Saturday, April 15, 2006
Las noches de frío, cuando me acostaba con ella, eran las más esperadas. Sus manos y pies helados, siempre tuvo mala circulación, trataban de acomodarse en los rincones de mi cuerpo. Por alguna razón, sin importar si caminé descalzo sobre baldosas frías o si estuve todo el día fuera con un frío de cagarse, todo mi cuerpo mantiene la temperatura. Y ella me aprovechaba como su pequeño reactor nuclear. Sus pies entre mis piernas, sus manos apretadas bajos mis brazos. Y aunque yo actuaba una pequeña resistencia, me encantaba sentir cómo su frío se transformaba en pura calidez. Y cuando esto no funcionaba, una cucharita bien apretada, con la frazada de canelón. No puedo recordar si a ella se le enfriaba el culo.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment