Son las siete de la mañana y acabo de pasar las últimas seis horas viendo Lost. Maldita adicción. Déjenme saliiiiirrrr.
Sunday, December 31, 2006
Friday, December 29, 2006
Thursday, December 28, 2006
Monday, December 25, 2006
Sunday, December 24, 2006
Thursday, December 21, 2006
Muchas veces escribos cuentos alrededor de una escena central. Primero se me ocurre una escena importante, después pienso en qué situación puede darse esa escena. A partir de esa situación, construyo el mundo y los personajes donde esa situación puede existir. Y entonces elijo qué contar de ese mundo.
El otro día se me ocurrió una buena escena: una mina se mira al espejo, está llorando; el maquillaje corrido, ella vestida como para salir a cenar a un lugar caro; se lava la cara y se vuleve a maquillar; se mira al espejo una vez más y empieza a transar con su imagen reflejada; el maquillaje pinta el espejo de colores.
Ahora tengo que pensar en qué situación puede darse esta escena y dentro de qué mundo. Después hay que crear el argumento.
Invítoles a usar esta escena y si tienen ganas dejar sus propias ideas.
El otro día se me ocurrió una buena escena: una mina se mira al espejo, está llorando; el maquillaje corrido, ella vestida como para salir a cenar a un lugar caro; se lava la cara y se vuleve a maquillar; se mira al espejo una vez más y empieza a transar con su imagen reflejada; el maquillaje pinta el espejo de colores.
Ahora tengo que pensar en qué situación puede darse esta escena y dentro de qué mundo. Después hay que crear el argumento.
Invítoles a usar esta escena y si tienen ganas dejar sus propias ideas.
Tuesday, December 19, 2006
Acabo de terminar de leer un libro hermoso: El chofer que quería ser dios de Etgar Keret, en una edición linda de Emecé. Es una recopilación de cuentos más una pequeña novela de este escritor israelí. Con un estilo cómico, el tipo logra contar las cosas más profundas. En algunos cuentos, se planta en la posición soy judío para cuestionarse esa identidad. Se hace cargo de su ser algo (alguien) y escribe desde ahí. La verdá, una joyita. Me gustaría escribir un poco como él; me dejó la sensación de que se acerca (aunque todavía muy lejos) a este estilo que trato de lograr: mezcla de películas del Estudio Ghibli con literatura
Leer un buen libro siempre me pone de buen humor.
Monday, December 18, 2006
Thursday, December 14, 2006
Hoy entregué el cuento de cocinero a concurso: participante nro ochoscientos y pico. Todavía queda el último día, de modo que calculo unos dos mil cuentos en total. Una bocha. Claro que pienso que les voy a ganar a todos. Pero no se preocupen, hay otros cuatro premios además del primero. Ya sé, ya sé, después voy a tener que cerrar el pico, pero mientras tanto puedo bardear todo lo que quiera.
Me voy a la terraza a mirar la luna. Les dejo un par de fotos pa compartir mi paisaje.
Ayer llegué a casa después de pasar la noche con amigos y cerveza. Majo estaba laburando en su cuarto y siendo bien Majo: varias ventanas de youtube, otras páginas, el winamp, el flash, el ilustrator, el photoshop, el mate y su buen humor funcionando al mismo tiempo. Me dio mucha ternura, un amor infinito y algo de tristeza. Es que la Majo se muda en pocos días. La adoro, me encanta vivir con ella y siento que nuestro ciclo se termina. Ya es tiempo.
Wednesday, December 13, 2006
Creo que no tengo enemigos, al menos no soy conciente de tenerlos que viene a ser lo mismo. Taría bueno tener enemigos, aunque sea unito. Alguien en quien depostiar broncas, culpas, tristezas y derrotas. No estaría mal escribir un argumento así, alguien que se construye su propio enemigo para sentirse más aliviados por ciertas cosas, no hacerse cargo de otras y lograr encauzar su impulso de vida, aunque sea para algo destructivo. El protagonista se somete ante muchos otros personajes, a quienes no logra enfrentar pero sí puede proyectar toda su impotencia en su enemigo inventado.
Decía, taría bueno encontrar un enemigo.
Decía, taría bueno encontrar un enemigo.
Yo sé que al escribir esto lo único que hago es ganarme enemigos, muchos entre mis amigos más cercanos. Ayer por una conversación con Chele, empecé a releer los cuentos completos de Cortázar. Hacía tres o cuatro años que no leía Cortázar. Con el correr de las páginas fui descubriendo algunas cosas nuevas y agradables. Algunas oraciones lindas a las que antes no les había prestado atención, ideas bastante graciosas, buena combinación de palabras. Pero a medida que avanzaba, me ganaba una certeza que ya va a ser muy difícil de borrar: Julio Cortázar es un ladri. Ladri como pueden ser el 90 % de los textos publicados en los blogs (incluyendo el mío). Y eso pensaba, que Julito escribe literatura de blog. Voy a tener que terminar de releer todos los cuentos y alguna novela para estar seguro, pero me parece que la narrativa de Cortázar nunca terminó de madurar, se quedó en una etapa temprana (hay que reconocer que le salía muy bien) sin aventurarse más allá. Nuestro querido cronopio se suma a la lista de autores que está bien haber leído pero que no da volver a leer cuando uno ya está mayorcito.
