Thursday, March 23, 2006

¿cap 4? Continuación.

Esto es una parte de lo que escribí y se me perdió. Claro que no es tan maravilloso como la irrecuperable primera versión pero vamos a tener que conformarnos.

Yo lo disfruto más que vos, dice. A mí me gusta más. La puta me sonríe y no puedo decir otra cosa que está bien, llevatelo. Después, cuando me mude a un departamento, nos fijamos qué hacer con el resto de las cosas, dice. ¿Estás bien? Sí, bien, digo. Quiero empujarla. Sacudirla. Hacerla caer al piso. Quiero darle un beso. Quiero tocarla. Pasar la mano por su espalda, por su cuello. Respirar su aire, ese aire que la rodea, que siempre es más sabroso que el resto del mundo. Tomemos unos mates, digo. Mejor no, dice ella. Puta. Sí, digo, mejor no. ¿Te uso el teléfono?, es la pregunta más extraña que me hayan hecho. A los pocos minutos tocan el timbre, el taxi espera en la calle. Un abrazo que aprovecho para tomar la última bocanada de aire antes de hundirme en mí mismo.
De pie en el medio del comedor, miro la puerta que acaba de cerrarse. La imagen de Andrea con una caja en sus brazos persiste en el mismo lugar que ese trozo de madera. Aunque espero que sea la puerta la que se desvanezca, Andrea se va con el sonido del ascensor. A través de la ventana abierta, el sonido de un colectivo que resopla mientras cruza la calle. Estoy soltero, me digo y sólo mi boca sonríe mientras no logro que el resto de la cara la acompañe. Tomemos una cerveza. Camino hasta la cocina, abro la heladera y miro aquellos estantes iluminados de blanco. Ya no recuerdo qué vine a buscar. Cierro la heladera. Descorcho un vino y elijo una copa. Tengamos todas copas distintas, propuso Andrea. Sonreía mientras se mordía el labio de abajo. En el comedor, me siento en el piso. Mientras aquella densidad rojiza trepa por la copa, de la botella surgen sonidos de pequeños tragos, como si fuera ella la que tomara sorbos del resto del universo. Hago girar el vino sin que se vuelque, cada vez más cerca del borde de la copa. Bebo un poco, me empujo hacia atrás con las piernas hasta que logro apoyar la espalda contra la pared. Me olvidé la botella. Con el pie, la arrastro despacio. Se tambalea un par de veces pero al fin llega intacta a mis manos. Termino la copa y vuelvo a servirme, esta vez la botella no hace ningún ruido. Hay cosas que sólo suceden una vez.

1 comment:

Anonymous said...

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