Friday, March 23, 2007
Ayer fui al bar de carlitos (carlos calvo y saavedra). Me senté a tomar una chela y a esperar a Majo. La cerveza taba realmente helada y todo lo que había en el bar me parecía maravilloso. No se los voy a enumerar porque acá hay una foto y algunas más esperan en el link de "las fotos". El ambiente, el aire que se respiraba era increíble. Cuando llegué ya había un cliente, que se me quedó mirando. Cuando pedí una cerveza, él pidió otra. Dame una de litro, dijo casi a gritos, que seguro que Ricardo está por llegar. Y Ricardo llegó y se sentaron a la barra a tomar. Después llegó un viejito, que saludó a todos. Le sirvieron un vaso de vino de damajuana y el viejito se sentó de frente a una ventana y de espaldas a todo lo demás. Don Chicho, ¿no quiere algo de comer?, le preguntó Ricardo. No, gracias, muchachos, dijo el viejo, así estoy bien. ¿Seguro? ¿No quiere dos medialunas? Bueno, sí, dos medialunas me comería. Carlos, gritó el que no era Ricardo, te saco dos medialunas, ahora te las pago. Don Chicho comía las medialunas con una lentitud de piedra, pelaba capa tras capa de masa como si fuese una fruta. Mientras, Ricardo y el que no era Ricardo hablaban de Cien años de soledad, libro que estaba apoyado sobre la barra. Un minuto más tarde Carlos traía otro libro, se veía viejo. Fijate la fecha, dijo. 1847.
Por cierto, Majo y yo seguimos tomando cerveza toda la tarde hasta merecernos un pedo digno.
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2 comments:
Perdon, pero no pueden ser tan copados..
hace tres días que descubrí estos espacios en el éter y no me
imagine que podía haber gente así por estos lugares.Adicta a tu blog.
V: Sí, la gente también puede ser maravillosa.
Bueno, es mejor que ser adicto al pucho o a la coca cola.
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