Monday, December 11, 2006
A lo largo de los años he sabido cultivar un gusto por lo berreta o lo grasa (todavía no tengo los límites bien definidos). Me gustan todos los temas hiteros, algunos de Sabina, otros de Calamaro, me gustan las películas de acción, las películas yanquis de deportes, me gusta Once y Constitución. Encuentro en estas cosas algo real, algo que no encuentro en ningún otro lado. Tal vez realidad no sea la palabra, sino sinceridad. A pesar de lo trucho que es todo, hay algo sincero en que todo el mundo sepa que es trucho y aún así cumple su función en el universo.
No sé, tengo mucho calor y no logro expresar la masa derretida que flota por mi cerebro. Tal vez otro día retome este tema.
No sé, tengo mucho calor y no logro expresar la masa derretida que flota por mi cerebro. Tal vez otro día retome este tema.
Saturday, December 09, 2006
El otro día en una clase le explicaba a una alumna que plagiar es un recurso válido siempre y cuando le aportes algo personal y reformules lo que te robaste. A veces soy conciente de dónde saco escenas, argumentos y recursos, otras puedo estar afanando sin siquiera enterarme.
Pa los que tengan curiosidá, les dejo un ejemplo: en Gaijin hay una escena en el barco cuando llegan a Buenas Aires que está inspirada en una escena parecida de América de Kafka.
Ese mismo día, por esta misma alumna, me enteré de que estaban escribiendo un cuento igualito al que yo estaba escribiendo. Después de una conversación con mi buena amiga Paula donde surgió el concepto de convertirse en mueble de una relación de pareja, se me ocurrió un cuento acerca de una chabona que sale a caminar con una mesa de luz con rueditas. La chabona le hace plateos a la mesa, le recuerda cosas, le pregunta qué van a cenar mientras van caminando (o andando) por la calle. En algún momento, la mesa deja de ser mesa y se convierte en chabón, pero es sólo un instante. El otro cuento trataba de lo mismo pero con una barra de hielo. El chabón iba con la barra de hielo al hombro pa todos lados y hay que reconocer que lo de la barra de hielo es mejor, al menos más gracioso.
Bueno, lo que quería decir es que a veces ni siquiera se trata de un plagio.
Basta, me aburrí.
Thursday, December 07, 2006
Ayer vi en la compu la última de James Bond: malísima. No es que esperara mucho del pobre 007 pero tampoco pensé que iba a ser tan mala. El chabón es un patova con cero carisma y no hay ninguna minita bond que califique pa llevar ese apellido. Sé que estas películas no destacan por su argumento pero en este caso es tan malo que incluso es malo para ser de J B. La única escena que me entretuvo fue una persecusión a lo parkour, también podría ser a lo Jackie Chan, que sucede al principio. Después pura mierda de teléfonos celulares y la partida de poker más aburrida del mundo. Es más que suficiente que yo haya malgastado mi tiempo, no lo hagan ustedes; no ocupen parte de su banda chancha pa bajarlo, ni siquiera miren el treiler.
Todavía con el oído tapado, terminé la versión final del cuento del cocinero. Después de recorrer diferentes alternativas, llegué a la conclusión de que la primera estructura que había elegido era la mejor. Al menos la mejor que yo podía escribir. Ya me ha pasado otras veces: tener argumentos que me parecen geniales pero que mis capacidades narrativas no logran relatar. Es menos frustrante de lo que uno creería. Con algo de suerte, uno consigue explotar al máximo los recursos que sí tiene y los demás optan por darle nombre a esa falta de capacidad: estilo.
Después leo bien las bases del concurso para ver si puedo publicarlo en el blog. De todas formas, quien quiera leerlo puede pedírmelo por meil.
Tuesday, December 05, 2006
Hace diez días empezó a dolerme el oído derecho (sí, ya fui al médico) y hace cinco que lo tengo tapado. Sólo ayer me di cuenta de todo lo que te aísla la pérdida de los sentidos. Y esto es sólo un oído, y está sólo en parte tapado. Pero ya se generó un mecanismo en mi mente que se resigna a no oir lo que se genere por el lado derecho, hay una parte del mundo que casi no oigo y eso me hace sentir leeeeejosss. Cuando hablo frente a frente con alguien, siento que en realidad mis palabras no salen de mi boca, que en realidad no las estoy diciendo, como si leyera en lugar de hablar. Durante estos días hubo momentos en los que sólo era testigo de mi vida. Esto es algo que me suele pasar pero ahora es algo físico. Como dice Baricco en Seda: "Vivía su vida como los demás miramos la lluvia" Por ejemplo ayer: iba en bicicleta muy tranquilo, casi sin esfuerzo y me miraba pedalear y avanzar cuadras, y mirar era lo único que en realidad estaba haciendo, cualquier otra acción era de ese otro. Tan así fue que me pasé unas cinco cuadras de donde tenía que doblar, dos veces en el mismo trayecto. Miro mi vida como quien está en la parada del bondi o a la espera de un tren y no tiene otra cosa que hacer que mirar a ese tipo que mira las revistas del puesto.
Mañana voy otra vez al médico.
Mañana voy otra vez al médico.
Sunday, December 03, 2006
Saturday, December 02, 2006
Hoy tengo fiesta de disfraces y voy a ir vestido del groso de Bruce Lee. Por medio de un trueque logré que una amiga me hiciera los pantalones y consiguiera el resto de las cosas. Ahora voy a dedicar parte de la tarde a contruirme mi nunchaku y a buscar anteojos setentosos. Taba pensando ver algunos videos para imitar los gestos de bruce y los movimientos que no impliquen que me desgarre una pierna o parta por la mitad. Pero ya me dio fiaca tanta producción.
Me gusta esto de disfrazarme, es divertido. Alguna vez pensé inventar un personaje, descripción detallada, historia completa, cada rincón de su forma de vivir y después asimilar ese personaje para escribir desde ahí. Supongo que alguna vez lo voy a hacer.
