Pablo salió a buscar a su gato, Chato, que tardaba más de lo acostumbrado. Cruzó la avenida para saber si estaba chismeando con su amigo Raúl, gato negro del vidriero que nunca fue vidriero, o si lo estaban malcriando en la panadería. Pero no, no lo habían visto desde la mañana. Pablo caminó por las veredas que aún retenían algo de sol, porque sabía que el chato nunca camina por la sombra. Al dar vuelta en una esquina y gritar su nombre, surgió de un rincón soleado, un rincón muy chatense, un Chato igual a su gato pero perro. El pelaje pardo casi pelirrojo, con las mismas rayas que parecían las que forman el viento en una pradera de película, las manchas blancas en tres de sus patas, la panza prominente y una cola tan larga como su cuerpo. Todo lo mismo. El Chato había elegido ser perro. Pablo se lo quedó mirando, en un intento de convencerse de que no, que ése no era su gato. Ni su perro. Pero el animal parecía conocerlo. Incluso se refregaba contra su pierna en un gesto poco canino. ¿Sos vos Chato? Aquellos ojos pardos, esperanzados, pedían que Pablo no lo rechazara por un simple detalle morfológico. Se querían, ¿qué importaba que ahora fuera un perro? Pablo estaba seguro de que si él decidiera ser mujer, el amor de Chato no se desgastaría ni un poco. Vamos, Chato, está bien si sos más feliz como Perro. Chato levantó sus orejas, una con la misma mancha negra de siempre, y salió corriendo hacia una mujer. A esa distancia y con el sol en contra era imposible de saber, pero Pablo si la imaginó igual a él. Tal vez sin barba. Al regresar a casa, un gato igual a Chato esperaba en la puerta para que lo dejaran pasar.
Monday, April 14, 2008
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4 comments:
julito no sólo merodea por mi blog, eh?
Ya te dije, Julito es muy blog.
los que tienen blog leyeron demasiado a Julito, perdoname.
Esto lo estoy pensando ahora, así que no te aseguro una gran argumentación. Me parece que es la actitud hacia la literatura lo que une los blogs con julito.
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