Tuesday, May 23, 2006

Durante el almuerzo (algo entre sopa y guiso compuesto por choclo, mucho tomate, cebolla, arvejas, papas y lo que encontré por ahí, todo muy picante porque hacía frío), Andrea me contó que pensaba mudarse con su novio. ¿Otra vez te vas a mudar con un chabón?, fue lo primero que se me ocurrió decirle. Sonó como si no fuera yo el chabón con quien se había mudado por primera vez. En ese momento sentí que un tren con todos sus vagones pasaba por mi cabeza. Chucún Chucún, Chucún Chucún. La locomotora me atropelló sin más, y cada vagón me traía un recuerdo con olores y texturas. Había imágenes felices pero también algunas tristes. Es extraño pero tuve la sensación de que eran los recuerdos tristes los que más me unían a Andrea. Tal vez el nivel de comprensión encuentra su punto más alto en los momentos difíciles. No sé. Pero cuando caí que todo eso que había compartido conmigo ahora iba a compartirlo con otro, el tren golpeó con todo su peso (entendamos bien cuál es el peso de un tren) sobre mi estómago y quedó atrapado en mi garganta. Estoy seguro de que no volvería a mudarme con ella y bastante seguro de que ni siquiera volvería a salir con ella pero aún así siento que estoy perdiendo algo.
¿Qué es lo que pierdo?

2 comments:

paulenka said...

mis respetos por el sentimiento.
no sabemos qué carajo queremos pero esa persona TIENE que estar ahí.
Y el sentimiento de exclusividad, dios mío, ¡qué gran mal para el mundo!
Estoy muy triste porque no quiero nada con J pero aún así lo extraño.

Anonymous said...

Excellent, love it!
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