Estaría bien declarar, así como existe la semana de la dulzura, del vino argentino y de no sé qué mierda, la "Semana de ser otro". Una semana de ser otra persona. Pero que todo el sistema social se adapte para esta semana.
Bueno, sábado a la mañana, me levanté a las ocho, sepan disculpar.
Monday, November 27, 2006
Cansado de las pesadillas, de no poder dormir por miedo a las pesadillas, al fin fui al doctor. Me recetó un medicamento que me hizo muy bien. A pesar de mis temores, esa misma noche dormí cuatro horas seguidas y sólo me despertó la luz del sol que caía sobre la cama. No tuve pesadillas, o al menos no recuerdo haberlas tenido. Durante unas semanas, tomé una pastilla cada tarde, con la merienda. Por la noche dormía seis horas y llegué a disfrutar de varias siestas. Estos días cada vez me cuesta más levantarme de la cama, cuando al fin lo logro siento que el mundo está lleno de algodones. Y, sólo ahora me doy cuenta, ya no puedo volar.
Saturday, November 25, 2006
Absolut Psycho.
Con la Majo acabamos de ver El talentoso Sr Ripley. Más de dos horas de ver cómo el chabón, psycho zarpado, se hunde cada vez más en sus delirios mientras arrastra a quienes lo rodean. De esta sesión cinematográfica matutina surgieron algunos pensamientos (una vez más, sin conclusiones: cada vez concluyo menos):
- Hay muchos psychos rondando por ahí y algunos rondan cerca.
- Dentro de la cobardía que puede llevar a un psycho a no enfrentar su propia realidad, hay algo de coraje que los lleva y los hunde por un camino oscuro.
- Yo podría ser un psycho de los grosos.
- La película aporta algo que no había visto en otros argumentos: el psycho en lugar de pagar o redimirse de sus culpas a través de la muerte o de la liberación que existe en ser descubierto, se sigue hundiendo ya sin posibilidad de volver a la superficie.
- Inventamos un término copado: Absolut Psycho.
Con la Majo acabamos de ver El talentoso Sr Ripley. Más de dos horas de ver cómo el chabón, psycho zarpado, se hunde cada vez más en sus delirios mientras arrastra a quienes lo rodean. De esta sesión cinematográfica matutina surgieron algunos pensamientos (una vez más, sin conclusiones: cada vez concluyo menos):
- Hay muchos psychos rondando por ahí y algunos rondan cerca.
- Dentro de la cobardía que puede llevar a un psycho a no enfrentar su propia realidad, hay algo de coraje que los lleva y los hunde por un camino oscuro.
- Yo podría ser un psycho de los grosos.
- La película aporta algo que no había visto en otros argumentos: el psycho en lugar de pagar o redimirse de sus culpas a través de la muerte o de la liberación que existe en ser descubierto, se sigue hundiendo ya sin posibilidad de volver a la superficie.
- Inventamos un término copado: Absolut Psycho.
Thursday, November 23, 2006
En estos días, en EEUU se festeja el día de Acción de Gracias (me había olvidado de la s). Ese acontecimiento que siempre vemos en las pelis o series yanquis en los que todos son felices mietiéndole porquerías a un pavo enorme. Se supone que agradecen el momento en que unos indígenas compartieron su comida con los colonos para que los pobres blanquitos no se cagaran de hambre y de frío y para que pocos años más tarde pudieran matar a todos los indígenas que se cruzaran en su camino, robar sus tierras, violar a sus mujeres, comer su comida. Y, al final, después de varios siglos de opresión, acordarse de aquel día en que compartieron una comida.
Del otro lado del mundo, en Japón, también por estos días, se festeja el Día de Agradecimiento al Trabajo. Que quede bien claro: no es el Día del Trabajo, que todos festejamos el primero de mayo (otro día que ellos laburan 16 hs) sino el Día de Agradecimiento al Trabajo. Les machacaron durante tato tiempo con la cultura del trabajo que ya están pasados. Agradecen que tienen que levantarse a las seis de la mañana, viajar durante más de una hora en tren, entrar a las ocho del laburo, no parar para almorzar, quedarse trabajando hasta las once de la noche, llegar a sus casas pasada la medianoche, comer y dormirse para volver a levantarse en menos de seis horas. Gracias, eh. Quieren hacerte creer que los que nos dan trabajo nos están haciendo un favor en lugar de mostrarte que son unos hijos de puta que se quedan con la mitad de la guita que tendría que ser tuya. En algún momento alguien le hizo creer a la gente que trabajar como unos condenados y aceptar una sistema opresivo era lo mejor que les podía pasar en la vida, ¿si no qué vas a hacer?, si no te miramos mal, si no sos un lacra social, si no.
Me hace sentir tan bien que en los países centrales estén tan agradecidos.
Del otro lado del mundo, en Japón, también por estos días, se festeja el Día de Agradecimiento al Trabajo. Que quede bien claro: no es el Día del Trabajo, que todos festejamos el primero de mayo (otro día que ellos laburan 16 hs) sino el Día de Agradecimiento al Trabajo. Les machacaron durante tato tiempo con la cultura del trabajo que ya están pasados. Agradecen que tienen que levantarse a las seis de la mañana, viajar durante más de una hora en tren, entrar a las ocho del laburo, no parar para almorzar, quedarse trabajando hasta las once de la noche, llegar a sus casas pasada la medianoche, comer y dormirse para volver a levantarse en menos de seis horas. Gracias, eh. Quieren hacerte creer que los que nos dan trabajo nos están haciendo un favor en lugar de mostrarte que son unos hijos de puta que se quedan con la mitad de la guita que tendría que ser tuya. En algún momento alguien le hizo creer a la gente que trabajar como unos condenados y aceptar una sistema opresivo era lo mejor que les podía pasar en la vida, ¿si no qué vas a hacer?, si no te miramos mal, si no sos un lacra social, si no.
