Monday, September 04, 2006

Ayer a la noche me acosté, la lámpara ubicada para leer largo rato, me cubrí con la frazada y abrí mi libro. Con mucho esfuerzo, leí dos páginas de las que no recuerdo nada y lo abandoné: la soledad me dolía en todo el cuerpo. Como una cicatriz de nacimiento que algunos días te recuerda de su existencia inalterada. Me siento rodeado del cariño de la gente que quiero pero no logro sentirme acompañado. Pocas personas y sólo en ciertos momentos me hacen olvidar la cicatriz.

1 comment:

Anonymous said...

Mata, leete la entrada del 31 de agosto, sobre la cena con amigos.
Si eso no te recuerda que esa cicatriz es pasajera, nada puede.
A veces es nuestra propia sensibilidad la que lastima, pero todo pasa. Y si no fuera por esa misma sensibilidad no podrías sentir esa reuniòn de amigos con la intensidad que la sentiste.
El verdadero problema es que es una tarde media gris. Cuando salga el sol volverà el animo.
beso gigaaaaaaaaaaaanteeeeee