Hola, dije desde la cocina, media cebolla atrapada debajo de mi mano izquierda. Pero ella siguió camino, tal vez hasta el cuarto. Cuando se acercó para saludarme, ya tenía un cigarrillo encendido en la mano. Un beso, apenas, de sus labios cerrados. ¿Todo bien?, dije. Tenía que afilar el cuchillo, hacía semanas que pensaba lo mismo. Sí, bien. ¿Te ayudo? Apoyada en el marco de la puerta soplaba el humo hacia el comedor. No, dejá, después te toca lavar, dije y sonreí aunque ella ni siquiera me miraba. Igual, dijo, siempre lavo yo. Sabía que Andrea buscaba pelea, así que elegí otra cebolla para picar y el sonido de un tren habló por mí. Por dios, dijo mientras se acercaba con pasos violentos hasta la ventana, estoy en casa y quiero tranquilidad. El sonido del golpe me hizo levantar las cejas. Cuando venía en el tren, empezó a contar sin que pudiera verla, había una nena sentada frente a mí. Era de esas nenas rubias que parecen de publicidad, con sus trenzas y vestidito celeste. Tenía una muñeca de unos ojos horribles. Te lo juro, horribles, parecían los ojos del diablo. La nena me miró un minuto, nada más, pero me puso incómoda, dijo y fue a buscar algo. Me sequé las lágrimas y dejé caer la cebolla picada en la sartén. Después, dijo y con el cenicero en la mano dio una pitada al cigarrillo, se dedicó a no mirarme. Te juro que la pendeja no me miraba a propósito. Yo tampoco la miraba. Apoyé mi cabeza contra la ventanilla, pero viste cómo te pega todo el tiempo. Tren de mierda. Después me di cuenta de que la muñeca sí me miraba, me miraba fijo. Claro, ya sé que la muñeca no me miraba pero la pendeja, pendeja de mierda, hacía que hablaba con la mamá mientras sostenía la cabeza de la muñeca hacia mí. Andrea apagó la colilla en el cenicero. Agregué el resto de las verduras a la sartén y busqué los condimentos. Como en el libro que me leíste el otro día, siguió después de ir a buscar el atado de cigarrillos. No sé qué puden ver de hermoso en una muñeca que te mira. Vos también dijiste hermoso, me acusó. Es horrible. Sal, pimienta, comino, orégano y ají molido.
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4 comments:
me gusta, el tono, me gusta. a veces se pone un poco confuso, pero bien, pibe, bien.
gracias, pauli
vamos a ver cómo queda, pero ya fue un placer escribirlo.
pinta bien, eh.
cierto que el discurso indirecto libre (?) despista un poco, no sé si era la intención.
continuará?
J: no es exatamente DIL pero entiendo lo que decís. Creo que en el cuento completo se entiende más, porque a lo largo de los párrafos el mismo texto te va entrenando para que puedas leerlo. Bueh, en realidad, esa es mi esperanza.
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