Me hace sentir tan bien que en los países centrales estén tan agradecidos.
PD: lo sé, no es un pavo, pero no tengo fotos de pavos, así que se van a conformar con un pato.
El otro día, antes de ir al supermercado para hacer las compras, me detuve a pensar cuándo habíamos comido carne, cuándo pastas y cuándo verduras. También agregué a los parámetros si al día siguiente tenía o no clase de kung fu. Ayer, comí un solo plato de fideos y quedé lleno, hace casi un mes que no como algo estilo asado-achuras. Me estoy volviendo una nenita. Yo sé que una petisa rubia a veces colorada va a sonreirse y viquear cuando lea esto, pero me estoy dando cuenta de que quiero una vida sana. Y me da bronca. Antes podía comer lo que fuera en cualquier cantidad y era feliz, sin secuelas aparentes. Pero al parecer no notaba secualas porque no corría ni un bondi. Si ahora llego a hacer eso, a los quince minutos de kung fu caigo desmayado. Sé lo que es un buen asado, atracarme de comida hasta no poder respirar, lo que se dice comer como un macho, pero ya no lo disfruto. Devuélvanme mi gula.
Ayer caminaba por el parque centenario y vi a unas chabonas colgarse de una tela roja. Saqué un par de fotos y a los diez segundos me moría de ganas de subirme. Cuando veo a alguien hacer alguna actividad física me da muchísima curiosidad, mi cuerpo tiene ganas de probar, de colgarse de saltar y hacer boludeces. ¿Qué onda? Yo era una larva feliz y ahora me agarran estos ataques.
Ayer caminaba por el parque centenario y vi a unas chabonas colgarse de una tela roja. Saqué un par de fotos y a los diez segundos me moría de ganas de subirme. Cuando veo a alguien hacer alguna actividad física me da muchísima curiosidad, mi cuerpo tiene ganas de probar, de colgarse de saltar y hacer boludeces. ¿Qué onda? Yo era una larva feliz y ahora me agarran estos ataques.
Wednesday, November 22, 2006
Tuesday, November 21, 2006
Hace poco escribí algo sobre el contraste de colores. Hoy vamos a pasar a la falta de contrastes, la monotonía.
Hay veces que uno se levanta y dice para qué mierda. Un día más en una sucesión monótona donde lo único que cambia es la intensidad con que sentís la angustia. Ni ganas de levantarse de la cama, subirse al bondi o bajar al subte, lidiar con el jefe, laburar todo el día para terminar roto a las 8 de la noche con sólo la energía suficiente de comer y dormir. (Lo sé, no es mi caso)
Pero hay una diferencia, hoy no es ni ayer ni mañana. Hoy es el día que toca vivir, ayer ya pasó y mañana no existe. Sólo hoy se pueden tomar decisiones, pasar a la acción, crear algo hermoso. La belleza que puedo encontrar en la monotonía reside en ese enfoque sutil que nos da el presente y que deja todo lo demás fuera de foco.
Hay veces que uno se levanta y dice para qué mierda. Un día más en una sucesión monótona donde lo único que cambia es la intensidad con que sentís la angustia. Ni ganas de levantarse de la cama, subirse al bondi o bajar al subte, lidiar con el jefe, laburar todo el día para terminar roto a las 8 de la noche con sólo la energía suficiente de comer y dormir. (Lo sé, no es mi caso)
Pero hay una diferencia, hoy no es ni ayer ni mañana. Hoy es el día que toca vivir, ayer ya pasó y mañana no existe. Sólo hoy se pueden tomar decisiones, pasar a la acción, crear algo hermoso. La belleza que puedo encontrar en la monotonía reside en ese enfoque sutil que nos da el presente y que deja todo lo demás fuera de foco.
PD: debería escribir un libro de autoayuda y llenarme de guita.
Monday, November 20, 2006
La última media hora de la semana terminó con una conversación con Ce*, de la cual logré extraer los siguientes pensamientos (aún no coclusiones):
- Muchas de las personas que influyeron en mi vida no supieron ni nunca van saber de mi existencia. Una prueba sólida de que el universo es uno y uno el universo; lo que hacemos influye mucho más allá de lo que creemos.
- La comprensión de algo sólo se concreta cuando se lo logra explicar a alguien, cuando se logra compartirlo.
- ¿Quién quiere ser Buda o Gandhi?
- El msn puede ser un medio de comunicación válido con varios ninveles de profundidad.
- Siempre hay que tener una botella de vino.
Sunday, November 19, 2006
Me encanta andar en bicicleta. Siento que me aísla del mundo. Si pudiera leer o escribir mientras estoy sobre los pedales, no me bajaría nunca. El otro día por primera vez anduve bajo la lluvia. Fue algo glorioso. Soledad de una violencia pacífica, como un tren que cruza la estepa. Un tipo de belleza que nadie se detiene a escribir, y está bien que así sea. Una sensación tan placentera que lo hace peligroso.
PD: qué lindo ser tren, el transiberiano.
PD: qué lindo ser tren, el transiberiano.
Parece que sentarelculo sirve para algo. Perfil publicó una versión corregida y adaptada de un cuento de este blog. Si al guien quiere leer la otra versión haga click acá nomás.
