Faltaban tres estaciones. Apoyado en la pared, en el extremo del vagón del Subte A, podía sentir cómo el tren se retorcía en cada curva mientras el metal de las ruedas irrumpía en el metal de las vías. Mariana me esperaba en el bar de siempre, frente a su café en jarrito. Ella sabía que la había llamado para decirle Dejemos de vernos, nos hacemos mal. Pero alguien me enseñó que estas cosas sólo pueden decirse en persona. Mi cabeza vibraba contra la madera, contra los llantos y los gritos, contra los golpes y el sueño. A pesar de los asientos vacíos, prefería viajar de pie para no quedarme dormido. Pensar en Mariana, en su vampirismo de mantenerme despierto hasta tener que irme a trabajar, me agotaba. Las luces se apagaron por un instante, se encendieron, volvieron a apagarse y esta vez el tren comenzó a detenerse. Entramos en la oscuridad de no saber si se tienen los ojos abiertos o cerrados. En aquel silencio las voces de los pasajeros se hicieron cada vez más fuertes, cada vez más agudas. Comenzaron a surgir las luces blancas, azules y verdes de los celulares pero allí abajo, allí profundo, no había forma de comunicarse. Alguien empezó a llorar. Ni siquiera se veían las luces de las estaciones que teníamos por delante ni de la que habíamos dejado atrás. No me toques, gritó alguien en el otro extremo, volvió a gritar pero esta vez fue solo un grito, sin palabras. Se oyó otra voz desesperada que inició una serie de sonidos: golpes, gente que se tropezaba, vidrios que se rompían, ropas que se rasgaban y ruidos imposibles de reconocer, mientras las luces de los celulares se apagaban de a una, en una cuenta regresiva de colores. Hasta que sólo quedaron dos azules que se acercaron en silencio: una chica y un tipo de traje: de sus ojos caían lágrimas. Aquella oscuridad respiraba despacio. Algo se arrastraba hacia nosotros, por el piso, las paredes y el techo. La mano de la chica buscó la mía. Cerré con fuerza los dedos. Primero lo vi caer a él, después sentí la mordida en mi cuello y, mientras me hundía, el grito de aquella chica encendió todas las luces. Cuando me incorporé me di cuenta de que el tren estaba otra vez en movimiento, casi todos los pasajeros sentados, aunque en asientos distintos a los que habían ocupado antes.
-Podemos intentarlo de nuevo- dije, Mariana me miraba por sobre su café en jarrito.
Les dejo Moon over Bourbon Street de Sting, versión medio rara. Prometo subir la original pa que comparen.
I must love what I destroy and destroy the thing I love...
3 comments:
Theres a moon over bourbon street tonight
I see faces as they pass beneath the pale lamplight
Ive no choice but to follow that call
The bright lights, the people, and the moon and all
I pray everyday to be strong
For I know what I do must be wrong
Oh youll never see my shade or hear the sound of my feet
While theres a moon over bourbon street
It was many years ago that I became what I am
I was trapped in this life like an innocent lamb
Now I can only show my face at noon
And youll only see me walking by the light of the moon
The brim of my hat hides the eye of a beast
Ive the face of a sinner but the hands of a priest
Oh youll never see my shade or hear the sound of my feet
While theres a moon over bourbon street
She walks everyday through the streets of new orleans
Shes innocent and young from a family of means
I have stood many times outside her window at night
To struggle with my instinct in the pale moon light
How could I be this way when I pray to God above
I must love what I destroy and destroy the thing I love
Oh youll never see my shade or hear the sound of my feet
While theres a moon over bourbon street
The Cure - Subway Song
Midnight in the subway
She's on her way home
She tries hard not to run
But she feels she's not alone
Echoes of footsteps
Follow close behind
But she dare not turn around
Turn around
gracias chel por el testing
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