que cuando tengo ansiedad me empujo con el dedito pedacitos de pan, pedacitos de lo que sea... no se, yo no me veo. parece que el dedito va y empuja, uno bocadeli tras otro.

muy buen texto. me mató.