Friday, November 17, 2006
Qué feo es darse cuenta de que algo realmente bueno está al alcance de la mano y que sólo hay que matarse laburando para lograrlo. Maldito instinto de superación.
Escribí un cuento bastante bueno, de unas diez páginas. Cuento que me tomó varios días de laburo y de viajes por conflictos internos para sacarlo a la luz. Ahora, después de tres días de correcciones, me doy cuenta de que hice una elección equivocada al momento de decidir cómo contarlo. En conclusión, tengo que reescribirlo.
jkdfsjksdjkgfjlgfnjfsdhnjoñfasdoperagopjpsdjksdfa
Qué fiaca
Escribí un cuento bastante bueno, de unas diez páginas. Cuento que me tomó varios días de laburo y de viajes por conflictos internos para sacarlo a la luz. Ahora, después de tres días de correcciones, me doy cuenta de que hice una elección equivocada al momento de decidir cómo contarlo. En conclusión, tengo que reescribirlo.
jkdfsjksdjkgfjlgfnjfsdhnjoñfasdoperagopjpsdjksdfa
Qué fiaca
Wednesday, November 15, 2006
Maldita sea. Tengo la sensación de que ya no voy a poder disfrutar de los postres. Acabo de comerme un alfajor, lo único que tenía para almorzar antes de salir a Kung fu, y me cayó para el orto. Ni ganas tenía de comerlo, pero necesito algo de carbohidratos para la clase.
Creo que hay un antes y un después de este alfajor. Nunca más esa sensación orgásmica de comerse una medialuna, de ese bombón o porción de torta. Creo que ni siquiera el helado me va a llamar la atención.
¿me estaré poniendo viejo?
Creo que hay un antes y un después de este alfajor. Nunca más esa sensación orgásmica de comerse una medialuna, de ese bombón o porción de torta. Creo que ni siquiera el helado me va a llamar la atención.
¿me estaré poniendo viejo?
Hace algunos años, en un curso de fotografía, me enseñaron que los colores son relativos. No sólo relativos a la luz que se refleja en ellos ni a quien los mira sino también a los otros colores que lo rodean. Esto se llama contraste y es algo aplicable a casi todo, maravilloso. Supongamos que se nos ocurre una escena: chabón estrella (creo que es la primera vez que escribo este verbo) guitarra contra espejo. Si uno escribe que alguien va rompiendo cosas en un frenesí de destrucción y entre esas acciones está nuestra escena, va a ser una más de las acciones enumeradas. Pero si se escribe que el chabón está tranquilo escribiendo un tema y de pronto estrella la viola contra el espejo, esa acción va a quedar resaltada por el contraste. Hay quienes hicieron del contraste todo un arte.
Por lo general estoy de buen humor y feliz. Hay muchos textos en este blog que demuestran lo contrario. Lo que sucede es que las pocas veces que estoy triste y enojado contrasta tanto con el resto que me sorprende y quiero dejar registro de eso. Ayer, el calor me puso de un mal humor horrible. En el ámbito de las relaciones humanas, mi mal humor consiste en no querer hablar con nadie porque mi nivel de paciencia es casi nulo. Como no tengo ganas de enojarme opto por insularme . Pero la gente, tal vez extrañada por este evento tan particular, empieza a hacerme preguntas de por qué estoy de mal humor, ¿estás bien?, ¿qué te pasa?, pero contame, ¿por qué no me contás? ¿POR QUÉ NO SE VAN A LA PUTA QUE LOS PARIÓ? En fin, por suerte hoy no hace calor y estoy contento.
Por lo general estoy de buen humor y feliz. Hay muchos textos en este blog que demuestran lo contrario. Lo que sucede es que las pocas veces que estoy triste y enojado contrasta tanto con el resto que me sorprende y quiero dejar registro de eso. Ayer, el calor me puso de un mal humor horrible. En el ámbito de las relaciones humanas, mi mal humor consiste en no querer hablar con nadie porque mi nivel de paciencia es casi nulo. Como no tengo ganas de enojarme opto por insularme . Pero la gente, tal vez extrañada por este evento tan particular, empieza a hacerme preguntas de por qué estoy de mal humor, ¿estás bien?, ¿qué te pasa?, pero contame, ¿por qué no me contás? ¿POR QUÉ NO SE VAN A LA PUTA QUE LOS PARIÓ? En fin, por suerte hoy no hace calor y estoy contento.
Tuesday, November 14, 2006
Es así. Para que vea alma en las cosas que escribo, tiene que ser algo que me toque de cerca, algo que pueda sentir, dolor o alegría, pero sincero y real. Soy conciente de que es imposible separar el el texto del autor, pero mi caso ya es demasiado. Ahora escribo el cuento de un cocinero y no hay forma de hacerme creer que yo no soy ese chabón y que su viejo no es mi viejo. No importa cuánto traslade las acciones, los personajes y la geografía, esa historia es mi historia. Hay algo de pelotudo en todo esto. Esa necesidad de mostrar el diario íntimo que nunca tuve y hacerme el que no me importa. Tal vez porque estoy seguro que a todos les pasa las mismas cosas que a mí. Tengo la certeza de que leer una idiotez que se pensó en una tarde de cerveza crea una conexión entre las personas. Todos piensan esas boludeces, me digo y es como el permiso que necesito para escribirlas. Pero la verdad es que nunca pregunté si a los demás les pasa. Tengo miedo a preguntar. Tal vez me encuentre real y sinceramente solo.
