Wednesday, August 16, 2006


Una vez se me ocurrió un argumento genial. Ariadna, hija de Minos y hermana querida del Minotauro, había visto desde su ventana del palacio a un joven guerrero. Se decía que Teseo era muy valiente y que estaba enamorado de la princesa. Ella lo invitó a un banquete, lo agasajó, se rió de sus chistes (imaginemos el esfuerzo que requiere reírse de los chistes de Teseo) y lo miró toda la noche detrás de pestañas larguísimas. Lo histeriqueó hasta convencerlo de que la única forma de consguir su corazón (así le llamaban a las camas) era matando al Minotauro en el laberinto. Todos sabemos que Ariadna (hilo conductor) le dio la punta de un hilo a Teseo. Para que después sepas el camino de salida, le dijo. Pero lo cierto es que todo aquello, todas aquellas risas, aquellas tardes, aquel hilo delgadísimo, era un plan para rescatar al Minotauro. Teseo entraría al laberinto, el minotauro lo encontraría, lo mataría y podría salir gracias al hilo que el héroe había traído hasta él. Así, los hermanos se reencontrarían.

A los pocos días de pensar este argumento, de pensar que yo era un escritor genial, de saberme un héroe en el laberinto, se lo conté a mi amiga Paula. Eso lo escribió Cortázar, me dijo. No importa, me dije, todos sabemos que Teseo se hizo un buen asado con el Minotauro.

2 comments:

paulenka said...

Dos cosas:
-en Cortázar hay sugerencias incestuosas

-antes era "mi buena amiga Paula", qué pasó?

P2u7a

Mata said...

P:
- sí, en el mío también iba a ver una buena dosis de incesto que aseguraran televidentes, pero tu cruda realidad nos frenó a todos en seco.

- uno no puede ser bueno tanto tiempo.