Thursday, January 22, 2009

y la mañana llegó de a pedazos, como si algo se hubiera roto por la noche. Primero golpearon las ventanas. Golpes terribles. Daba miedo levantarse para cerrarlas. Entraba algo de luz, aunque afuera recién despuntara el amanecer. Los autos pasaban sin hacer ruido. La luna todavía estaba ahí. Ella también. Aunque ya habíamos decidido separarnos. Al final me levanté, cerré la ventana y salí del cuarto. Entré al baño. En el espejo vi, dos cicatrices bajaban por mis mejillas. Dos surcos por donde tendría que haber arrastrado lágrimas. Pero ahora ya todo estaba roto. Entré a la cocina y, por última vez, preparé su desayuno preferido.

1 comment:

M. said...

me duele que tambien ya pasó para mi la ultima vez.