Wednesday, November 08, 2006
Yo sé que tengo mucha suerte. Tal vez demasiada. Mi pereza se apoya en una buena fortuna exagerada. Inmerecida, incluso. ¿Se acuerdan de esa tira de Miguelito que está sentado en el cordón de la vereda? ¿Qué hacés ahí?, le pregunta Mafalda. Espero algo de la vida, dice Miguelito. Bueno, tengo la impresión de que hice eso gran parte de mi vida y por alguna razón la fortuna siempre ha caído al alcance de mi mano (un paso más allá ya sería demasiado lejos). Es cierto que algo de mi buena suerte está alimentada por unos pocos arranques de voluntad y valentía, pero no hay forma de justificar lo que me sucede por esos actos. Todo esto me regala una paz inmensa, un horizonte de puro prado. Aunque, claro, no se vayan a pensar que quita ni uno de los mambos que rokean en mi cabeza.
Ustedes dirán, ya te van a cobrar todas juntas a vos. Pero no, no creo.
Ustedes dirán, ya te van a cobrar todas juntas a vos. Pero no, no creo.
PD: Tal vez, una temporada de mala suerte me haría reaccionar, haría nacer en mí una fuerza de voluntad descomunal. Aunque ahora que pienso, eso también sería parte de mi buena suerte. No puedo evitarlo.
Tuesday, November 07, 2006
Sí, así es, nos olvidamos de pagar la luz y estuvimos una noche enganchados a la luz del ascensor. No puedo creer que seamos tan colgados. Hasta habíamos dejado la cuenta pegada a la heladera para no olvidarnos. Pero no hubo caso, nada puede contra nosotros. Nunca nos vencerán.
PD: cuando vuelva la luz, volverán las fotos y las crónicas. Ahora voy a aprovechar para leer.
PD: cuando vuelva la luz, volverán las fotos y las crónicas. Ahora voy a aprovechar para leer.
Friday, November 03, 2006
Ayer tuvimos tarde de chocolate especiado. Incluyó clavo de olor, laurel, menta, canela, aniz, pimienta, café, miel, sal, azúcar y el ingrediente principal (léase: chocolate, amigos, buena onda y otros etcéteras importantes)
Quedó de puta madre. Lejos, el mejor chocolate, líquido o sólido, que haya probado en mi vida. Un placer que te reubicaba en el universo, que te quitaba los anteojos que se te imponen para ver una realidá simple y feliz. Claro que ahora la realidá es de goma.
PD: la foto no sé a qué viene pero es linda, ¿no? Estaba escribiendo un cuento para la foto pero todavía no queda bueno. Ya lo corijo y lo subo con otra de la misma serie.
Thursday, November 02, 2006
Nueva inquilina en casa. ¿Quién? ¿Quién es?, se preguntarán. Una amiga necesitaba un lugar donde quedarse unos días, si dijera eso no estaría faltando a la verdá. Si les digo que es la persona que más quiero, también sería sincero. Y ahora les digo que es Andrea (en la novela inconclusa), Ariadna, Ari, mi ex.
Tuesday, October 31, 2006
Wednesday, October 25, 2006
Hace unas semanas pensábamos que le había pasado algo a la vieja de enfrente porque no la habíamos visto más y los sobres se acumulaban en el pasillo. Ayer salí de mi departamento y vi que la puerta de mi vecina estaba apenas abierta. Detrás de la puerta, esa muñeca del terror que me miraba, leía mi mente y sabía lo que pensaba en ese momento: mis secretos más cochinos (qué buena palabra). Y se sonreía, la muy turra.
Tuesday, October 24, 2006
Sí, ahora me acuerdo, odio el verano. Hoy pensé que la realidad se derretía para mezclarse con las paredes, la mesa, el armario, con una tristeza podrida y amarillenta. El tiempo se estiraba y cada segundo me daba más sueño. Encima vivo en el último piso del edificio, con lo que mi casa se convierte en mi peor enemigo. Además, después de que cae el sol, el techo conserva todo el calor acumulado del día, con lo que nunca refresca. ¿Aumentará el índice de suicidios durante el verano porteño? ¿De asesinatos? ¿O el calor da taaaanta paja que ni eso se puede hacer? Seguro que los conflictos personales, entre parejas por ejemplo, aumenta de forma consdirable. Estoy de mal humor. LA RE MIL PUTA QUE LOS PARIÓ.
Ni la sombra de lo que era
Harto de mirar la pantalla en blanco. Busco guita, el saco y la copia impresa de la novela que nunca avanza. Bajo ocho pisos y me doy cuenta de que el saco no hacía falta, el sol cae como lluvia de arena sobre la piel. Camino hasta el bar de la esquina y me pido un café antes de sentarme junto a la ventana. Traen el café, dos galletitas y dos sobres de azúcar junto a la taza blanca. El bar, de esos posmodernos que parecen peceras a la calle, es caro y sin nada que ofrecer salvo su ubicación a diez pasos de mi casa. Agarro un sobre de azúcar de la punta, lo sacudo y arranco la esquina de papel. Pongo medio sobre en la taza y revuelvo con la cucharita, como siempre contra las agujas del reloj. Miro mi brazo, algo más oscuro que de costumbre y trato de recordar dónde me habré tostado. Por un segundo pienso que podría pedirme unas medialunas, aunque hace cuarenta minutos comí pollo al verdeo, sobras de la cena anterior. Llamo al mozo y pido tres medialunas de manteca. Hay que llenarse de algo.
