Tuesday, September 12, 2006

Poco interesante pero necesario. Relato de otro sueño de muerte. Psicólogos, estudiantes de psicología y demases, disfruten.

Otra vez soñé con mi muerte, sólo que esta vez no llegué a morirme. Por alguna razón todos sabíamos que mi hermana y yo nos íbamos a morir en un par de días, o de horas. Entonces, nos fuimos a la estación del tren que iba para el norte. Cuando llegábamos a la estación pasamos por unos lugares llenos de máquinas con un viejo encargado de arreglarlas, vi en todas esas imágines varias fotos para retratar pero seguí camino. Llegamos al andén y, mientras esperábamos, tenía la sensación de que me iba a morir en ese momento. Te quiero mucho, le dije a mi hermana y apoyé la cabeza en la pared pero seguía vivo. Pensaba que cuando me muriera alguien tendría que agarrar mis tarjetas de crédito y usarlas para comprarse todo, igual a mí no iban a poder cobrármelo. Busqué la tarjetas y desde ese momento las llevé en la mano. Cuando llegó el tren, tuve que cargar con el bolso de la cámara y me pregunté pa qué mierda la había traído. Bajamos a las dos estaciones, nos separamos y me tomé otro tren hacia el sur. Llegué a la estación de Lomas de Zamora pero por alguna razón buscaba el cartel de Temperley. Ahí me tomé un bondi que después de recorrer unos minutos me dejó en un túnel angosto, por el que avancé gateando unos metros hasta salir a la luz. Me encontré en el puente que cruza las vías a la altura Banfield, creo, y empecé a caminar seguro de que me moriría allí mismo. En medio del puente encontré una escuela y pensaba que faltaba mucho para llegar a Adrogué, que era donde quería terminar mis días. Es una zona muy linda llena de cafés donde uno puede esperar tranquilo a la muerte, además de ser el barrio donde se crió mi ex. Entré a un lugar que parecía un centro deportivo, me hicieron anotarme en una lista y de pronto tenía que jugar un partido de basquet. Conocí ahí mismo a mis compañeros, todos parecían chinos. No jugué muy bien, pero nunca puse tanto huevo como en esa cancha. Entonces, sonó el teléfono que me despertó. Ahora que pienso, a diferencia del sueño anterior, nunca tuve miedo, claro que tampoco llegué a morirme.

2 comments:

Anonymous said...

Ningún comentario psicoanálitico. Lo que me fascinó y, creo, te pinta de cuerpo entero es ese pensamiento de que alguien use tus tarjetas de crédito y sacarlas para que estén visibles.
Hasta muriéndote sos lo más! jaja
Dicen que cuando uno sueña con la muerte de alguien, le alarga la vida,así que seguís sumando años

Anonymous said...

porque siempre q te moris estan tus hermanos???

mirtis choco-lata