Acostado y de pie.
Antes de acostarme, me aseguro de que el arma esté cargada y la dejo sobre la mesa de luz. Me cubro con la frazada y miro cómo las sombras que proyecta la luna llena rotan alrededor del cuarto. Para alejar recuerdos dolorosos, busco el sueño en las mujeres que conocí pero la certeza de que merezco la muerte mantiene mis ojos abiertos. Al fin, harto de aquel pozo que se formó en la noche, me levanto. Los pies descalzos se apoyan en las tablas de madera. Cuando tomo el arma, los dedos se acomodan a la perfección, como si me hubiese estado esperando todo este tiempo. Me pongo de pie y camino hasta el otro extremo del cuarto. Miro la cama, donde todavía duermo bajo la frazada. ¿Cómo me permito soñar?, me pregunto pero sólo responden mis pasos sobre las tablas de madera. Levanto el arma y apunto a la cabeza. Desde la cama, yo también tomo el arma de la mesa de luz y apunto al corazón. No sé cuánto tiempo permanecemos así, yo de pie, yo acostado. Tal vez son apenas segundos hasta que me sonrío seguro de no poder dispararme en el cabeza y tiro del gatillo. Pienso en una mujer, el cabello rojo bajaba por su espalda desnuda. Creo que la amaba.
2 comments:
Majo tiene razón, muy cliché la cosa. Pero yo nunca lo había escrito.
igual esta re bueno.
majo tirabombo!
mamachele
Post a Comment