Ordeno las hojas de la novela para empezar a leer desde el principio. En el tercer renglón, llega el plato con medialunas y pido el diario. Dispuesto a trabajar, busco en mi bolsillo la birome pero un movimiento torpe hace que se caiga al piso, sobre mi propia sombra que de tan clara parece proyectada por otra luz. Dejo la birome y las hojas impresas a un lado, para hacer lugar al diario y las medialunas. Paso de noticia en noticia casi sin leer las palabras, las fotos muestran algo de la batalla de San Vicente, de la ocupación de Irak y y de la muerte de Nelson, el hombre más pequeño del mundo. Las medialunas entran con dificultad en la taza de café, tendría que haberme pedido un café con leche. No termino la segunda y ya me siento lleno y con la certeza de que pronto voy a ir al baño. Entonces sí, muevo todo, quito las migas, limpio una gota de café que se cayó sobre la mesa y ordeno frente a mí las hojas de la novela.
Mientras leo, birome en mano, las setenta y dos páginas que llevo escritas, pienso en la conversación que tuve semanas atrás con un amigo. Él, músico talentoso, yo, escritor supuesto, sentimos que cinco años atrás nos resultaba mucho más sencillo crear. Antes sólo era cuestión de sentar el culo y hacerlo, ahora hay que batallar en cada acorde, en cada palabra, con la propia sombra, siempre la primera en criticar todo y considerarlo una mierda. Cuando empiezo a escribir algo nuevo me ataca un acto reflejo: presionar shift + ctrl + inicio, que marca todo el texto y presionar la tecla supr, que borra todo en un instante. Si las cosas que escribí y que borré de esta forma estuvieran almacenadas en algún lugar, sería uno de los peores escritores del mundo pero también uno de los más prolíficos. Supongo que tengo miedo a que la gente comprenda que en realidad soy un escritor malo, o peor, terror a que yo mismo comprenda esa verdad. Conversando con mi amigo, me preguntaba ¿desde cuándo tengo miedo? Desde que alguien dijo que escribía bien. Sí, soy estúpido.
Al fin, termino de leer al mismo tiempo que termino el café con leche con las migas depositadas en el fondo dulce. Mi sombra, ahora algo más estirada, el rostro demasiado definido sobre el tramado de baldosas, sabe que de las setenta y dos páginas, setenta y una son una mierda. No tiene alma, me explico y casi suena a una justificación. ¿Por qué antes era más sencillo confiar mi alma a las palabras? A veces leo cosas que escribí hace años y me doy cuenta de que, aunque ahora podría hacerlo con un estilo más depurado, me sería imposible ofrecer el alma que dejé en ese tiempo. Decir que el alma es algo que se gasta me parece bastante cagón, es no hacerse cargo. Oquei, me digo, doy vuelta una hoja y agarro la birome. El sol había calentado hasta tal punto mis zapatillas negras que me obligaba a buscar refugio para mis pies. Pero a esa hora, con las sombras escondidas en las paredes, el pueblo sufría una muerte blanca. Me quité las zapatillas Tacho todo. Grito con la boca cerrada y los dientes apretados. La hoja tallada con espirales azules me mira y espera.
Mientras sirvo cerveza en el vaso, la botella helada cubre mi mano de agujas mínimas. Tomo un sorbo y antes de que caiga el líquido en mi garganta siento el placer de esa picazón fría. Miro las líneas paralelas que cubren varias de las hojas. Ni siquiera sé dibujar, me digo y miro el puño cerrado. Me sorprende la piel oscura de mi mano, no sólo en el dorso sino también la palma. De tanto mirar por la ventana, mis ojos se acostumbraron a la luz de la calle, pienso. Una vez más, trato de escribir algo pero ni siquiera llego a la primera letra mayúscula. ¿Por qué esto se parece tanto a la soledad? Al menos, si no se parece, mi imposibilidad de escribir siempre invita a ese ser que le duele el desierto. Descubrirme sin talento me aleja de todo, me lleva a un lugar en el que ni siquiera hay arena a mi alrededor. Ignoro si es la suma de las dos angustias o es la misma la que se hace muerte. Entonces me acuerdo de un amor y se me olvida por qué no estoy con ella. Sirvo otro vaso. Salud, digo y brindo con la silla vacía. Mi sombra, que ya llegó a la columna, se ríe y hasta creo ver sus dientes blancos.
Termino de servir la espuma de la segunda botella. Ahora estoy seguro: soy negro. Pero sin matices, sin color ni brillo. Me paso la mano negra por el brazo negro: estoy cubierto por algo pastoso, como si la transpiración se hubiese mezclado con capas de mugre o de mi propia piel. Me levanto para ir al baño, tal vez pueda limpiarme. Cuando quiero dar un paso caigo al piso sin sentir el golpe. Trato de levantarme pero al parecer estoy más borracho de lo que creía. Me tranquilizo, tomo aire y vuelvo a hacer fuerza pero permanezco aplastado boca abajo, como si el techo y el piso fueran una misma cosa. Mi cuerpo de tan negro perdió volumen. Ni siquiera tengo espacio para llenar los pulmones y gritar. Cuando miro a mi alrededor en busca de ayuda, comprendo que todo está demasiado lejos. En la mesa que ocupaba hace unos segundos, mi sombra se pide un café, agarra mi birome y escribe con ansiedad sobre las hojas de mi novela.
Ordeno las hojas de la novela para empezar a leer desde el principio. En el tercer renglón, llega el plato con medialunas y pido el diario. Dispuesto a trabajar, busco en mi bolsillo la birome pero un movimiento torpe hace que se caiga al piso, sobre mi propia sombra que de tan clara parece proyectada por otra luz. Dejo la birome y las hojas impresas a un lado, para hacer lugar al diario y las medialunas. Paso de noticia en noticia casi sin leer las palabras, las fotos muestran algo de la batalla de San Vicente, de la ocupación de Irak y y de la muerte de Nelson, el hombre más pequeño del mundo. Las medialunas entran con dificultad en la taza de café, tendría que haberme pedido un café con leche. No termino la segunda y ya me siento lleno y con la certeza de que pronto voy a ir al baño. Entonces sí, muevo todo, quito las migas, limpio una gota de café que se cayó sobre la mesa y ordeno frente a mí las hojas de la novela.
Mientras leo, birome en mano, las setenta y dos páginas que llevo escritas, pienso en la conversación que tuve semanas atrás con un amigo. Él, músico talentoso, yo, escritor supuesto, sentimos que cinco años atrás nos resultaba mucho más sencillo crear. Antes sólo era cuestión de sentar el culo y hacerlo, ahora hay que batallar en cada acorde, en cada palabra, con la propia sombra, siempre la primera en criticar todo y considerarlo una mierda. Cuando empiezo a escribir algo nuevo me ataca un acto reflejo: presionar shift + ctrl + inicio, que marca todo el texto y presionar la tecla supr, que borra todo en un instante. Si las cosas que escribí y que borré de esta forma estuvieran almacenadas en algún lugar, sería uno de los peores escritores del mundo pero también uno de los más prolíficos. Supongo que tengo miedo a que la gente comprenda que en realidad soy un escritor malo, o peor, terror a que yo mismo comprenda esa verdad. Conversando con mi amigo, me preguntaba ¿desde cuándo tengo miedo? Desde que alguien dijo que escribía bien. Sí, soy estúpido.
Al fin, termino de leer al mismo tiempo que termino el café con leche con las migas depositadas en el fondo dulce. Mi sombra, ahora algo más estirada, el rostro demasiado definido sobre el tramado de baldosas, sabe que de las setenta y dos páginas, setenta y una son una mierda. No tiene alma, me explico y casi suena a una justificación. ¿Por qué antes era más sencillo confiar mi alma a las palabras? A veces leo cosas que escribí hace años y me doy cuenta de que, aunque ahora podría hacerlo con un estilo más depurado, me sería imposible ofrecer el alma que dejé en ese tiempo. Decir que el alma es algo que se gasta me parece bastante cagón, es no hacerse cargo. Oquei, me digo, doy vuelta una hoja y agarro la birome. El sol había calentado hasta tal punto mis zapatillas negras que me obligaba a buscar refugio para mis pies. Pero a esa hora, con las sombras escondidas en las paredes, el pueblo sufría una muerte blanca. Me quité las zapatillas Tacho todo. Grito con la boca cerrada y los dientes apretados. La hoja tallada con espirales azules me mira y espera.
Mientras sirvo cerveza en el vaso, la botella helada cubre mi mano de agujas mínimas. Tomo un sorbo y antes de que caiga el líquido en mi garganta siento el placer de esa picazón fría. Miro las líneas paralelas que cubren varias de las hojas. Ni siquiera sé dibujar, me digo y miro el puño cerrado. Me sorprende la piel oscura de mi mano, no sólo en el dorso sino también la palma. De tanto mirar por la ventana, mis ojos se acostumbraron a la luz de la calle, pienso. Una vez más, trato de escribir algo pero ni siquiera llego a la primera letra mayúscula. ¿Por qué esto se parece tanto a la soledad? Al menos, si no se parece, mi imposibilidad de escribir siempre invita a ese ser que le duele el desierto. Descubrirme sin talento me aleja de todo, me lleva a un lugar en el que ni siquiera hay arena a mi alrededor. Ignoro si es la suma de las dos angustias o es la misma la que se hace muerte. Entonces me acuerdo de un amor y se me olvida por qué no estoy con ella. Sirvo otro vaso. Salud, digo y brindo con la silla vacía. Mi sombra, que ya llegó a la columna, se ríe y hasta creo ver sus dientes blancos.
Termino de servir la espuma de la segunda botella. Ahora estoy seguro: soy negro. Pero sin matices, sin color ni brillo. Me paso la mano negra por el brazo negro: estoy cubierto por algo pastoso, como si la transpiración se hubiese mezclado con capas de mugre o de mi propia piel. Me levanto para ir al baño, tal vez pueda limpiarme. Cuando quiero dar un paso caigo al piso sin sentir el golpe. Trato de levantarme pero al parecer estoy más borracho de lo que creía. Me tranquilizo, tomo aire y vuelvo a hacer fuerza pero permanezco aplastado boca abajo, como si el techo y el piso fueran una misma cosa. Mi cuerpo de tan negro perdió volumen. Ni siquiera tengo espacio para llenar los pulmones y gritar. Cuando miro a mi alrededor en busca de ayuda, comprendo que todo está demasiado lejos. En la mesa que ocupaba hace unos segundos, mi sombra se pide un café, agarra mi birome y escribe con ansiedad sobre las hojas de mi novela.
Saturday, October 21, 2006
Tras el comentario perturbador de Ce* en la entrada anterior, dejo otras fotos que le dan la razón: todas las pompas (siempre quise escribir esta palabra) de jabón fueron forros (algo deformes) en su nacimiento. Alta paradoja.
Algunos, como yo, habrán pensado en botellas, globos, organismos unicelulares, hermosos universos jabonosos, pero una vez que leí la palabra forro ya no pude ver otra cosa. Sí, lo sé, tengo problemas.
Algunos, como yo, habrán pensado en botellas, globos, organismos unicelulares, hermosos universos jabonosos, pero una vez que leí la palabra forro ya no pude ver otra cosa. Sí, lo sé, tengo problemas.
Subscribe to:
Posts (Atom)